La agon¨ªa amaz¨®nica
El mayor productor del mundo de ox¨ªgeno y agua, elementos imprescindibles para la vida en la Tierra, que es la selva amaz¨®nica, est¨¢ siendo destruido como un pulm¨®n humano lo es por un c¨¢ncer agresivo. El Gobierno brasile?o acaba de publicar un informe que ofrece cifras aterradoras sobre el ritmo de destrucci¨®n de esta inmensa selva. Cada a?o desaparece una superficie selv¨¢tica equivalente a la extensi¨®n de B¨¦lgica. En aparente paradoja, este desastre ecol¨®gico de incalculables consecuencias mundiales se ha acelerado con la recuperaci¨®n econ¨®mica de Brasil y su gran ofensiva exportadora de productos agr¨ªcolas, especialmente soja, cuyo precios han incentivado su plantaci¨®n siempre robando terreno irreversiblemente al bosque.
Entre la tala legal y la ilegal, el proceso parece imposible de frenar si no se pone en marcha un plan de urgencia nacional de lucha contra la deforestaci¨®n en el que la ayuda internacional es imprescindible. El Amazonas es territorio en su mayor parte brasile?o, pero es un patrimonio de la humanidad, adem¨¢s de una fuente de vida imprescindible para que el deterioro del medio ambiente, y en especial el efecto invernadero y el calentamiento del globo, no acelere cambios clim¨¢ticos catastr¨®ficos que el ser humano por necesidad, por ignorancia y por avaricia est¨¢ generando.
Los pa¨ªses desarrollados no tienen mucha autoridad para inducir a los pobres a ser tan escrupulosamente respetuosos como lo son algunos de ellos, aunque, por supuesto, no la mayor¨ªa. EE UU, con su oposici¨®n a Kioto y las nuevas concesiones para la explotaci¨®n de grandes zonas de bosque en Alaska, es el peor ejemplo. Brasil se enfrenta al dilema de frenar la deforestaci¨®n o fomentar la industria agr¨ªcola, que es la principal responsable de la primera. El mundo ha entrado en un siglo donde el calentamiento del globo ya se manifiesta en los glaciares de los polos y sigue aparentemente ciego ante la evidencia de que el ritmo de consumo y desarrollo actual es insostenible y amenaza de forma terrible a las futuras generaciones. Por eso, el plan contra la deforestaci¨®n de la Amazonia tiene que ser una prioridad mundial. La alarma lleva tiempo sonando.
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