'Yerma' y Barcelona
Como estoy en paro, he decidido destinar una parte de mi tiempo a una cuesti¨®n verdaderamente importante, una cuesti¨®n cuyo esclarecimiento nos va a dar de comer a todos nosotros. Me refiero, claro est¨¢, al nacionalismo, y m¨¢s concretamente a la rivalidad entre Madrid y Barcelona. Elijo para ello uno de los infinitos hechos que ocurren habitualmente en esta ciudad, Barcelona. En el folleto del festival Grec 2005, editado por el Instituto de Cultura de Barcelona, se enumeran las obras de teatro que se representar¨¢n en esta edici¨®n. Me interes¨® ver que una de ellas era Yerma, de Federico Garc¨ªa Lorca, as¨ª que le¨ª el breve resumen que de la obra se hace. Me llam¨® la atenci¨®n lo siguiente: "Lorca impact¨® el Madrid de 1934 con este poema tr¨¢gico estrenado en medio de una gran pol¨¦mica, un espejo de los conflictos humanos y sociales que acabar¨ªan explotando durante la Guerra Civil. Despu¨¦s del controvertido estreno madrile?o, la obra disfrut¨® de un gran ¨¦xito en Barcelona y se confirm¨® como uno de los trabajos m¨¢s bellos, intensos y emocionantes del autor, una mirada l¨²cida a un mundo injusto y extraordinariamente complejo".
Es una verdad a medias, y como es una verdad a medias de nuestra historia, puede convertirse en una gran mentira. En el Madrid de 1934 el estreno de Yerma fue un gran ¨¦xito de p¨²blico, tal como ha quedado reflejado en todas las biograf¨ªas que de Lorca se han escrito (creo que la de Ian Gibson es la m¨¢s exhaustiva). Pero entonces, como ahora, exist¨ªa una prensa conservadora y una prensa de izquierdas. La prensa conservadora de Madrid abuche¨® la obra, mientras que la de izquierdas la ensalz¨®. Seg¨²n Ian Gibson, en la Barcelona de 1935, "como cab¨ªa esperar, la reacci¨®n de la prensa es parecida a la registrada en Madrid: los peri¨®dicos liberales, republicanos y de izquierdas elogian calurosamente la obra -seg¨²n uno de ellos es 'una interpretaci¨®n po¨¦tica de la m¨¢s profunda realidad espa?ola', comentario que debe complacer a Lorca- mientras los dem¨¢s despotrican contra su 'inmoralidad', su vulgaridad, sus blasfemias, su falta de verosimilitud y su 'experimentaci¨®n ginecol¨®gica".
Pretender que el ¨¦xito en Barcelona, y no el controvertido estreno madrile?o, confirm¨® Yerma como "uno de los trabajos m¨¢s bellos, intensos y emocionantes del autor" es un ejercicio de barcelonacentrismo, es un no parar de mirarse el ombligo, es muy provinciano para una ciudad que se pretende cosmopolita. No quiero ni pensar qu¨¦ pasar¨ªa si la Residencia de Estudiantes hubiera estado aqu¨ª, o si la parte final de Yerma tuviera lugar en Barcelona. Puedo imaginar que en el centenario de su estreno, mientras toda Espa?a celebraba el A?o de Yerma, aqu¨ª se celebrar¨ªa, pongamos por caso, Yerma i Barcelona. Incluso en el caso de que lo escrito fuera absolutamente cierto, molesta la referencia madrile?a porque Barcelona, y esto es necesario que se entienda bien, no necesita referirse a Madrid, ni a ninguna otra ciudad, para tener una identidad propia. En otras palabras, la defensa de su identidad no puede pasar por la referencia constante a Madrid que se hace en programas locales de televisi¨®n y radio, art¨ªculos period¨ªsticos y dem¨¢s. As¨ª s¨®lo se construye la identidad de la oposici¨®n, y ¨¦sta resulta plana y aburrida. S¨¦ que intentar racionalizar sobre este tema es tiempo perdido, ya que este tipo de afirmaciones no llaman a la raz¨®n, sino a las v¨ªsceras. Aun as¨ª, de vez en cuando merece la pena puntualizar, ya que hoy por hoy todos podemos hablar sin miedo, ?o no?
Como s¨¦ que aqu¨ª gustan mucho los n¨²meros, terminar¨¦ con uno. En el Madrid de 1934 Yerma se represent¨® m¨¢s de cien veces, mientras que en la Barcelona de 1935 fueron 29 las representaciones.
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