'Non, mais'
Ven¨ªamos de aquel oui mais de Georges Pompidou al refer¨¦ndum del general Charles De Gaulle y hemos terminado en este non que tambi¨¦n puede leerse como non mais porque la France siempre est¨¢ llena de radicalidades y de matices abiertos a todos los ex¨¦getas. Como sol¨ªa repetir un santo canonizado por el papa Juan Pablo II "lo mejor es enemigo de lo bueno" y en el refer¨¦ndum franc¨¦s acabamos de comprobarlo. La consulta popular se ha hecho dentro de un ambiente de fin de reinado que ha condicionado el recuento de las urnas. Los franceses han sido preguntados sobre su aceptaci¨®n al Tratado por el que se establece una Constituci¨®n para Europa pero han respondido a otras cuestiones.
Jorge Wagensberg titul¨® uno de sus ¨²ltimos libros Si la naturaleza es la respuesta, ?cu¨¢l era la pregunta? y siguiendo esa l¨ªnea deber¨ªamos interrogarnos a partir de la respuesta del no franc¨¦s del domingo sobre cu¨¢l es la pregunta a la que han contestado los convocados a las urnas. Para nuestro autor la cuesti¨®n de qu¨¦ es antes si el huevo o la gallina est¨¢ resuelta desde hace mucho tiempo. Primero fue el huevo pero naturalmente no era de gallina. Eso es lo que ha pasado en las Galias. El huevo no era de la gallina europea sino de la aut¨®ctona francesa mareada por un profundo malestar nacido de la globalizaci¨®n, del sentimiento de amenaza al modelo propio, que se percibe como resultado de los vientos ultraliberales. El caso es que los votantes franceses al depositar sus papeletas en los colegios electorales han ido m¨¢s all¨¢ de la pregunta que se les formulaba a la que s¨®lo se permit¨ªa responder con los monos¨ªlabos oui o non. Es decir, demasiada elementalidad para complejidades tan extremas. Ahora vendr¨¢n los ex¨¦getas a explicarnos el sentido de la respuesta y a repartir proporcionalmente las responsabilidades entre el presidente de la Rep¨²blica, el Gobierno de Jean-Pierre Raffarin, las divisiones del Partido Socialista de Fran?ois Hollande y Laurent Fabius, la extrema derecha de Le Pen, los trotskistas, los antiglobalizaci¨®n y todas las hordas imaginables. Como pudo advertirse durante la campa?a, nadie en el pa¨ªs vecino ten¨ªa autoridad pol¨ªtica o moral para comparecer ante los electores de manera indiscutida.
Ahora se trata de extraer las consecuencias para Francia, para Espa?a y para la Uni¨®n Europea. En Par¨ªs, el presidente Jacques Chirac intenta limitar los efectos del desastre a un cambio de Gobierno, evitando seguir el ejemplo del general De Gaulle que supo retirarse a tiempo. En Madrid, el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, ha recortado su optimismo antropol¨®gico para sumarse a sus colegas de otros nueve pa¨ªses miembros que ya han ratificado el Tratado y reclamar que contin¨²e el proceso emprendido. En Bruselas se busca limitar los da?os para llegar a diciembre de 2006 con la ratificaci¨®n de al menos 20 de los 25 pa¨ªses. Es decir, en condiciones de que el Consejo Europeo decida como prev¨¦ la redacci¨®n del Tratado.
Los m¨¢s recalcitrantes invocar¨¢n la vigencia del Tratado de Niza, cuya funcionalidad en una Uni¨®n Europea a 25 es claramente inviable. Mientras tanto llover¨¢ sobre la cotizaci¨®n del euro, se bloquear¨¢n las nuevas perspectivas financieras, amenazar¨¢n par¨¢lisis distintas pol¨ªticas en marcha y en la escena internacional cundir¨¢ la idea de que la UE deserta de sus obligaciones, ahora que tanto se esperaba de ella como contrapeso a la ¨²nica hiperpotencia norteamericana. Queda en Londres To?¨ªn Blair, que ya no se habla con su segundo y predestinado delf¨ªn Gordon Brown, para quien el rechazo franc¨¦s al Tratado podr¨ªa servir de excusa frente al compromiso del refer¨¦ndum en el Reino Unido. Sucede adem¨¢s que a partir del primero de julio Blair ocupar¨¢ por un semestre la presidencia de la Uni¨®n y ah¨ª le queremos ver.
Enseguida ser¨¢ necesario reflexionar sobre la tendencia de todos los Gobiernos nacionales a cargar en el pasivo de la Uni¨®n Europea todas las insuficiencias y dificultades que padecen. Y observar si despu¨¦s del non franc¨¦s al Tratado Francia gana peso o camina hacia la irrelevancia mientras se urde la manera de convocar a los electores galos de nuevo a las urnas para que terminen aprobando el texto que acaban de rechazar. Atentos.
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