Un tributo a James Wolfensohn
A lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada, la econom¨ªa global ha alcanzado una prosperidad sin precedentes, cimentada en el comercio, los movimientos internacionales de capital y la innovaci¨®n tecnol¨®gica. Sin embargo, en medio de este innegable progreso sigue habiendo pobreza, enfermedad y analfabetismo generalizados. En un mundo empeque?ecido por las telecomunicaciones modernas, la televisi¨®n por sat¨¦lite e Internet, seguimos top¨¢ndonos cada d¨ªa con los grandes retos del desarrollo que seguimos afrontando.
Es posible que ninguna persona haya hecho m¨¢s por hacer sonar la alarma -gan¨¢ndose un merecido reconocimiento por sus numerosos ¨¦xitos y comprendiendo con claridad las deficiencias a¨²n sin resolver- que James Wolfensohn, el presidente saliente del Banco Mundial. Como director general del Fondo Monetario Internacional, he tenido el privilegio de trabajar estrechamente con Jim Wolfensohn, y de ver de cerca a un hombre con una misi¨®n extraordinaria: la reducci¨®n sostenible de la pobreza mundial.
La pobreza en cualquier lugar significa pobreza en todas partes
Wolfensohn abandon¨® una triunfal carrera en el mundo empresarial para dirigir la campa?a global contra la pobreza. Tal vez el mayor tributo a su compromiso y tenacidad sea que sus esfuerzos durante los ¨²ltimos 10 a?os hayan suscitado cr¨ªticas y alabanzas, ya que ha estado en el centro de todas las grandes campa?as destinadas a aliviar los males econ¨®micos de nuestra generaci¨®n.
Wolfensohn dirigi¨® el Banco Mundial hacia todos los debates importantes sobre desarrollo, y encabez¨® el esfuerzo por combatir el sida, adem¨¢s de otras enfermedades mortales que amenazan a numerosos pa¨ªses pobres. Ha sido un franco portavoz de los derechos de las mujeres y defensor de las preocupaciones medioambientales, adem¨¢s de un formidable palad¨ªn de los argumentos para reducir la deuda de los pa¨ªses m¨¢s endeudados. Tambi¨¦n ha situado al Banco Mundial en el centro de los esfuerzos por ayudar a reconstruir las naciones que surgen de conflictos civiles devastadores, desde Bosnia hasta Sierra Leona pasando por Timor Oriental.
Como presidente del Banco Mundial, Wolfensohn afirmaba machaconamente que el mundo no puede dividirse entre "los que tienen" y "los que no tienen". La pobreza en cualquier lugar significa pobreza en todas partes, y es necesario un crecimiento equitativo para la estabilidad y la seguridad de todos. De hecho, ¨¦se es el verdadero significado de la globalizaci¨®n.
Al mismo tiempo, Wolfensohn realiz¨® una enorme aportaci¨®n a las tareas de desarrollo, defendiendo que la pobreza debe enfocarse como un problema multidimensional. Ahora se acepta de forma generalizada que la ayuda econ¨®mica por s¨ª sola no traer¨¢ una reducci¨®n eficaz de la pobreza. Por el contrario, la clave reside en un crecimiento sostenible que favorezca a los pobres, lo cual requiere una estabilidad pol¨ªtica -es decir, paz y seguridad para los individuos-, un buen gobierno y la participaci¨®n de todos los involucrados en las pol¨ªticas.
Bajo la direcci¨®n de Wolfensohn, el Banco Mundial ha seguido adelante con este exhaustivo y coordinado enfoque de forma concreta, realizando significativos avances en la lucha contra la pobreza global. Durante los ¨²ltimos 10 a?os, el Banco ha sido el mayor financiador externo de educaci¨®n primaria, asistencia sanitaria b¨¢sica, programas contra el sida y otros destinados a proteger el medio ambiente y la biodiversidad. Este proyecto est¨¢ orientado a mejorar la dignidad humana y mantener un desarrollo sostenible.
La insistencia de Wolfensohn en que se afrontara la corrupci¨®n como parte del proceso de desarrollo fue otro valioso paso adelante. Antes, el mero hecho de mencionar la corrupci¨®n en algunos c¨ªrculos oficiales se consideraba tab¨². Pero la corrupci¨®n constituye el mayor obst¨¢culo para el crecimiento y el desarrollo en muchos pa¨ªses, especialmente cuando se desv¨ªan recursos destinados a los pobres. El Banco Mundial insisti¨® en que la corrupci¨®n se percibiese como un c¨¢ncer, y en que combatirla fuera sin¨®nimo de luchar contra la pobreza.
De hecho, la franqueza fue un sello distintivo del mandato de Wolfensohn. Muchos ministros gubernamentales, funcionarios del Banco y representantes de ONG han experimentado sus afiladas cr¨ªticas y tambi¨¦n sus efusivas alabanzas. El FMI no ha sido inmune a este tratamiento. La fuerza de las instituciones de Bretton Woods reside en la diversidad intelectual, y el Fondo se benefici¨® de la honestidad de Wolfensohn, y tambi¨¦n de su compromiso con la cooperaci¨®n entre el Banco Mundial y el FMI, que fue afianz¨¢ndose progresivamente durante la pasada d¨¦cada. El trabajo de nuestras dos instituciones -en campos tan diversos como estrategias para la reducci¨®n de la pobreza, alivio de la deuda y el programa conjunto para analizar los sectores financieros en nuestros pa¨ªses miembros- fortaleci¨® la econom¨ªa global.
En ¨²ltima instancia, el desarrollo ata?e a la gente. La mayor virtud de Jim Wolfensohn ha sido su genuina preocupaci¨®n por los pobres del mundo. Su legado incluir¨¢ un Banco Mundial firmemente comprometido con un mundo en el que no exista la pobreza. Es posible que los pobres de todo el mundo se sientan m¨¢s pobres por perderle como su defensor y palad¨ªn. En realidad, sus perspectivas son m¨¢s optimistas gracias al trabajo de Wolfensohn durante la ¨²ltima d¨¦cada.
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