El espejismo de la bilateralidad
El Estado que negoci¨® los estatutos de autonom¨ªa con los distintos territorios que quer¨ªan constituirse en comunidades aut¨®nomas ya no existe. En el momento de la entrada en vigor de la Constituci¨®n, a finales de 1978, el Estado espa?ol era todav¨ªa la estructura unitaria y centralista que se hab¨ªa venido imponiendo preconstitucionalmente desde principios del XVIII y con m¨¢s intensidad desde que se transform¨® en Estado constitucional en el siglo XIX. Era una estructura unitaria y centralista minada internamente por el proceso pol¨ªtico que estaba viviendo el pa¨ªs con la transici¨®n, pero continuaba estando en pie. Las resistencias estatales a la descentralizaci¨®n eran notables. Dichas resistencias ten¨ªan que ser vencidas por impulsos de los territorios que quer¨ªan ejercer el derecho a la autonom¨ªa. De ah¨ª que la bilateralidad fuera una pieza clave en el proceso de transformaci¨®n de la estructura del Estado, que dar¨ªa como resultado el Estado Auton¨®mico. La negociaci¨®n de los estatutos vasco y catal¨¢n, la frustrada negociaci¨®n inicial del Estatuto gallego, el refer¨¦ndum del 28-F en Andaluc¨ªa... fueron momentos decisivos en esa inicial puesta en marcha del Estado Auton¨®mico, en la que la tensi¨®n entre el Estado y cada una de las comunidades aut¨®nomas era lo esencial.
Ese Estado ya no existe. El Estado espa?ol est¨¢ territorializado por completo en 17 comunidades aut¨®nomas que ejercen un derecho a la autonom¨ªa de la misma naturaleza, que tienen la misma arquitectura institucional, el mismo nivel competencial y, con la excepci¨®n de Navarra y Pa¨ªs Vasco, el mismo sistema de financiaci¨®n. ?sta es la realidad bajo la que se est¨¢n desarrollando los procesos de reforma de los estatutos de autonom¨ªa, que, justamente por eso, se diferencian por completo de los procesos estatuyentes originarios que empezaron en noviembre de 1979 con la negociaci¨®n de los estatutos vasco y catal¨¢n.
En 1979 se trataba de una negociaci¨®n casi exclusiva entre Pa¨ªs Vasco y Catalu?a, representadas por la Asamblea de parlamentarios de cada territorio y sus Gobiernos, y el Estado, representado por las Cortes Generales y el Gobierno de la naci¨®n. Era una negociaci¨®n bilateral casi perfecta, aunque el Gobierno de la naci¨®n y las Cortes Generales tuvieran que estar mirando con el rabillo del ojo qu¨¦ se pensaba de esa negociaci¨®n en las dem¨¢s regiones. Pero la negociaci¨®n estatuyente originaria fue bilateral.
Eso ya ni es ni puede ser as¨ª en los procesos de reforma estatutaria en curso en la mayor parte de las comunidades aut¨®nomas. El marco para la bilateralidad ha desaparecido. Siguen existiendo el Gobierno de la naci¨®n y las Cortes Generales, pero como ¨®rganos constitucionales de un Estado espa?ol diferente al de 1978. Y, sobre todo, existen, tambi¨¦n como parte de ese Estado, 17 Gobiernos y 17 Parlamentos aut¨®nomos. No asambleas de parlamentarios para negociar un estatuto, sino Parlamentos que hacen leyes, aprueban presupuestos y controlan a sus Gobiernos.
Ellos son los agentes principales de la vida del Estado Auton¨®mico. Todos juntos constituyen dicho Estado. Ninguno puede pretender que hay un Estado con el que se puede negociar por separado. La bilateralidad es un espejismo. Hace ya muchos a?os que dej¨® de ser posible. Contin¨²a habiendo en la Constituci¨®n una garant¨ªa de que a una comunidad aut¨®noma no se le puede imponer en el ejercicio del derecho a su autonom¨ªa algo que ella no quiera, pero no existe en la Constituci¨®n nada que permita a una comunidad aut¨®noma exigir que su manifestaci¨®n de voluntad exclusivamente tenga que ser aceptada por los dem¨¢s. Independientemente de la mayor¨ªa parlamentaria que pueda estar detr¨¢s de esa manifestaci¨®n de voluntad. Los procesos estatuyentes fueron exclusivamente bilaterales. Los de reforma estatutaria no podr¨¢n serlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.