El espect¨¢culo de las figuras

Oyes hablar a Ponce y a El Juli y parecen hombres serios, sensatos, inteligentes y curtidos en mil batallas. Y lo ser¨¢n, con toda seguridad, porque s¨®lo quien tenga la cabeza sobre los hombros puede tocar la gloria con los dedos y ganarse el respeto que ellos se han ganado.

A esos mismos hombres los ves ayer en Las Ventas y no parecen ellos, sino caricaturas de s¨ª mismos. Y el aficionado se queda sin habla, sorprendido ante una situaci¨®n ins¨®lita, m¨¢s propia de charlotada en plaza port¨¢til que corrida de post¨ªn en la que llaman primera del mundo, con dos figuras de la modernidad transfiguradas en colaboradores necesarios de una degradaci¨®n que parece irrecuperable.

?Por qu¨¦ estos toreros, hombres inteligentes, vienen a Madrid a protagonizar el m¨¢s absurdo de los rid¨ªculos con una impresentable corrida? ?Qu¨¦ necesidad tienen de ofrecer un espect¨¢culo tan lamentable? ?Qui¨¦n es el enemigo que los convence para atentar de tan grave manera contra esta fiesta con exigencias toristas que rayan en el fraude y en supuesta connivencia con la empresa y la autoridad?

El primero de Ponce no alcan zaba, siquiera, la categor¨ªa de novillo; m¨¢s bien, ten¨ªa pinta de perro grande; inv¨¢lido, adem¨¢s, soliviant¨® con raz¨®n a gran parte del respetable que protest¨® ruidosamente durante toda su lidia. Y all¨ª pas¨® un mal rato, es de suponer, Enrique Ponce, que intent¨® justificarse, siempre al hilo del pit¨®n, en una labor sin inter¨¦s, entre las protestas del sol y el silencio complaciente -era tarde de claveles- de la sombra. Se esforz¨® en el quinto, mejor presentado, pero ni el ambiente era el m¨¢s propicio ni el torero estuvo l¨²cido. Muchos pases movidos y destemplados en una labor inconsistente pusieron fin a una lamentable actuaci¨®n de una figura del toreo actual.

Tampoco se sinti¨® muy c¨®modo El Juli en el desastre de la tarde. Es dif¨ªcil torear peor, m¨¢s desganado y sin ideas, que lo hizo este torero en el tercero. Como su compa?ero, intent¨® arreglar el desaguisado en el sexto, pero el naufragio ya no ten¨ªa soluci¨®n. De las mismas caracter¨ªsticas que sus hermanos, ese toro no hizo m¨¢s que poner de relieve sus trucos de torero ventajista y despegado.

El mexicano Zotoluco fue un convidado de piedra en tarde de bochorno. Ofreci¨® una imagen l¨¢nguida y desva¨ªda ante su soso primero. S¨®lo una meritoria tanda de redondos y pare de contar. Estuvo sin estar en ¨¦l con el cuarto, descastado hasta la desesperaci¨®n.

Si Ponce y El Juli son hombres inteligentes y aman esta fiesta, no deben volver a Madrid en condiciones tan nefastas. De lo contrario, sobrar¨¢n plataformas en defensa de los toros mientras las figuras atentan contra ellos con total impunidad.