El a?o de Pastor

Primero fue el Ciudad Real, en las semifinales, el que tuvo que sufrir el martillo de la estrategia de Juan Carlos Pastor. Ayer, en la final de la Copa, fue el Barcelona el que se encontr¨® con un equipo furioso por vencer y con un entrenador que, despu¨¦s de ganar el Campeonato del Mundo, en T¨²nez, ha cerrado la persiana de la temporada del balonmano con la victoria copera. En cuatro d¨ªas los dos finalistas de la Liga de Campeones se han chocado contra el muro de Pastor. Esta vez no fue suficiente Romero, el hombre de la final europea, ni el largu¨ªsimo banquillo barcelonista, ni siquiera las intervenciones formidables de Barrufet.

El partido comenz¨® marcado por la igualdad entre los dos equipos, aunque al Barcelona le costaba mucho m¨¢s defenderse de los ca?onazos de Fis y Gould. El camino comenzaba a allanarse para los de Pastor, pero entonces, aunque un poco tarde, apareci¨® Romero, quiz¨¢ el ¨²nico del Barcelona que puede enfrentarse a esas defensas pegajosas sin faltas que plantea el t¨¦cnico vallisoletano. ?l se ocup¨® de que el ataque catal¨¢n funcionase m¨ªnimamente y el descanso lleg¨® con empate en el marcador.

El Valladolid apret¨® el paso -no se le puede ganar sin correr- y entonces fue Barrufet el que tuvo que encargarse de que el Barcelona siguiese enganchado al partido, pero enfrente apareci¨® otro portero, Sierra, que con un pu?ado de paradas memorables elimin¨® la superioridad azulgrana. Pastor pidi¨® tiempo muerto, hizo un gui?o a sus pretorianos, Davies y Chema, y solt¨® su frase favorita, "Vamos a morirnos en el campo". Fue suficiente.