La razonable sacudida
"Hoy d¨ªa no hay que creer que todo es verdad. Hay que creer que todo es necesario", le dice un sacerdote al protagonista de El Proceso. Vemos las cosas como las vemos no porque sean verdad, sino porque es necesario que las veamos as¨ª. El periodismo, lamentablemente, en Estados Unidos como en Europa, est¨¢ lleno de "necesidades", pero, de vez en cuando, se da una buena sacudida y vuelve a sus ra¨ªces: cuenta no lo que es necesario sino lo que es verdad, se afana en no creer la experiencia com¨²n y busca lo que la contradice.
El resultado suele ser magn¨ªfico. La ¨²ltima prueba son los reportajes del New York Times, publicados ayer en este peri¨®dico, sobre la com¨²n creencia de que Estados Unidos es la tierra de las oportunidades, el lugar del mundo donde menos cuenta la procedencia y m¨¢s el m¨¦rito. Se lo creen en Estados Unidos y nos lo creemos en Europa, pero resulta que no es verdad. Al final, explica el NYT, el ¨¦xito est¨¢ ligado estrechamente a la educaci¨®n y a la salud, y educaci¨®n y salud siguen ligados a la clase social. Los padres con dinero, educaci¨®n y contactos cultivan la educaci¨®n y los buenos h¨¢bitos de sus hijos. "Y despu¨¦s, cuando ¨¦stos tienen ¨¦xito, se dice que se lo han ganado", comentan con iron¨ªa los periodistas Janny Scott y David Leonhardt.
La cosa es que haber nacido pobre en Estados Unidos es bastante peor que haber nacido pobre en Europa Occidental, Jap¨®n o Canad¨¢. Es en Europa, con su sistema de educaci¨®n p¨²blica y su seguridad social, donde existe m¨¢s movilidad y donde las clases sociales marcan algo menos el futuro de los individuos.
Es curioso comprobar la cantidad de cosas que los ciudadanos y los medios de comunicaci¨®n damos habitualmente por ciertas y sabidas y que, en realidad, no son verdad. Algunas son trascendentes, pero incluso las que no lo son, merecer¨ªan una sacudida y un poco de escepticismo cr¨ªtico.
Por ejemplo, siempre se ha dicho que la Iglesia cat¨®lica tiene una gran influencia en el Pa¨ªs Vasco, pero en realidad, seg¨²n los datos del CIS, los vascos est¨¢n diez puntos por debajo de la media espa?ola a la hora de declararse cat¨®licos. Y las estad¨ªsticas del Ministerio de Educaci¨®n indican que los padres vascos que env¨ªan a sus hijos a la escuela p¨²blica en primaria son quienes menos reclaman formaci¨®n religiosa. No llegan al 40,5%, frente al 74,7% que la solicita en Madrid o el 84,8% en Asturias. En bachillerato, las cosas cambian algo, pero no porque los padres vascos rectifiquen su criterio (s¨®lo reclama clase de religi¨®n un 34,2%), sino porque el baj¨®n es espectacular en otras comunidades: en Madrid, por ejemplo, la demanda de religi¨®n en los institutos pasa a ser del 23,3% y en Asturias, del 27,7%. El r¨¦cord lo tiene Baleares, que salta del 64,4% al 10,2%.
Tampoco es verdad que los menores marroqu¨ªes inmigrantes sean los que m¨¢s delinquen en Espa?a. Por lo menos, no es as¨ª seg¨²n los datos del estudio que ha realizado en M¨¢laga el Instituto Andaluz de Criminolog¨ªa. All¨ª se demuestra que el n¨²mero de delitos que cometen los adolescentes de 14 y 15 a?os marroqu¨ªes es muy semejante al que cometen los j¨®venes procedentes del Reino Unido. Los muchachos turistas brit¨¢nicos roban tanto como los adolescentes inmigrantes marroqu¨ªes. Lo que pasa es que luego regresan a su pa¨ªs y ya no figuran como reincidentes.
No es cierto tampoco que Navarra sea la ¨²nica comunidad en la que la sanidad p¨²blica se niegue a practicar abortos y en la que se desv¨ªe regularmente esos casos a cl¨ªnicas privadas, pagando eso s¨ª, sin rechistar, las consiguientes facturas. Lo mismo sucede en Andaluc¨ªa, una comunidad que presiden los socialistas desde que se constituy¨® como tal, en 1981, y en la que una red sanitaria de m¨¢s de 30 hospitales es incapaz de prestar ese servicio. Ni tan siquiera es cierto que los Gobiernos navarro o andaluz est¨¦n obligados a hacer lo que hacen porque todos los ginec¨®logos andaluces o navarros se hayan declarado objetores de conciencia. De hecho, no existe una lista de m¨¦dicos objetores. Simplemente, los dos Gobiernos se plegaron en su d¨ªa a las presiones de quienes no quer¨ªan que la sanidad p¨²blica prestara ese servicio m¨¦dico. Sin m¨¢s. solg@elpais.
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