M¨ªster 'taquillazo'
Anatemizado por la cr¨ªtica y adorado por el p¨²blico, Jerry Bruckheimer es el productor m¨¢s poderoso de Hollywood. Sus pel¨ªculas y series, de 'Piratas del Caribe' a 'CSI', arrasan. ?l confiesa un secreto: "Hago el cine que me gusta ver". S¨®lo le falta un Oscar.
Si hay una palabra que define a un productor de Hollywood es el t¨¦rmino excesivo. Y no s¨®lo por las cantidades de dinero que mueven, o por sus excesos a la hora de apelar al m¨¢ximo com¨²n denominador de las masas. Son excesivos en persona, hombres por lo general de complexi¨®n sangu¨ªnea, corpulentos, orondos y muy dados a los abusos verbales ya sea para alabar una idea o para pisotearla como un gamberro en el patio de la escuela. La norma se rompe con Jerry Bruckheimer.
No es que sus pel¨ªculas no tengan ¨¦xito. Por el contrario, su apellido es sin¨®nimo de taquillazo y durante su carrera ha recaudado m¨¢s de 13.300 millones de d¨®lares con sus filmes. Lo que le convierte en una anomal¨ªa entre los productores es que en un negocio donde el poder se demuestra hablando, Bruckheimer es un introvertido pose¨ªdo por el trabajo. Un hombre de complexi¨®n menuda que no necesita crecerse y prefiere mantener un perfil discreto en esta industria de grandes gestos. Son pocos los que le han visto re¨ªr y tampoco es muy dado a hablar. Su mayor acto de ostentaci¨®n es su Ferrari plateado, y por lo dem¨¢s prefiere meterse en un cine a ver una pel¨ªcula que asistir a una premi¨¨re. Quiz¨¢ por ello, y sobre todo por la fortuna amasada con sus pel¨ªculas, desde Flashdance hasta Top Gun; La roca o Armageddon; Pearl Harbor o Piratas del Caribe, y ahora tambi¨¦n en televisi¨®n con la serie CSI y todos sus derivados, Bruckheimer es el ep¨ªtome del poder en Hollywood, el hombre que ha sentado a m¨¢s personas en el cine y que define el Hollywood que vende en este milenio. Guste o no.
?Su secreto? "No hay secreto que valga. Se trata de un problema de gustos y de trabajo. Afortunadamente me gusta lo que hago y me dedico a ello en cuerpo y alma. Mis pel¨ªculas reflejan lo que me gusta. No hay m¨¢s misterio. Es como si abriera el peri¨®dico para buscar en la cartelera una pel¨ªcula. S¨®lo hago lo que me gusta ver como aficionado. Y mientras disfruto de todo el proceso. Me encanta el cine, ver pel¨ªculas, hacerlas y discutirlas. Me siento muy afortunado con mi trabajo", resume este estadounidense que se acerca a los 60 a?os. No los aparenta, siempre con camiseta y chaqueta deportiva negra y una barba rala en la que oculta posibles canas. Una forma f¨ªsica a la que contribuyen los 35 millones de d¨®lares en los que la revista Forbes cifr¨® su fortuna, uno de los productores mejor pagados de Hollywood. O su ¨²nica otra obsesi¨®n, el hockey, un deporte que practica en cuanto puede con un reparto estelar. Tom Cruise, Kiefer Sutherland, Keanu Reeves, Cuba Gooding Jr. o los hermanos Farrelly son algunos de los que acostumbran a lanzarse con ¨¦l a la pista.
El resto es trabajo, trabajo y trabajo, una dedicaci¨®n con la que llena las salas de un p¨²blico mucho m¨¢s joven que ¨¦l, pero con el que ha sabido conectar durante generaciones. Como se o¨ªa comentar entre la audiencia en uno de los primeros pases de su ¨²ltimo estreno, La b¨²squeda, "Jerry tiene pinta de tipo majo con el que nos podr¨ªamos entender". ?se es exactamente el deseo de Bruckheimer. "No me gusta que la audiencia tenga que trabajar duro en el cine. Me gusta que se sienten con sus palomitas y disfruten", resume.
Su nombre y el rayo que parte la pantalla cuando aparece el logotipo de su productora se han convertido en una se?a que el p¨²blico reconoce, como el castillo de la Disney o el le¨®n de la Metro. Dentro de la industria tambi¨¦n le conocen como el "rey Midas". "Los ¨¦xitos de Bruckheimer son extraordinarios", alaba Leslie Moonves, presidente de la cadena de televisi¨®n CBS, que ha recibido una inyecci¨®n de vitalidad gracias a las incursiones de este productor en un medio que casi desconoc¨ªa hasta este milenio. "Es uno de esos pocos productores que vienen del cine pero no s¨®lo respetan este campo, sino que se dedican a ¨¦l con la misma fuerza que pondr¨ªan en la pantalla grande, sin menosprecio", a?ade en referencia al ¨¦xito de CSI y de sus derivados, CSI Miami, CSI: NY, Cold Case o Without Trace, adem¨¢s del reality-show The Amazing Race, ganador de un Emmy en la ¨²ltima edici¨®n.
Para ser alguien que no conoc¨ªa el medio, ha entrado por la puerta grande colocando todas sus series entre las m¨¢s vistas en Estados Unidos. "Es alguien que no tiene miedo al riesgo", resume Nicolas Cage, con quien ha trabajado en La roca, Convictos en el aire, Gone in sixty seconds o La b¨²squeda. "Creo que su secreto es una visi¨®n honesta, la mirada del aficionado al cine que lleva dentro. Le gusta hacer pel¨ªculas que le entretengan y a la vez entretiene a otros, aunque lo que le hace ¨²nico es que busca sus actores, sus directores, sus guionistas, en los lugares m¨¢s extra?os, ya sea para hacer una pel¨ªcula taquillera con actores del cine independiente como Johnny [Depp] o John Malkovich o apreciando la nostalgia y la calidad que aportan veteranos como [Robert] Duvall, Jon Voight o [Gene] Hackman", dice Cage.
Bruckheimer ser¨¢ la anomal¨ªa en el Hollywood actual, pero su carrera recuerda en muchos puntos a la ¨¦poca dorada de esta industria. La habilidad para descubrir a nuevos talentos le asemeja a un Samuel Goldwyn, el maestro detr¨¢s del star-system. Tom Cruise, Eddie Murphy, Will Smith o Ben Affleck han sido descubrimientos de Bruckheimer como estrellas capaces de, como se dice en Hollywood, abrir una pel¨ªcula, de arrastrar al p¨²blico, una habilidad que tambi¨¦n ha sabido obtener de otros actores como Cage, Depp o Keira Knightley, uno de sus ¨²ltimos fichajes. Lo mismo se puede decir de su obsesi¨®n a la hora de encontrar un gui¨®n y afinar al m¨¢ximo la historia que quiere contar. En esto se parece a David O. Selznick, legendario productor de Lo que el viento se llev¨®, que cont¨® con 15 guionistas para este cl¨¢sico, un n¨²mero que se aproxima al de escritores que suelen pasar por las pel¨ªculas de Bruckheimer.
Y si Irving Thalberg, productor de productores, invent¨® los pases previos para conocer el pulso de su audiencia, Bruckheimer se alimenta de ellos. "Yo nunca considero que tengo una audiencia", se?ala. "Creo que se menosprecia al p¨²blico sin querer reconocer que tiene un criterio y que es capaz de enterarse de lo que es bueno", a?ade. En su opini¨®n, Hollywood es un campo muy competitivo donde su labor como productor es la de luchar por desarrollar el mejor material para ganarse al p¨²blico. Su s¨ªmil, un equipo de hockey donde su labor ser¨ªa buscar los mejores jugadores y el mejor entrenador para ganar la liga. "Y en Hollywood no hay tanto material que merezca la pena y siempre est¨¢s luchando con los otros equipos por tener a los actores y los directores que deseas. Por eso el trabajo es continuo para pod¨¦rtelos ganar, a ellos y, con ellos, al p¨²blico".
Titulado en psicolog¨ªa por la Universidad de Arizona y dedicado con ¨¦xito a la publicidad en Nueva York ya a los 23 a?os, Bruckheimer no lleg¨® a Hollywood hasta la d¨¦cada de los setenta. All¨ª ser¨ªa su amistad con el productor Don Simpson la que le convertir¨ªa en parte de uno de los t¨¢ndem m¨¢s envidiados de la industria. "Flashdance se lo tomaron como un golpe de suerte. En Beverly Hills Cop atribuyeron el ¨¦xito a Eddie Murphy. Hasta Top Gun no nos tomaron en serio", recuerda de una uni¨®n que aport¨® otros t¨ªtulos populares como Dos polic¨ªas rebeldes, Mentes peligrosas o Marea roja, en los que la incesable acci¨®n de unas historias sencillas con protagonistas fuertes, explosiones a¨²n m¨¢s fuertes y una banda sonora imparable dieron forma a las pel¨ªculas de este d¨²o. Al menos hasta su disoluci¨®n, con La roca, y la muerte pocos meses m¨¢s tarde de Simpson por sobredosis. ?l fue el otro plato de una balanza donde Bruckheimer era el elemento moderado frente a los excesos de Simpson.
"Fue genial tener un socio como Don porque el trabajo es duro y ¨¦l era el mejor", admite Bruckheimer de un tema que prefiere abandonar. "Lo bueno de seguir en solitario es que no tienes que responder ante nadie m¨¢s", agrega alguien cuyo sueldo suele superar los 13 millones de d¨®lares por pel¨ªcula, adem¨¢s de beneficios del orden del 5% o 10% sobre los ingresos de taquilla. Como reconoce Dick Cook, presidente de los estudios Disney, Bruckheimer ser¨¢ caro, pero vale cada d¨®lar que cuesta. "Ha sido nuestra mejor baza por muchos a?os, y nuestro deseo es continuar esa relaci¨®n", asegur¨® Cook en la confianza de renovar una asociaci¨®n que ha unido a Bruckheimer y a Disney durante 15 a?os.
Lo que sigue sin conseguir es un Oscar. Ni tan siquiera cuando Bruckheimer ha intentado poner algo m¨¢s de contenido (Ver¨®nica Guerin) o de arte (Black Hawk derribado) en su habitual despliegue de fuegos de artificio. Ha conseguido candidaturas para sus actores, como la de Johnny Depp, y se ha juntado con los realizadores m¨¢s variados, desde Michael Mann, Ridley Scott o Gore Verbinski hasta su constante asociaci¨®n con Michael Bay, junto al que hizo realidad el sue?o de ambos con Pearl Harbor, pasando por directores de culto como Antoine Fuqua, al que meti¨® en el campo de las pel¨ªculas taquilleras con El rey Arturo. Pero nunca ha olido el Oscar. "Mentir¨ªa si dijera que no lo quiero. Todos queremos un Oscar, y ser¨ªa de locos no reconocerlo. Lo que no voy a hacer son pel¨ªculas para ganarlo. Si me lo dan, maravilloso, pero no pienso forzar nada en mi carrera para que sea del gusto de la Academia", ataja con firmeza. Como buen productor, cuando el tema no es de su agrado, la mejor salida es cortar por lo sano. Y sabe que su ¨¦xito con la audiencia es un arma de doble filo. Las mismas publicaciones que este a?o le han seleccionado como el productor m¨¢s poderoso de la industria -entendiendo por poder la mezcla de control, ¨¦xito en la taquilla, influencia y moda- recuerdan la fama de Bruckheimer como el mejor empaquetador de pel¨ªculas. "Es un empresario con la mejor de las habilidades para darle a la audiencia estadounidense el paquete perfecto en el momento perfecto, algo que tampoco est¨¢ mal", afirma el profesor Robert Thomson, de la Universidad de Siracusa. Esta carencia de lo que otros llaman arte le ha convertido durante a?os en uno de los productores m¨¢s odiados entre la cr¨ªtica. Como apunta el cr¨ªtico Kenneth Turan, de Los Angeles Times, y uno de los m¨¢s poderosos en Hollywood, "no importa qui¨¦n escriba o dirija sus pel¨ªculas, Bruckheimer siempre demuestra las mismas tendencias, populares entre la audiencia y anatema entre la cr¨ªtica", subraya antes de a?adir: "No puedo dejar de pensar que hay algo en este hombre que saca a flote el diablo que hay en m¨ª".
Estos ataques tambi¨¦n sacan el diablo de un productor normalmente callado, respuestas cortantes que son lo m¨¢s cercano al exabrupto que escuchar¨¢s de sus labios. Como dijo en una carta abierta a The New York Times, "el cr¨ªtico al que le guste Mi cena con Andr¨¦ no tendr¨¢ la misma respuesta con Armageddon. Yo hago un cine popular, y si a los cr¨ªticos no les gusta, no deber¨ªan encargarse de la cr¨ªtica". Su argumento es muy sencillo, al que no le gusten sus producciones, que no las vea, porque su estilo seguir¨¢ siendo el mismo. "A m¨ª no me molesta ver otros puntos de vista", agrega el productor defendiendo el suyo. Es un argumento que puede mantener mientras el ¨¦xito le siga sonriendo, aunque algunos comentaristas de Hollywood han se?alado que la f¨®rmula del ¨¦xito de Bruckheimer se apoya tanto en el mercado y en los gustos de la audiencia que sus producciones pueden acabar siendo una repetici¨®n del mismo esquema. Pero es un temor lejano porque, pese a que algunos de sus ¨²ltimos estrenos no han tenido la fuerza habitual, l¨¦ase El rey Arturo, a¨²n est¨¢ muy cerca su triunfo con Piratas del Caribe, un productor que en un solo a?o obtuvo con sus estrenos los mismos ingresos conseguidos en ese plazo por los estudios MGM y DreamWorks juntos. Por algo este a?o est¨¢ rodando las dos pr¨®ximas entregas de Piratas del Caribe.
"Yo no pienso en el ¨¦xito. Prefiero concentrarme en cada estreno, qu¨¦ es lo que necesita, trabajar fuerte para proporcion¨¢rselo y esperar lo mejor del esfuerzo", resume de una t¨¦cnica que le mantiene constantemente en sus rodajes, con la ¨²ltima palabra en su mano, pero dejando que sean sus directores los que sigan sus sugerencias. "Yo le llamo el maestro de la tortura china", ha declarado Bay, director de Pearl Harbor, tras trabajar con ¨¦l. "Sigue ese m¨¦todo de la gota de agua en tu frente hasta que te hace un agujero". Antoine Fuqua tuvo mayores desavenencias con su productor despu¨¦s de presentar una pel¨ªcula mucho m¨¢s violenta, de la que tuvo que recortar como una hora hasta dejar la versi¨®n actual de El rey Arturo. Aun as¨ª prefiere reservarse su opini¨®n del productor. "Es alguien que no s¨¦ si acabas considerando un amigo, pero maravilloso y con un talento indiscutible. No s¨¦ c¨®mo puede acudir a todo", dice Keira Knightley.
Como en sus pel¨ªculas, en la jornada de Bruckheimer todo es acci¨®n. Siempre est¨¢ en su despacho o en el rodaje, adem¨¢s de viajar con su DVD port¨¢til para revisar lo rodado o conocer a la competencia. Un ritmo que se acelera cada vez que tiene un estreno. Entonces, se pasa el fin de semana de un cine en otro mezcl¨¢ndose con la audiencia. "Suelo alquilar una furgoneta e invito al director o a quien se quiera apuntar de los actores a que vengan conmigo de inc¨®gnito", describe con lo que podr¨ªa ser un atisbo de sonrisa.
Por si el patriotismo de sus cintas dejara alguna duda, Bruckheimer tiene otra anomal¨ªa en una industria predominantemente dem¨®crata: es republicano. Su voto fue a Bush aunque nunca lo dir¨¢ en p¨²blico. Puedes llegar a discutir el asunto de los valores morales, de la irresponsabilidad de hacer pel¨ªculas violentas donde las explosiones de las guerras parecen fuegos de artificio, pero ¨¦l contraatacar¨¢ con el realismo de la guerra que mostr¨® en Black Hawk derribado, aunque fuera una guerra vista desde el mando estadounidense. Este a?o tiene un nuevo proyecto, con la colaboraci¨®n del Pent¨¢gono, sobre la invasi¨®n de Irak y la guerra contra el terrorismo. Claro que tambi¨¦n prepara una comedia sobre un ni?o prodigio, adem¨¢s de la continuaci¨®n de Piratas del Caribe. Y piensa a?adir a su cartera de proyectos la creaci¨®n de videojuegos de acci¨®n.
"Me encanta ser capaz de entretener a la gente, hacerles escapar de sus vidas y quitarles por unas horas el mundo de sus hombros. Y si adem¨¢s de en el cine puedo conseguirlo en sus hogares, la satisfacci¨®n es mayor", afirma alguien al que s¨®lo le sacan de su mundo las pel¨ªculas de David Lean, Doctor Zhivago, Lawrence de Arabia, El puente sobre el r¨ªo Kwai o, en otro estilo, El padrino, French Connection, Good Will Hunting y Los 400 golpes. Un hombre que se atreve con todo menos con la adaptaci¨®n a la pantalla de las novelas de su esposa, Linda Bruckheimer. En su opini¨®n, eso ser¨ªa una receta segura para el divorcio. "No me quiero despertar con preguntas de por qu¨¦ he contratado a este actor y no a otro. Pero ser¨¦ el primero en comprar la entrada cuando llegue a los cines", afirma tras 11 a?os de matrimonio, otra anomal¨ªa en Hollywood.
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