Peque?o, suave, de algod¨®n...
Uno de los enemigos declarados de esta fiesta es ese grupo de ganaderos empe?ados en echar agua a la bravura, dulcificar la casta, disminuir el riesgo y potenciar la nobleza, a fin de convertir el toro en una caricatura de s¨ª mismo para goce y disfrute de figuras de papel cuch¨¦. En la b¨²squeda constante del toro artista, que embiste con cari?o, sin molestar ni asustar, han encontrado a un suced¨¢neo de Platero, peque?o, suave, de algod¨®n de az¨²car para paladearlo y comerlo.
Viene todo esto a colaci¨®n de los dos primeros novillos de la tarde, impresentables para plaza de esta categor¨ªa y motivo de verg¨¹enza para la autoridad que los acept¨®. Becerritos, blanditos, de coraz¨®n almibarado, que iban y ven¨ªan pidiendo permiso al se?or de luces que por aqu¨ª andaba, cual bailar¨ªn, en un intento bald¨ªo de estar a la altura cursi de animalito tan suave.
El Ventorrillo / Posada, Justo, Serrano
Novillos de El Ventorrillo, desigualmente presentados -muy chicos los dos primeros-, mansos y blandos; con genio los cuatro ¨²ltimos. Santiago Ambel Posada: estocada baja y atravesada (silencio); estocada perpendicular (silencio). ?lvaro Justo: estocada ca¨ªda (oreja); bajonazo y estocada (algunos pitos). Sergio Serrano: estocada (ovaci¨®n); tres pinchazos, media, un descabello -aviso- y un descabello (palmas). Plaza de Las Ventas, 30 de mayo. 3? novillada de feria. Casi lleno.
Ambel Posada dio muchos pases, pero no luci¨® nada porque lo que ten¨ªa delante era una sumisa ovejita a la que nadie concedi¨® la m¨¢s m¨ªnima importancia. Despu¨¦s, lleg¨® ?lvaro Justo, torero de espejo, que compone mucho la figura y maneja los enga?os con empaque y hondura, y tore¨® con cierta gracia por naturales, en tandas muy cortas, a un animalito mimoso. Faltaba novillo, sin duda, para que los pases resultaran vibrantes, pero el p¨²blico acept¨® de buen grado la situaci¨®n y le otorg¨® una ben¨¦vola oreja.
Despu¨¦s de esta cursilada, salieron novillos mejor presentados, de casta mansa y algunas gotas de agresividad. El mismo Posada no fue capaz de dome?ar las dificultades que le plante¨® el cuarto, y tore¨® acelerado, sin reposo, sin recursos, y siempre al hilo del pit¨®n. Pas¨® desapercibido el novillero con el novillo artista y con el deslucido. No es buen balance para quien debe aspirar a tanto.
Decepcion¨®, asimismo, ?lvaro Justo, que ech¨® por tierra las posibilidades de confirmar el corto triunfo que alcanz¨® en el segundo. No era bobo ni artista el quinto, sino con sentido y genio, que requer¨ªa los servicios de una muleta con mando en plaza. Parece muy fr¨¢gil este torero y se afligi¨® pronto. Comenz¨® por bajo con torer¨ªa, pero fue incapaz de mantenerse quieto cuando la ocasi¨®n lo exigi¨®. La muleta quedaba enganchada, se ve¨ªa obligado a rectificar el terreno, no encontr¨® la colocaci¨®n y, poco a poco, fue desbordado por el novillo.
El triunfo de Serrano en su primero fue que result¨® ileso de una espeluznante voltereta que recibi¨® al citar con la zurda. El novillo, manso y deslucido, lo lanz¨® a una altura considerable, y el torero recibi¨® un testarazo morrocotudo al caer en la arena. No obstante, se levant¨® como si tal cosa, con s¨®lo un varetazo en la pierna izquierda. Antes y despu¨¦s de la cogida no dijo nada porque pretendi¨® torear con la muleta retrasada y muchas prisas. De rodillas, ganando terreno, comenz¨® la faena al tambi¨¦n manso sexto. Envalentonado acept¨® el reto de su dificultoso oponente y consigui¨® tandas de escasa limpieza, pero de enorme vibraci¨®n. Se qued¨® muy quieto y supli¨® su inexperiencia con un extraordinario pundonor. Fall¨® a espadas y la oreja vol¨® en la tarde ventosa y muy desangelada para los tres novilleros.
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