"Espa?a tiene un papel en el mundo: la defensa de la lengua castellana"
Juan Pablo Fusi es uno de los grandes historiadores espa?oles volcado en lo contempor¨¢neo; mucho de lo de aqu¨ª, como natural de San Sebasti¨¢n, gran preocupaci¨®n por lo vasco (El Pa¨ªs Vasco. Pluralismo y nacionalidad, 1984, entre otras obras); pero con un enorme inter¨¦s tambi¨¦n por lo de fuera. Es catedr¨¢tico de la Complutense de Madrid, ha sido director de la Biblioteca Nacional entre 1986 y 1990, tiene en la m¨¢s alta estima a su ma?tre ¨¤ penser de la profesi¨®n, Raymond Carr, y hasta ha publicado alg¨²n libro de ¨¦xito, lo que para un historiador no es menor haza?a, como Franco, un breve tomo pero que sigue siendo hoy tan actual como cuando se public¨® hace ya 10 a?os.
Al historiador parece no entusiasmarle la idea de que haya una particular excepcionalidad en el siglo XX, a salvo de que, evidentemente, la carnicer¨ªa haya sido sin precedentes. "A medida que el ser humano ampl¨ªa su conocimiento del mundo, descubre tambi¨¦n una capacidad de destrucci¨®n igual de in¨¦dita".
"El fin de la historia fue una frase de Fukuyama que hay que entender como un elemento para el debate. Yo hubiera preferido el fin de una ¨¦poca"
"En los ¨²ltimos veinticinco a?os el n¨²mero de espa?oles en puestos de relevancia internacional es cuantioso"
Ecl¨¦ctico, quiz¨¢, algo emp¨ªrico, ve alg¨²n m¨¦rito, aunque siempre relativo, en esas periodizaciones que datan el siglo con la I Guerra, que cabe decir que dura hasta 1989 con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn: "Porque ah¨ª encontramos una unidad de an¨¢lisis". Aunque cree tambi¨¦n que 1900 es un a?o muy redondo y no por los ceros, sino porque "tenemos a Freud y a Planck, porque todo en 1914 remite a 1900, de la misma forma que la I Guerra crea las condiciones para la segunda, desde la leyenda de la pu?alada por la espalda que el nazismo utiliza para acabar con Weimar".
Lo esencial ser¨ªa decir que es dif¨ªcil encontrar lo esencial o normativo, porque en el siglo "no hay un patr¨®n; pasa lo que pasa; la Gran Guerra estalla por una serie de circunstancias, sin explicaci¨®n suficiente". De igual forma, no se le acomoda esa otra formulaci¨®n ¨²ltimamente muy de moda, de la identidad profunda de los dos grandes totalitarismos, el sovi¨¦tico-comunista del ruso Stalin y el nacionalsocialista del austriaco-alem¨¢n Hitler. "Son dos formas de control extremo de la sociedad, pero que corresponden a proyectos y modelos muy distintos, aunque el n¨²mero de muertos sea en ambos casos gigantesco". Y el mismo hecho del Holocausto, el intento de exterminio del pueblo jud¨ªo en Europa, tampoco contribuye a acercarlos. "El Holocausto ha de ser para todos nosotros un elemento permanente de reflexi¨®n. No es una lucha por la supervivencia de nadie, nada anteriormente puede considerarse que se le parezca; a los jud¨ªos se les mata s¨®lo porque son jud¨ªos. ?Y c¨®mo pudo ocurrir en un pa¨ªs del grado de avance cultural de Alemania? ?se es un elemento perplejizante de la historia, es el sue?o o la locura de la raz¨®n; hay en ello mucho eurocentrismo, desd¨¦n por otras visiones del mundo, precisamente all¨ª, en Alemania, donde el pueblo jud¨ªo hab¨ªa conocido su mayor florecimiento cultural y humano; los mismos can¨ªbales mataban para comer, como una vez se le hizo ver a un defensor del colonialismo, que se vio impotente para justificar la muerte que hab¨ªa desencadenado la conquista colonial".
Fusi olvida el plato que tiene enfrente, ante tal bater¨ªa de interrogantes, y un holocausto lleva a otras matanzas. El historiador es demasiado equilibrado para que se le pueda aplicar el adjetivo de sionista. Ve con admiraci¨®n "la epopeya de la fundaci¨®n de Israel, el lado pionero, muy europeo, de todo lo que lleva a la proclamaci¨®n del Estado israel¨ª en 1948". Pero no por ello hay que extender cheques en blanco. "La guerra de 1967 y lo que sigue, la ocupaci¨®n israel¨ª de los territorios palestinos, es el gran error, el punto de inflexi¨®n que resulta, adem¨¢s, muy negativo para la sociedad israel¨ª".
Su otra gran admiraci¨®n for¨¢nea, aunque tampoco faltan las nacionales que es mejor no deletrear porque la lista siempre ser¨ªa injusta, es E. J. Hobsbawm, el autor de The age of extremes, que "mejora con los a?os, como el vino. Y al que ser¨ªa improcedente considerar s¨®lo como un superviviente o un viejo marxista, como tampoco hay que hacer con Christopher Hill, el historiador de la Revoluci¨®n Inglesa, aunque sus libros s¨ª han envejecido, porque donde no hab¨ªa burgues¨ªa no pod¨ªa haber revoluci¨®n burguesa. Hoy, en cambio, las obras de Hobsbawm son tan legibles como cuando se publicaron. Es el caso de Bandidos, los libros de la Revoluci¨®n Industrial y tantos otros. Europa vive en ese tiempo una gran revoluci¨®n: el Estado-providencia, casa y coche para tantos, la generalizaci¨®n de los electrodom¨¦sticos, los 30 a?os gloriosos de progreso econ¨®mico de Francia, la izquierda como opci¨®n de gobierno. E incluso el 68 es una conmoci¨®n contenida. Muere el comunismo a fin de los ochenta y surge la pregunta angustiada. ?D¨®nde se equivocaron? ?En 1917, 1921, 1947-48, 1991?".
?Y Espa?a? ?Tampoco hay un milagro espa?ol? "La Guerra Civil es un suceso que apasiona al mundo, es una gran ¨¦pica del siglo XX; la victoria y la dictadura de Franco marginan luego al pa¨ªs, que s¨®lo recupera su atractivo en Europa con la vuelta de la democracia, lo que, adem¨¢s, significa en los ochenta su reaparici¨®n en la escena mundial. En los ¨²ltimos 25 a?os el n¨²mero de espa?oles en puestos de relevancia internacional es cuantioso. Hay una espl¨¦ndida imagen de los gestores espa?oles en el mundo".
Y a pesar de ello Espa?a se sigue interrogando sobre qui¨¦n es. "S¨ª. Este regreso de Espa?a deber¨ªa poner fin a ese eterno interrogante de qu¨¦ es Espa?a, pero, por lo menos, el papel de Espa?a en el mundo s¨ª que est¨¢ claro: la defensa y expansi¨®n de su lengua, el castellano". Muy apropiado, estos d¨ªas que vuelve a haber un alcalde hispano en Los ?ngeles; el primero desde 1875. El dem¨®crata Antonio Villaraigosa, hijo de emigrantes mexicanos, ha sido elegido para dirigir la segunda ciudad de EE UU.
Espa?a como problema o Espa?a sin problema, pero con una misi¨®n clara: la lengua, al final de la historia. "?sa fue una frase feliz de Francis Fukuyama, que s¨®lo hay que entender como un elemento para el debate. Yo habr¨ªa preferido el fin de una ¨¦poca, porque es m¨¢s exacto, m¨¢s preciso, aunque menos espectacular". Y ¨¦sa es una historia que s¨®lo est¨¢ empezando. Juan Pablo Fusi ha podido, por fin, reanudar la comida. S¨®lo nos falta el caf¨¦.
Babelia
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