La prueba de Villaverde
Hallar el equilibrio entre el deber de informar y la obligaci¨®n de no hacer da?o no siempre es f¨¢cil. Puede ser incluso muy dif¨ªcil cuando se abordan temas delicados como, por ejemplo, el brote de violencia xen¨®foba que se ha producido a principios de mes en el distrito madrile?o de Villaverde. Los ataques efectuados por j¨®venes espa?oles contra inmigrantes latinoamericanos tras el entierro (el d¨ªa 4) y el funeral (el 6) de un chico del barrio apu?alado por un muchacho dominicano han puesto a prueba ese equilibrio.
"La primera reflexi¨®n que hicimos con los sucesos de Villaverde fue intentar aplicarles un tratamiento los m¨¢s ajustado posible", cuenta Vicente Jim¨¦nez, subdirector del diario. "Nuestro principal temor era que un gran despliegue tipogr¨¢fico pudiera caldear a¨²n m¨¢s los ¨¢nimos. ?Qu¨¦ hacer? Se trata de un debate viejo, recurrente y sin resolver: ?qu¨¦ tratamiento merecen los atentados terroristas?, ?favorece a la estrategia de ETA todo el espacio que los medios dedican a sus acciones?, ?la publicaci¨®n de los cr¨ªmenes de violencia machista provoca un efecto mim¨¦tico y acaba por elevar la cifra de v¨ªctimas? Frente a estas dudas, los periodistas s¨®lo manejamos algunas herramientas: rigor, veracidad, contraste, proporcionalidad".
Jim¨¦nez prosigue: "Finalmente optamos por dar las primeras informaciones de Villaverde en las p¨¢ginas del cuadernillo de Madrid y no en la secci¨®n de Espa?a, para todas las ediciones. Consideramos que la situaci¨®n, pese a la tensi¨®n que se viv¨ªa en el barrio, estaba m¨¢s o menos controlada. Sin embargo, en d¨ªas sucesivos se produjeron nuevos incidentes, lo que convirti¨® el asunto en noticia de ¨¢mbito nacional. Ah¨ª actuamos con torpeza, ya que, tal vez lastrados por nuestras primeras reflexiones, tardamos varios d¨ªas en recoger el tema en todas las ediciones".
Entre el deber de informar y la obligaci¨®n de no hacer da?o hubo, por tanto, un desequilibrio en las ediciones que se distribuyen fuera de la capital y su provincia: la informaci¨®n fue escasa. En la edici¨®n de Madrid, por el contrario, se dedic¨® al tema abundante espacio.
Abro un par¨¦ntesis para aclarar que he elegido el conflicto de Villaverde no por las quejas recibidas, sino porque creo que los lectores tienen derecho a saber c¨®mo en el diario se adoptan decisiones sobre temas delicados. Por primera vez tomo como referencia una carta con la que no estoy muy de acuerdo, cuando lo normal es que elija las que se?alan errores que considero reales. He variado excepcionalmente de criterio porque es el ¨²nico mensaje que he recibido sobre el conflicto y, sobre todo, porque permite explorar los l¨ªmites del deber de informar.
Dicha carta, centrada en las noticias de los primeros d¨ªas, consideraba al diario "poco responsable" por publicar p¨¢rrafos como ¨¦ste, atribuido a los j¨®venes agresores: "Durante todo el recorrido corearon gritos contra los inmigrantes: 'Luego dir¨¦is que Espa?a es racista', 'fuera los negros', 'no a los inmigrantes'. Los comentarios de la mayor¨ªa de esas personas son que los inmigrantes sean expulsados del barrio porque con su llegada han crecido la delincuencia y la inseguridad callejera".
?Deber¨ªa el diario haber omitido ese tipo de manifestaciones?Plante¨¦ la duda a dos periodistas latinoamericanas que este a?o completan en Espa?a su formaci¨®n. Ambas coincidieron en que no se hab¨ªan sentido incomodadas por las informaciones y una de ellas asegur¨® que frases como las reproducidas "me permitieron comprender la dimensi¨®n del conflicto". Luego fue a Villaverde y vio que "no se exageraba".
Junto a p¨¢rrafos dedicados a los agresores se publicaron otros con opiniones de quienes se sent¨ªan amenazados: "Ahora estamos pagando justos por pecadores. Es horrible lo que pas¨® con ese chico... y el culpable debe pagar con la c¨¢rcel, pero que nos dejen seguir viviendo en paz".
Una de las periodistas consultadas precis¨® que los primeros d¨ªas, "en los que todo lo que se publicaba eran hechos y m¨¢s hechos, hab¨ªa un mayor protagonismo de los espa?oles", pero luego se equilibr¨® la balanza con informaciones protagonizadas por latinoamericanos, como la entrevista a V¨ªctor S¨¢nchez Rincones, el periodista colombiano del semanario Latino que fue agredido tras los funerales.
El redactor jefe de Madrid, Jes¨²s Duva, cuenta que desde el primer momento decidi¨® abordar el caso con suma delicadeza. "Los iniciales temores se confirmaron cuando, tras el funeral del chico asesinado, se produjeron incidentes de tinte xen¨®fobo en los que resultaron heridas cuatro personas (el m¨¢s grave, el redactor de Latino). Dos reporteros de EL PA?S fueron golpeados y se vieron obligados a escapar en una moto".
Duva agrega: "Todos estos incidentes me llevaron a la conclusi¨®n de que el homicidio hab¨ªa sido 'una chispa en el polvor¨ªn' de Villaverde, como titul¨¦ una de las informaciones. Desde que ocurri¨® el sangriento incidente hemos abordado el asunto con profundidad, intentando encontrar las ra¨ªces y confirmando que entre los vecinos de Villaverde hay un cabreo latente por considerar que han sido olvidados por las instituciones, pese a sus problemas de infraestructuras, salud, educaci¨®n e integraci¨®n social de los inmigrantes. Nuestra intenci¨®n ha sido no quedarnos en la superficie de un desgraciado homicidio, sino abordar las causas del deterioro de la convivencia en esa zona de la capital".
Poner el problema en su contexto y dar voz a los propios inmigrantes son algunos de los consejos que dan dos de los ¨®rganos que han abordado a fondo el tema de c¨®mo informar sobre extranjeros: el Foro de la Inmigraci¨®n de Vizcaya y el Consejo Audiovisual de Catalu?a (CAC), cuyas recomendaciones recoge el profesor Hugo Aznar en ?tica de la comunicaci¨®n y nuevos retos sociales, un libro publicado este a?o. Repasemos esos textos.
El Manual de estilo del citado foro, suscrito por la mayor¨ªa de medios vascos, sintetiza con precisi¨®n sus recomendaciones. Las cuatro principales son:
1. No hay que incluir el grupo ¨¦tnico, el color de la piel, el pa¨ªs de origen, la religi¨®n o la cultura si no es estrictamente necesario para la comprensi¨®n global de la noticia.
2. Es necesario evitar las generalidades, los manique¨ªsmos y la simplificaci¨®n de las informaciones. Los residentes extranjeros no comunitarios son tan poco homog¨¦neos como los aut¨®ctonos.
3. No deben potenciarse las informaciones negativas ni las sensacionalistas. Hay que evitar crear in¨²tilmente conflictos y dramatizarlos.
4. Es necesario contrastar las versiones institucionales. Hay que potenciar las propias de las minor¨ªas ¨¦tnicas.
El CAC plantea recomendaciones similares y alerta sobre el uso de t¨®picos negativos, pero tambi¨¦n sobre "la adopci¨®n mec¨¢nica y sistem¨¢tica de una actitud apolog¨¦tica o de un supuesto lenguaje pol¨ªticamente correcto" que "pueden llegar a ser, en ocasiones, formas de expresi¨®n de paternalismo euroc¨¦ntrico".
Este organismo de control audiovisual considera que mantener el equilibrio entre el deber de informar y la obligaci¨®n de no hacer da?o es algo que tambi¨¦n ata?e a los poderes p¨²blicos y lo formula as¨ª: "Las autoridades, los medios y los profesionales tienen el deber de no ocultar la verdad y de servir al derecho a la informaci¨®n, pero tambi¨¦n comparten la responsabilidad social de promover la convivencia, en un contexto de libertad, pluralidad y civismo".
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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