Gran fisura del mundo moderno
Hace treinta a?os (16 de abril de 1975) Bernard P¨ªvot recibi¨® en su famoso programa cultural televisivo Apostrophe a Alexandr Solzhenitsin. Le acompa?aban Pierre Daix, Jean D'Ormesson y Jean Daniel. Despu¨¦s seguir¨ªa una larga pol¨¦mica, en el curso de la cual Raymond Aron escribi¨®: "Si Solzhenitsin molesta, si indigna, es porque ataca el punto sensible de los intelectuales occidentales: el punto del enga?o. Si reconoc¨¦is el gran Gulag, ?por qu¨¦ vuestra virtuosa indignaci¨®n s¨®lo tiene en cuenta a los peque?os gulagui? Los campos son campos, sean pardos o rojos".
Alexandr Solzhenitsin hab¨ªa ganado el Premio Nobel en 1970, ante la irritaci¨®n del poder brezneviano. En el a?o 1973 empez¨® a publicar en Occidente El archipi¨¦lago Gulag, una inmensa obra en tres partes sobre los campos de concentraci¨®n en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que hab¨ªa estado escribiendo clandestinamente desde 1958. En 1974,
ARCHIPI?LAGO GULAG II
Alexandr Solzhenitsin
Traducci¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa G¨¹ell
Tusquets. Barcelona, 2005
793 p¨¢ginas. 25 euros
Solzhenitsin fue expulsado de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En Francia, Seuil public¨® el libro en un momento oportuno: en la resaca de mayo del 68, el clima de cr¨ªtica a la Uni¨®n Sovi¨¦tica que esta revoluci¨®n propugn¨®, hab¨ªa propiciado que los disidentes del Este fueran protagonistas en los medios franceses. Siniavski, Daniel, Plioutcsh o Sakharov eran nombres conocidos en el mundo cultural. Pero eran tambi¨¦n los a?os del programa com¨²n de las izquierdas y Mitterrand y su gente, aliados con el PCF no ten¨ªan ning¨²n inter¨¦s en inquietar a Mosc¨². Es m¨¢s, en el esp¨ªritu de distensi¨®n, propio de esta fase de la guerra fr¨ªa, tampoco en Washington hab¨ªa especial inter¨¦s en molestar al Kremlin. Cuenta Aron en sus memorias que Kissinger desaconsej¨® al presidente Gerald Ford que recibiera a Solzhenitsin por razones de buena relaci¨®n con la URSS. En la Espa?a del tardofranquismo, la pol¨¦mica lleg¨® mediatizada por el contexto del franquismo y la resistencia. Plaza& Jan¨¦s edito dos vol¨²menes del libro en 1974. Despu¨¦s, en 1998, Tusquets inici¨® la publicaci¨®n de la versi¨®n de El archipi¨¦lago Gulag que el propio
Solzhenitsin revis¨® en los a?os ochenta.
El debate dio en Francia dos libros importantes: La cuisini¨¨re et le mangeur d'hommes, de Andr¨¦ Glucksmann, y Un homme en trop, de Claude Lefort. El libro de Glucksmann marca un punto de inflexi¨®n decisivo: la ruptura de la extrema izquierda intelectual con el marxismo-leninismo y la asunci¨®n de la cr¨ªtica del totalitarismo. Claude Lefort hab¨ªa mantenido siempre la mirada cr¨ªtica sobre lo que ocurri¨® en la URSS. Por eso escribe que Archipi¨¦lago Gulag era un libro que "unos pocos esper¨¢bamos desde hace mucho tiempo". Un libro que obliga a preguntarse por qu¨¦ "el miedo a la verdad ha sido cultivado tan obstinadamente".
Solzhenitsin narraba algo que ya se conoc¨ªa aunque la inmensa mayor¨ªa de la intelectualidad de izquierdas mirara a otra parte, los ojos fijos en el imperialismo americano: la realidad del sistema concentracionario sovi¨¦tico. Pero lo hac¨ªa con el talento de un gran escritor, que aporta un testimonio basado en la experiencia privada, con un lenguaje preciso y conmovedor no exento de iron¨ªa. El car¨¢cter conservador y hura?o de Solzhenitsin, su amor por la vieja Rusia y su religiosidad, y el anacronismo ut¨®pico de sus propuestas han oscurecido su figura. Pero su obra fue decisiva para rasgar el velo que imped¨ªa a buena parte de la izquierda europea ver y reconocer lo que estaba ocurriendo en la gran patria socialista.
Tusquets publica ahora Archipi¨¦lago Gulag II, el segundo volumen de la monumental obra. Y anuncia la publicaci¨®n del tercero. La construcci¨®n del archipi¨¦lago, la vida en su interior y las condiciones morales de la existencia del deportado son los temas de Campos de trabajo y exterminio y El alma y el alambre de espino, las dos partes del libro. Los habitantes de la naci¨®n sek -como se llamaba a los deportados a trabajos forzosos- "mueren como todo el mundo", escribe, "s¨®lo que en mucha mayor cantidad y antes de tiempo. Y el rito de su entierro es sombr¨ªo, pobre y cruel".
Sin ¨¢nimo de sintetizar ochocientas p¨¢ginas, me permito se?alar algunas ideas b¨¢sicas de
Solzhenitsin: el Gulag no es un invento de Stalin, desde el aura de la revoluci¨®n se imponen los trabajos forzados. Los campos de concentraci¨®n tienen un papel central en el sistema: no son una forma de represi¨®n excepcional, son la norma y est¨¢n ligados a la l¨®gica del comunismo sovi¨¦tico. La modernidad de los campos viene derivada de su legitimaci¨®n mediante la ideolog¨ªa. El sentido central de la existencia de la esclavitud y del archipi¨¦lago Gulag es el mismo: una organizaci¨®n social de explotaci¨®n forzosa e implacable del trabajo gratuito de millones de esclavos sin beneficio alguno para ellos.
Dice Pierre Hassner que la gran verdad reencontrada en Solzhenitsin, despu¨¦s de Simone Weil y de Hannah Arendt, es "la solidaridad ¨ªntima de violencia y enga?o". De ah¨ª la idea del Gulag como m¨¢quina de degradaci¨®n moral que no salvaba ni siquiera a los propios deportados. Archipi¨¦lago Gulag no es un relato de historias ejemplares, es la minuciosa descripci¨®n de las zonas prohibidas de un sistema que domin¨® medio mundo. Termino con Lefort: la importancia de este libro es que sin pretender hacer teor¨ªa "interpela el Siglo y remueve todo el edificio de sus representaciones, abri¨¦ndonos los ojos sobre la gran fisura del mundo moderno".
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