El trato a los menores marroqu¨ªes
Trabajo en un centro en el que se acogen a menores que por distintas circunstancias est¨¢n en situaci¨®n de desamparo. En la actualidad el mayor n¨²mero de ingresos corresponde a chicos de nacionalidad marroqu¨ª. Estoy preocupada por el tratamiento que los medios de comunicaci¨®n est¨¢n dando en relaci¨®n con estos menores, hasta tal punto que empiezo a sospechar que esta sistem¨¢tica relaci¨®n de los menores, el consumo de drogas y la delincuencia no es fortuito, porque el empe?o es continuo.
No voy a negar que algunos chicos, en porcentaje m¨ªnimo, respecto al grueso de los que atendemos (espa?oles o extranjeros) puedan presentar alg¨²n problema de adicci¨®n que se trata de abordar a trav¨¦s de los recursos disponibles, pero de ah¨ª a la insistente sobredimensi¨®n del problema hay un gran abismo.
Me sorprende adem¨¢s el lenguaje y la forma de abordarlo. La terminolog¨ªa usada denota un gran desconocimiento y una gran falta de formaci¨®n en el tema. Un ejemplo. Un diario de mi ciudad public¨® el 13 de mayo un art¨ªculo titulado "J¨®venes inmigrantes escapan de los refugios para esnifar pegamento".
"Refugios" no existen que yo sepa, salvo en las monta?as. En Andaluc¨ªa cualquier menor desamparado, es atendido en alguno de los distintos centros de protecci¨®n que la administraci¨®n dispone al efecto. Para "escapar" hay que estar encerrado y no es el caso de los centros de protecci¨®n, que tratan de organizar la vida cotidiana de estos chicos atendiendo a criterios de normalizaci¨®n, acerc¨¢ndose lo m¨¢s posible a un modelo de vida en familia.
No s¨¦ si cuando los j¨®venes que afortunadamente viven en familia, no regresan a casa a su hora y vuelven con s¨ªntomas de haberse drogado, utilizamos el mismo t¨¦rmino. Es un problema que afecta a un sector de la juventud muy preocupante para los padres, los docentes y profesionales que tratan de buscar salidas a estas situaciones.
Ese mismo art¨ªculo relataba que "es un secreto a voces" el mensaje de su titular, pero para que exista un secreto tiene que existir una intenci¨®n de ocultar. Para nosotros, los profesionales, los problemas que los ni?os puedan tener est¨¢n muy lejos ser un secreto. Son temas delicados que sobre todo hay que abordar a trav¨¦s de los recursos pedag¨®gicos y terap¨¦uticos de los que disponemos (a veces insuficientes) y por supuesto deben tratarse con el debido secreto profesional. El gran descubrimiento del periodista s¨®lo agrava el problema, fomentando un discurso de alarma social.
La informaci¨®n prosigue diciendo que "despu¨¦s de consumir la droga, al menos uno de los chicos camina hasta un centro de acogida". Tal vez es l¨®gico que el periodista siga a este chico y no a los miles de j¨®venes que conforman el botell¨®n "aut¨®ctono" y con ello no quiero animar a que tal pr¨¢ctica se normalice entre los profesionales de los medios de comunicaci¨®n.
Echamos de menos art¨ªculos que informen de las realidades de los problemas sociales, de las injusticias o desigualdades que utilicen enfoques profesionalizados, con informaciones contrastadas, ricas en matices y en profundidad, con un trato digno a las personas que padecen estos problemas y dirigidos a la b¨²squeda de soluciones.
Creo que art¨ªculos como ¨¦ste s¨®lo sirven para propiciar mayor preocupaci¨®n ciudadana, olvidando el gran perjuicio que se ocasiona a los propios afectados y a otros chicos que vienen a este pa¨ªs buscando mejorar su calidad de vida, pero que a veces se encuentran con la incomprensi¨®n y la falta de respeto, porque las semillas para cosechar el racismo y la marginaci¨®n se siguen sembrando poco a poco.
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