La mujer, motor del cambio gitano
Las roman¨ªes protagonizan el avance de un colectivo con carencias en salud, educaci¨®n y empleo
La abuela Herminia, gitana de 88 a?os, se cas¨® cuando ten¨ªa 14 y tuvo 14 hijos. Vivi¨® errante la mayor parte de su vida y asegura que muchas veces sufri¨® hambre. A sus hijos los cri¨® a duras penas en una chabola en Lugo. Apenas aprendi¨® a leer y a escribir y se dedic¨® s¨®lo a su familia. Una de sus hijas, Concha, de 53 a?os, se cas¨® a los 19 y tuvo tres hijos. Empez¨® la carrera de Magisterio, aunque no la termin¨®. Pudo mudarse con su familia a una vivienda de protecci¨®n social y vende ropa en la feria en Ourense.
Una de los m¨¢s de 100 nietos de Herminia, Mar¨ªa Jos¨¦ Jim¨¦nez, a quien todos conocen como Guru, acaba de cumplir 29, sigue soltera y piensa que cuando se case, tendr¨¢ s¨®lo dos hijos "para poderles dar una carrera". Estudi¨® Trabajo Social y es mediadora de programas de empleo en Vigo para los de su etnia, los gitanos. Su hermana Irene, tiene 26 a?os y tambi¨¦n estudi¨® una profesi¨®n. Su otro hermano, Manuel, de 27 a?os, no estudi¨® y trabaja como guarda de seguridad en Ibiza.
Uno de los cambios significativos ha sido la reducci¨®n de los ¨ªndices de natalidad
El 70% de la poblaci¨®n gitana mayor de 20 a?os no tiene el t¨ªtulo de graduado en ESO
La esperanza de vida de los gitanos es 10 a?os inferior a la media espa?ola
La historia de las tres generaciones de esta familia ejemplifica el cambio en la vida de la mujer gitana, que aunque dista mucho a¨²n de ser generalizado, est¨¢ forzando progresivamente la integraci¨®n de su comunidad en el resto de la sociedad espa?ola.
Para el director de la Fundaci¨®n Secretariado General Gitano (FSGG), Jos¨¦ Manuel Fresno, el cambio de mentalidad en los gitanos se da en toda la estructura familiar, pero es mucho m¨¢s marcado en las mujeres j¨®venes: "Adem¨¢s de querer tener hijos y familia, aspiran a mejorar sus niveles de instrucci¨®n y a trabajar para ser independientes".
Una de las evidencias de esta nueva forma de pensar es la reducci¨®n en sus ¨ªndices de natalidad. A finales de los setenta, las mujeres gitanas ten¨ªan tres veces m¨¢s hijos que el conjunto de las mujeres espa?olas. Actualmente las gitanas tienen algo menos del doble de hijos que el conjunto espa?ol. Mientras que el promedio nacional de fecundidad es de 1,3 hijos por mujer, cada gitana tiene 2,3, seg¨²n la FSGG.
"En la ¨¦poca de mi abuela, el papel tradicional de las mujeres era el de ser madre. M¨¢s hijos significaban m¨¢s ayuda y m¨¢s solidaridad. Una familia m¨¢s grande era s¨ªmbolo de grandeza", cuenta Guru. En cambio, "tal y como est¨¢ la vida", ella, para tener hijos necesita "m¨¢s estabilidad, econ¨®mica y laboral".
La educaci¨®n es un terreno donde los gitanos a¨²n se encuentran gravemente rezagados. Un 70% de la poblaci¨®n adulta gitana carece del graduado en Educaci¨®n Secundaria Obligatoria (ESO), el antiguo graduado escolar, seg¨²n la FSGG. En los menores de 20 a?os, la situaci¨®n cambia, aunque la deserci¨®n escolar puede llegar hasta el 30% y son pocos los que acceden a la educaci¨®n superior. La presidenta de la asociaci¨®n de mujeres universitarias roman¨ªes de Andaluc¨ªa (Amuradi), Beatriz Carrillo, asegura: "El atraso en educaci¨®n se debe tanto a la propia historia de los gitanos, cargada de expulsiones, como al sistema educativo, que no ha sabido incorporarnos".
La asociaci¨®n estima que s¨®lo el 1% de los 650.000 gitanos que se calcula que viven en Espa?a estudia en la Universidad. El 80% de esos alumnos son mujeres. "Esto se debe a que como motor de nuestro pueblo, somos m¨¢s conscientes de la necesidad de formarnos", asegura Carrillo. "A diferencia de los hombres, a las mujeres nos es dif¨ªcil empezar a estudiar, romper con las barreras que nos lo impiden, pero, una vez que hemos comenzado, no lo dejamos, somos muy constantes", a?ade Irene, la hermana de Guru. Estos datos de gitanos universitarios proceden de un estudio sociol¨®gico que la Junta de Andaluc¨ªa hizo hace m¨¢s de cinco a?os, los m¨¢s actualizados y representativos de los que se dispone. En Andaluc¨ªa viven casi la mitad de los gitanos espa?oles. Si no hay informaci¨®n precisa de esta comunidad es porque, por la ley de protecci¨®n de datos, en los censos no se puede clasificar por etnia y toda la informaci¨®n se ha tenido que obtener mediante estudios sociol¨®gicos.
Guru cuenta que en su ¨¦poca universitaria era la ¨²nica estudiante roman¨ª en la Universidad de Salamanca. Su carrera, Trabajo Social, es una de las preferidas de las estudiantes gitanas que, al tratar de superarse, cambian sus actividades tradicionales como venta ambulante, recogida de chatarra o faenas agr¨ªcolas. La mayor¨ªa de las gitanas que se prepara opta por ser mediadora social o por trabajar en la hosteler¨ªa, aunque el espectro se va amplio. "Hace poco, cuatro mujeres hicieron un curso para trabajar manejando gr¨²as de construcci¨®n", relata Guru, que trabaja en estos programas. Cree que el cambio de ocupaci¨®n es "forzoso", "una necesidad de reciclarse para no morir de hambre, porque las actividades tradicionales ya no dan para vivir".
Una educadora que trabaja en programas de alfabetizaci¨®n para mujeres gitanas, Victoria Mendiz¨¢bal, asegura que el colectivo "est¨¢ dando pasos de gigante". Pero en el cambio, "el hombre se est¨¢ quedando atr¨¢s". En su opini¨®n, la lucha es que los gitanos encuentren trabajo. Son muchos los estereotipos que pesan sobre ellos, seg¨²n esta educadora. "La mayor¨ªa no son ladrones, ni sucios, ni vagos, sino gente respetuosa, cari?osa y honrada, aunque, hay que decirlo, sin cultura de trabajo", afirma. La realidad es que al final "se colocan muy pocos". A juicio de Mendiz¨¢bal, las mujeres gitanas est¨¢n en un dilema: tienen muchas ansias de libertad, pero deben obedecer a los hombres, que no siempre est¨¢n de acuerdo con que ellas se superen.
Con todo, Mendiz¨¢bal cree que la comunidad roman¨ª terminar¨¢ integr¨¢ndose por completo en la sociedad. Matiza que "es un proceso que llevar¨¢ tiempo" y en el que los gitanos deben participar como protagonistas, ya que "les revienta sentirse empujados por los payos [los no gitanos], porque son orgullosos y muy dignos".
Guru, que vivi¨® hasta los 11 a?os en una chabola, asegura que "ning¨²n gitano vive ah¨ª porque quiera". En esas condiciones de marginalidad habitan todav¨ªa entre un 8 y un 10% de los gitanos, seg¨²n la FSGG, pero la abuela Herminia recuerda que s¨®lo hace dos generaciones "todos" viv¨ªan errantes.
Por su parte, la secretaria de Estado de Asuntos Sociales, Amparo Valcarce, maneja una cifra inferior de roman¨ªes que viven en condiciones precarias: el 5%, proporci¨®n que le parece "muy preocupante". "Los niveles de bienestar de los gitanos se han incrementado mucho en los ¨²ltimos a?os", puntualiza la secretaria de Estado.Valcarce se propone elaborar este a?o un "informe de diagn¨®stico de situaci¨®n y un plan de acci¨®n de la poblaci¨®n gitana", ya que "no hay datos fiables". El estudio fijar¨ªa las acciones prioritarias. Una de las m¨¢s previsibles es la sanidad. Seg¨²n SOS. Racismo, la esperanza de vida de los gitanos es 10 a?os inferior a la media "porque su situaci¨®n sanitaria es peor". Para Valcarce, los problemas sanitarios "no son de acceso, sino de educaci¨®n".
Los programas de integraci¨®n "tienen un reto a?adido", seg¨²n Amparo Valcarce: la constante inmigraci¨®n de otros gitanos desde Portugal y Europa del Este. "Sus niveles de pobreza y dificultad de adaptaci¨®n son mayores", asegura. Coinciden con la secretaria la Uni¨®n Roman¨ª y S.O.S. Racismo. "Dentro del colectivo, los gitanos extranjeros presentan una situaci¨®n particular, y un perfil general de mayor exclusi¨®n". "El precio de la vivienda y, en algunos casos, una tradici¨®n de nomadismo de muchos gitanos del Este, hace que algunos vivan en condiciones lamentables, expuestos a un desalojo que incide en la escolarizaci¨®n de los ni?os, ya muy precaria", dice S.O.S Racismo.
"No te dejan integrarte"
Pilar Claver¨ªa, presidenta de Kamira (una federaci¨®n nacional de asociaciones de mujeres gitanas), asegura que las condiciones de la etnia "est¨¢n mejorando mucho en general, aunque la discriminaci¨®n y el racismo siguen siendo permanentes". "Aunque quieras integrarte, no te dejan", asegura. "Si una paya aspira al mismo trabajo que t¨², es seguro que se lo dan a ella", asegura.
Mar¨ªa Jos¨¦ Jim¨¦nez, universitaria de etnia gitana, no ha sentido la discriminaci¨®n en carne propia, pero asegura que persisten los estereotipos: "Se retrata por un lado a la gitana bailaora y por el otro a la marginal, pero la mayor¨ªa no somos as¨ª. La mayor¨ªa participamos de la normalidad". Ella y su hermana Irene, veintea?eras, visten como el resto de las j¨®venes y es dif¨ªcil saber que son de esa etnia. En cambio, su abuela lleva la tradicional falda gitana negra desde que enviud¨® hace 18 a?os. Mar¨ªa Jos¨¦ e In¨¦s son como otras "gitanas invisibles" que se enfrentan a la discriminaci¨®n sobre todo "a la hora de buscar trabajo y de alquilar un piso". M¨¢s de la mitad de los gitanos se han sentido discriminados en el empleo, seg¨²n el Secretariado General Gitano.
En el proceso de cambio, los roman¨ªes tratan de no perder su ra¨ªz. Juan Jos¨¦ Bustamante, el primer gitano que prepara las oposiciones para juez, asegura que "no hay que confundir la marginalidad con la cultura roman¨ª". Cree que el reto de los gitanos es "despojarse de la pobreza y la marginaci¨®n y recuperar una historia y una cultura propia, basada en el gran sentido de la familia, la comunidad y el respeto a los mayores".
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