Hip¨®critas, farsantes, fariseos
Fui a la primera Feria del Libro en 1933. Luego he sabido qui¨¦nes eran algunos de los ni?os que me codeaban: Jos¨¦ Luis Alonso, Gregorito Mara?¨®n Moya. Ya de mayores habl¨¢bamos de aquella feria, en la que unos t¨ªteres de cachiporra interpretaban a Lorca, y a ¨¦l le iluminaron el camino del teatro: lo recorri¨® hasta el ¨²ltimo d¨ªa de su vida. Yo andaba -nueve a?os- preocupado con las cuestiones religiosas, que de ninguna manera casaban entre s¨ª dentro de mi cabeza. Aquel d¨ªa compr¨¦ unos Evangelios protestantes y un panfleto de cura republicano: "Hip¨®critas, farsantes, fariseos" contra los sacerdotes cavern¨ªcolas con la sotana oliendo a cera y semen.
Mi preocupaci¨®n de entonces estaba en que la voz de Jes¨²s en el Evangelio me atra¨ªa, el catolicismo me parec¨ªa una contradicci¨®n entera, adem¨¢s de da?ina. Aquel cura -?No ser¨ªa Basilio ?lvarez? No creo: el m¨ªo era m¨¢s serio, m¨¢s sereno- cre¨ªa que la Rep¨²blica iba a librarnos del desastre cat¨®lico y dispersarnos las peligrosas adherencias del Antiguo Testamento: se equivocaba, le dispersaron a ¨¦l, y continuaron con su farsa, su hipocres¨ªa y su farise¨ªsmo hasta... Bueno, hasta hoy mismo.
Hubo un concurso de bibliotecas infantiles. Llev¨¦ la m¨ªa, se expusieron en el Palacio de Comunicaciones, y gan¨® el ni?o Mara?¨®n. "No es verdad", murmuraban las madres de otros ni?os; "ha metido libros de su padre... El m¨ªo s¨®lo ha tra¨ªdo los suyos de verdad". Bueno, bueno... Los m¨ªos eran Salgari, que me gustaba menos que Julio Verne; la serie de Sherlock Holmes, alguna de H. G. Wells, especialmente el prodigio de El hombre invisible, que le¨ª en franc¨¦s como aprendizaje.
Se lee hoy m¨¢s; pero creo que s¨®lo porque la Rep¨²blica luch¨® de una manera eficaz contra el analfabetismo. La lucha no termin¨® con la Rep¨²blica, la continu¨® la Secci¨®n Femenina de Falange, sobre todo con las mujeres. Y se fueron creando generaciones que pod¨ªan leer pero no entend¨ªan lo que le¨ªan, o no les gustaba. Eso tampoco ha cambiado. El analfabeto que sabe leer es una gran lacra de nuestro tiempo. La misma idea de "libro" ha evolucionado, y con ella la de las fuentes de la cultura; y la misma cultura inescrutable, en un idioma que cada vez se separa m¨¢s del que se comprende y se guarda para una clase social. Como entonces, cuando la sabidur¨ªa estaba en el lat¨ªn y la traducci¨®n al castellano iba a la c¨¢rcel.
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