La poes¨ªa ense?a con rabia su riqueza
Una antolog¨ªa de Cervantes convive en la feria con t¨ªtulos de autores debutantes y malditos
"Yo soy de los que creen que la poes¨ªa, la gran poes¨ªa, est¨¢ inseparablemente unida a la vida".
Eso escribe ?ngel Gonz¨¢lez (Oviedo, 1925) en La poes¨ªa y sus circunstancias, reuni¨®n en Seix Barral de antiguos y nuevos textos cr¨ªticos, autocr¨ªticos y laudatorios. Tras los elogios a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, Antonio Machado, Gabriel Celaya, Emilio Alarcos o Luis Garc¨ªa Montero, entre otros muchos, el autor de Tratado de urbanismo dedica la ¨²ltima parte del libro a explicar cu¨¢l es y ha sido el contexto vital, moral y personal del que surgen sus poemas.
"Yo s¨¦ algunas cosas que est¨¢n en torno a y en el origen de mi poes¨ªa, pero s¨¦ poco de ella", escribe. Para explicarlas, Gonz¨¢lez se define aqu¨ª y all¨¢ como poeta autodidacto, pesimista, social, er¨®tico-amoroso, de la experiencia...; y, huyendo de las r¨ªgidas teor¨ªas de los cr¨ªticos formalistas, pone su obra en relaci¨®n con las situaciones hist¨®ricas que ha vivido y, m¨¢s bonito a¨²n, con sus propios or¨ªgenes familiares.
?ngel Gonz¨¢lez: "La poes¨ªa es una lectura que no se gasta; en cambio, lees una novela y ya est¨¢ gastada"
Caballero Bonald: "Cervantes dej¨® poemas brillantes, airosos y de mucha gracia expresiva"
Habla de su nacimiento: "Nac¨ª muy tarde, cuando mi hermana Maruja, la m¨¢s joven de mis tres hermanos, ten¨ªa ya 15 a?os". Habla de su padre, profesor en la Escuela Normal que muri¨® cuando ¨¦l ten¨ªa 18 meses. Habla de su hermano Pedro, marino, revolucionario, socialista y soldado republicano que se convirti¨® en su gran mito infantil y acab¨® exili¨¢ndose tras la guerra. Y cita a su hermano Manolo, "politizado s¨®lo en teor¨ªa", que "se qued¨® en casa y lo mataron".
Despu¨¦s habla de su madre, "un personaje excepcional" que le oblig¨® a estudiar a costa de mucho sacrificio. Y de su segunda madre, su hermana Maruja, maestra y gran lectora de poes¨ªa, que fue quien le inocul¨® el veneno.
En ese punto, Gonz¨¢lez abandona un momento la prosa y anota el principio del poema Recuerdo muchas veces a mi madre: "Recuerdo / bien / a mi madre. / Ten¨ªa miedo del viento, / era peque?a de estatura, / le asustaban los truenos / y las guerras".
Luego, recuerda: "Lo importante para ella era ser bueno y honesto. Es posible que en mi poes¨ªa haya quedado la nostalgia del mundo de bondad en que cre¨ªa mi madre, opuesto a una realidad donde esos valores no contaban demasiado. Probablemente esa decepci¨®n es lo que me lleva a hablar de las ruinas, de los escombros, de los despojos y todo eso".
La sabidur¨ªa de ?ngel Gonz¨¢lez no deja aparentemente cabos sueltos en ese breve y fragmentario relato hist¨®rico-autobiogr¨¢fico, una delicia que intercala noticias de amigos, viajes y lecturas con extractos de poemas relacionados con todo ello.
En otro momento, apunta: "Mi insistencia en la lectura de la poes¨ªa comenz¨® durante la ¨¦poca de la tuberculosis, cuando estuve enfermo, porque la poes¨ªa es una lectura que no se gasta; en cambio, lees una novela y ya est¨¢ gastada".
Bueno, quiz¨¢ no todas, pero la idea a lo mejor explica el aluvi¨®n de t¨ªtulos de poes¨ªa que las editoriales espa?olas han coincidido en presentar estos d¨ªas, al calor de la feria. Una torre de libros en la que cabe todo. J¨®venes, debutantes, malditos, rescates, nuevas colecciones, cl¨¢sicos...
Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald ha preparado y prologado para Seix Barral una amplia antolog¨ªa de los versos de Miguel de Cervantes, poeta denostado en aquel tiempo viperino. Caballero, siguiendo a Cernuda ("leamos ya sus versos con menos telara?as en los ojos"), ha redescubierto valores y sorpresas: "La espectacular sombra del Quijote oscureci¨® todo lo dem¨¢s, y aunque Cervantes fue un poeta irregular, eso no impidi¨® que dejara poemas brillantes, airosos y de mucha gracia expresiva".
"Algunos dir¨¢n que ¨¦sta es una edici¨®n oportunista, por lo de la verbena del IV centenario del Quijote, pero a m¨ª me ha gustado mucho releer su poes¨ªa", a?ade. "Varios poemas espl¨¦ndidos y memorables de La Galatea, ¨¦glogas parecidas a las de Garcilaso o Fray Luis de Le¨®n, los sonetos del Quijote, las poes¨ªas sueltas...".
Para el poeta gaditano, su Cervantes favorito ("yo, socarr¨®n, yo, poet¨®n ya viejo", "m¨¢s versado en desdichas que en versos") es el que no est¨¢ en los manuales: "El Viaje del Parnaso me parece lo m¨¢s convencional, el elogiado soneto al t¨²mulo de Felipe II sigue sin gustarme... Prefiero ahondar en la poes¨ªa popular de su teatro; ah¨ª es equiparable a cualquier otro poeta del Siglo de Oro, incluidos G¨®ngora, Quevedo, Lope, Boc¨¢ngel o Soto de Rojas. Quiz¨¢ es verdad que como poeta fue demasiado tradicionalista y se qued¨® rezagado, pero hay un hecho indiscutible: el Quijote s¨®lo lo pudo escribir un gran, aut¨¦ntico poeta".
Poeta de una pieza y muchas caras, ir¨®nico a ratos, desgarrado otras veces, amoroso, atormentado, fr¨ªvolo o gamberro, cuban¨ªsimo siempre. As¨ª es m¨¢s o menos, seg¨²n Joaqu¨ªn Juan Pe?alva, la personalidad y la poes¨ªa del dramaturgo, novelista, cuentista y poeta mucho tiempo invisible Virgilio Pi?era (1912-1979), del que Huerga y Fierro edita la antolog¨ªa La vida entera (1937-1977).
Su ant¨®logo cuenta que el admirador y luego enemigo ¨ªntimo de Lezama Lima guard¨® cientos de poemas en unas cajas que s¨®lo ahora se van abriendo; por eso el libro re¨²ne las dos ¨²nicas selecciones personales que realiz¨® el autor antes de morir: La vida entera, que incluye los poemas escritos entre 1941 y 1968, y Una broma colosal, con los que compuso en sus ¨²ltimos 10 a?os de vida.
Al estilo del Siglo de Oro (fue un empedernido cultivador de sonetos, dice Pe?alva), Pi?era dedic¨® varios poemas a Lezama (y uno a su mujer); el ¨²ltimo fue a t¨ªtulo p¨®stumo, y dec¨ªa: "Por un plazo que no puedo se?alar / me llevas la ventaja de tu muerte: / lo mismo que en la vida; fue tu suerte / llegar primero. Yo, en segundo lugar".
Libre como pocos pese a su larga vida de encierros en psiqui¨¢tricos, Leopoldo Mar¨ªa Panero (Madrid, 1948) vuelve a la carga en plena forma, con dos libros en uno. Huerga y Fierro edita Poemas de la locura seguido de El hombre Elefante.
Panero sigue siendo Panero, s¨®lo se parece a s¨ª mismo, pero resulta dif¨ªcil decir que se imita a s¨ª mismo porque siempre suena nuevo. Aunque ah¨ª est¨¢ su sello: la misma rabia, el mismo desencanto, la misma potencia. En la primera parte, escribe: "Me he vuelto loco / pero ah¨ª afuera sigue / el rumor s¨®rdido de la vida / y es como si el dolor fuera poco / como si hiciera falta otra vuelta de tuerca /otra vuelta de tuerca m¨¢s, todav¨ªa / a la bondad humana: a hombres / que arrastran mis pies / borrachera hedionda de silencio / como un ruido al fondo de la vida".
Y en la segunda deja este otro pu?etazo malditista, simplemente titulado Ciervo: "Como otros a una mujer yo canto a la ruina / Al dorado esplendor de la cat¨¢strofe / ?Oh! muerto rodeado de ¨¢ngeles / ?Oh! perfecci¨®n del desastre / Soy la esposa del desastre / Soy el ritmo de la nada en la sombra / Soy una caricia en mi cabeza calva / Soy el rezo de mi pene y el esplendor de mis dientes / Y un ciervo galopa sobre la p¨¢gina".
No de culto, al menos todav¨ªa, sino bastante oculta, es la poes¨ªa de Javier Reverte (Madrid, 1944), escritor de raza y ¨¦xito aventurero y viajero que ha reunido en Plaza y Jan¨¦s su trabajo completo desde 1979 hasta 2004. Ah¨ª est¨¢n los poemas de su primer libro, Metr¨®poli (1979-80), El volc¨¢n herido (1981-86) y Trazas de poliz¨®n (1992-2004), que da t¨ªtulo al volumen.
"La poes¨ªa ha sido para m¨ª una suerte de ejercicio de supervivencia", explica Reverte en el pr¨®logo. Casi todos los poemas surgieron "del instinto y del coraje", durante sus viajes, y fueron anotados en servilletas de papel, billetes de avi¨®n, sobres, peri¨®dicos... Luego, los orden¨® durante un ataque de malaria ("casi me mata"). Quiz¨¢ por todo eso, la mayor¨ªa son breves y guasones: "Larga es la vida, / alta la fatiga, / ancho el deseo, / corta la muerte, / ciertos los besos".
De besos, polvos y otros intercambios y maltratos anda sobrado el agitador y nada pol¨ªticamente correcto libro de Xabier Vila-Coia, poeta visual, vigu¨¦s y visceral nacido "en mayo del 69", que ha volcado en El hombre masa y la mujer panadera (editado por ¨¦l mismo en Lapinga Ediciones) sus reflexiones, diatribas y vivencias (en prosa, poes¨ªa e im¨¢genes) sobre el sexo y la pol¨ªtica.
Sin autocensuras ni, asegura, intenci¨®n de provocar ("?soy as¨ª!", expreso con libertad total lo que pienso y lo que siento"), con un humor a veces brutal y otras soterrado, Vila-Coia escribe, por ejemplo: "Ni un ni?o sin padres / Ni una mujer sin marido / Ni un empresario sin esclavos / Ni un polic¨ªa sin pistola / Ni un rico sin dinero / Ni un cura sin parroquia / Ni un presidente sin Gobierno / Ni un militar sin ej¨¦rcito / Ni un rey sin princesa / Ni un reloj sin due?o / Ni un cond¨®n sin agujeros".
La editorial Trea contribuye a la aventura con una bella colecci¨®n min¨²scula: obras de Berta Pi?¨¢n, Enrique Garc¨ªa, Carmen Pallar¨¦s y Xavier Palau.
Otros nombres que apuntan talento y vocaci¨®n son Agust¨ªn Fern¨¢ndez Mallo (A Coru?a, 1967), un f¨ªsico que publica Joan Fontaine Odisea (en La poes¨ªa, se?or Hidalgo); el debutante ?scar Aguado, ganador del I Premio Nacional de Poes¨ªa Joven de la Universidad Jos¨¦ Hierro con el memorable t¨ªtulo de Yo fui el negro que escribi¨® la Biblia; Jorge ?lvarez, madrile?o de 1980, que comparece con La puerta de todos (Nuevosescritores), y Roberto Loya (Madrid, 1961), que titula su segundo libro Artaud en la India (Calambur).
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