M¨¢s reconocible que nunca
Acostumbrados a escuchar su parte diario, tanto en las ¨¦pocas de bonanza como de miseria deportiva, sorprende ahora que el presidente del Bar?a guarde silencio y tomen la palabra el entrenador y los vicepresidentes afines, que han convocado para hoy una junta extraordinaria cuando aplazaron las ordinarias hasta que el equipo gan¨® la Liga, y justo en el momento en que se reencontraron no supieron qu¨¦ decirse. Desde que son campeones, resulta que se ha sabido por parte del club que hay una "minor¨ªa organizada" que sabotea a una "mayor¨ªa estable". Ocurre que ha dimitido un directivo y a la vista de que otros dos pueden tomar las de Villadiego, la plana mayor ha tocada a rebato y, despu¨¦s de contraprogramar la actuaci¨®n que ven¨ªan protagonizando los disidentes, se propone solucionar la crisis en una tarde-noche.
Una vez se ha conquistado el t¨ªtulo, cuantos no se alinean con Laporta han regresado a la cancha y procuran dejar fuera de juego al presidente, sorprendido por el estruendo medi¨¢tico que se ha montado, obligado a replegarse y aplicar el rodillo parlamentario. Hay la sensaci¨®n, por vez primera, de que Laporta es vulnerable, y se cuentan unos cuantos dispuestos a medir su debilidad. A simple vista, no ha lugar o, cuanto menos, no se presenta como justo. El Barcelona ha dado un salto de calidad espectacular en s¨®lo dos a?os. La pujanza del club es extraordinaria y el equipo es tan ganador como convincente. Dif¨ªcil resulta explicar, consecuentemente, a qu¨¦ viene tanto alboroto. A juzgar por lo que dicen los que se quejan, sucede que Laporta ha cambiado tanto que es irreconocible.
Laporta gan¨® las elecciones entre otras cosas por su capacidad de liderazgo y ascendente. El candidato procur¨® disimular su pertenencia al colectivo Elefant Blau y su relaci¨®n con Johan Cruyff, a tal punto que el fichaje de Txiki Begiristain no se anunci¨® hasta despu¨¦s del triunfo, y se emparent¨® con grupos que dieron a la lista un car¨¢cter integrador. Aparecieron los pinyols o catalanistas, los cluster o economistas y los rosellons, por Sandro Rosell, encargado de capitalizar a la plantilla por su condici¨®n de ex directivo cualificado de Nike, relaci¨®n que entonces se defendi¨® con la misma determinaci¨®n que ahora los oficialistas la utilizan para ir contra el vicepresidente.
Frente al reformismo, se impuso la ruptura, y Laporta despert¨® la ilusi¨®n barcelonista porque conect¨® con la gent blaugrana. A medida que ha pasado el tiempo, sin embargo, la diversidad ha perdido peso y las caras viejas han podido a las nuevas, de manera que lo que antes sumaba, ahora resta. De repente se ha visto al presidente abrazado con Gaspart, que se ha sacado de debajo de la alfombra la llave de la ciudad, y le ha dado las gracias a Cruyff. Desde entonces, Cruyff aparece hasta en la sopa, utilizado como demonio por los disidentes y como amigo por los gobernantes, porque en su consejo encontraron consuelo cuando Rosell ya iba por el plan B, que consist¨ªa en poner a Gratac¨®s a la espera de Scolari.
La figura de Cruyff ha menguado la de Laporta, y Rosell ha sacado ventaja porque los que est¨¢n con el presidente saben m¨¢s de n¨²meros que de f¨²tbol, y ya se sabe que las cuentas no salen si no hay jugador que venda camisetas. A d¨ªa de hoy, cuesta reparar en la buena salud del club y, en cambio, se pregunta por qu¨¦ los chinos no ponen el dinero prometido por publicidad, qu¨¦ pasa con la ciudad deportiva, para qu¨¦ sirve la fundaci¨®n. Interesadas o consecuentes, las explicaciones de cuantos directivos o asesores dejan el club suenan a razonables frente a la dificultad que tienen para explicarse los que se quedan.
Rosell parece dispuesto a disputar el liderazgo a Laporta, al que no se le ha ocurrido nada mejor que combatir al personal que entr¨® en el club con el vicepresidente sin reparar en su aportaci¨®n. La falta de madurez y responsabilidad de ambos ha sido descorazonadora, y m¨¢s en el caso del presidente y sus compa?eros de consejo, porque despu¨¦s de negar la crisis la han magnificado con la convocatoria de un junta extraordinaria, que igual no se celebra porque los implicados dimiten con anterioridad.
A Laporta le toca intervenir, pues, ante quienes dicen que no le reconocen, curiosa percepci¨®n porque para los que supieron de su barcelonismo antes de ser candidato aparece hoy m¨¢s reconocible que nunca. Ahora, llegado a la presidencia, le toca responder a Cruyff, que se precia de haber recomendado al entrenador y al secretario t¨¦cnico, y combatir a Rosell, cuya bandera es Ronaldinho. Y si despu¨¦s a¨²n hay quien se pregunte c¨²al ha sido entonces la aportaci¨®n de Laporta, no le quedar¨¢ m¨¢s remedio que proclamar que los dos trabajan para el club que preside y los ha defendido y reforzado hasta alcanzar el t¨ªtulo.
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