Crece la presi¨®n sobre Chirac para que asuma las consecuencias si gana el 'no'
El presidente de Francia apelar¨¢ hoy a los electores a votar 's¨ª' en el refer¨¦ndum del domingo
Jacques Chirac intervendr¨¢ hoy por tercera y ¨²ltima vez en televisi¨®n, en esta oportunidad en solitario, para darle una mayor solemnidad institucional al mensaje, en defensa de un voto afirmativo a la Constituci¨®n europea. El presidente franc¨¦s procurar¨¢ poner en la balanza, de manera muy clara y did¨¢ctica, los retos de la consulta. Sin duda su razonamiento ser¨¢ estrictamente europe¨ªsta, deslind¨¢ndolo de toda adherencia de pol¨ªtica interior; no en vano hoy apenas un 44% de los franceses conf¨ªa en su presidente y menos del 28% en el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin.
Buena parte de la clase pol¨ªtica francesa sabe que incluir el destino de Chirac en la papeleta de voto, aunque sea incongruente, puede resultar rentable. La antigua ministra chiraquiana de Medio Ambiente, Corinne Lepage, ha reclamado de Chirac que "precise que no volver¨¢ a presentarse en 2007". Para el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, todo "est¨¢ en funci¨®n de la amplitud del no", pues la protesta puede ir desde exigir la dimisi¨®n del Gobierno a reclamar la del presidente y "la renegociaci¨®n de los tratados internacionales". Le Pen mira hacia Alemania: "Chirac debiera tomar ejemplo del canciller Schr?der", que no en vano ha convocado elecciones anticipadas tras su descalabro en la regi¨®n renana. Otros, como el soberanista Dupond-Aignan, recuerdan que "el general De Gaulle dimiti¨® en 1969 tras perder un refer¨¦ndum". Y el propio Nicolas Sarkozy, l¨ªder del partido de Chirac, dej¨® caer ayer a trav¨¦s de hombres de su entorno que da por perdido el s¨ª.
Lo cierto es que la consulta popular ha sido querida por Chirac, que hubiera podido optar por una c¨®moda ratificaci¨®n parlamentaria. En su momento, Chirac pens¨® sacar rendimiento pol¨ªtico de un refer¨¦ndum sobre una Constituci¨®n que, seg¨²n los sondeos, era aprobada por m¨¢s del 64% de los franceses. Contaba con dividir la izquierda, aumentar el foso entre socialistas y comunistas, agrietar la unidad de los primeros, avivar las eternas querellas entre ecologistas. Si hoy los socialistas aparecen enfrentados entre s¨ª y en ruptura con sus aliados, el panorama entre la derecha democr¨¢tica no es m¨¢s tranquilizador. Un primer ministro quemado, unos rivales a la sucesi¨®n a la presidencia -Nicolas Sarkozy y Fran?ois Bayrou- consolidados y una improbable reelecci¨®n que se convierte en imposible.
Mientras Sarkozy reclama ya que "hay que cambiarlo todo" y defiende el s¨ª dando la raz¨®n a los partidarios del no -"Francia necesita m¨¢s liberalismo porque nuestro modelo social ya no es el mejor"-, Dominique de Villepin, Jean-Louis Borloo y Mich¨¨le Alliot-Marie se preparan para suceder a un Raffarin que ser¨¢ sacrificado para darle un rostro al hipot¨¦tico culpable de las angustias referendarias, sea cual sea el resultado. En el El¨ªseo, la ¨²nica consigna pol¨ªtica para tiempos venideros es la de "esperar que amaine", pero es dif¨ªcil que el hurac¨¢n deje de soplar cuando es el propio Chirac quien m¨¢s vientos ha sembrado.
El ultraderechista Le Pen, que ha realizado una campa?a muy discreta -"la direcci¨®n pol¨ªtica del Frente Nacional (FN) acord¨® que no era necesario intentar apropiarse del no si quer¨ªamos que ganase", ha reconocido Carl Lang, secretario general del FN- alquilando salas de peque?o aforo para sus escasos m¨ªtines. Esa modestia interesada se acabar¨¢ la noche misma del 29 de mayo, cuando el FN reivindicar¨¢ su parte en el voto contrario al texto constitucional: el 50% de los votantes ser¨¢n gente que vota regularmente al FN o a candidatos soberanistas, es decir, Charles Pasqua, Philippe de Villiers o Jean-Pierre Chev¨¨nement. Para el FN, el buen resultado puede ser el canto del cisne.
Su l¨ªder carism¨¢tico, con 75 a?os, operado de c¨¢ncer en 2002, intervenido este a?o de una cadera, llegar¨¢ a las pr¨®ximas presidenciales con una edad y una salud que s¨®lo en la extinta URSS no le hubieran impedido acceder al cargo. Reacio a resolver el problema sucesorio, empe?ado siempre en dividir sus favores entre dos o tres candidatos para mejor debilitarles, dudando en convertir el partido en una estricta cuesti¨®n familiar, Jean-Marie Le Pen amenaza con contagiar sus achaques al FN.
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