?xito impagable
Apenas ha pasado una decena de a?os desde que el deporte espa?ol comenz¨® a adentrarse en el ¨¦xito. La fecha se sit¨²a simb¨®licamente en los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona 92, aunque poco antes se apuntaban los indicios que ahora se han convertido en una realidad clamorosa. Un pa¨ªs dominado por el monocultivo del f¨²tbol, s¨®lo salpicado por los ¨¦xitos de unos pioneros geniales, se ha transformado ahora en una referencia mundial que contiene a estrellas como Fernando Alonso o Rafael Nadal, dos figuras que tienen en com¨²n su juventud, un talentazo indiscutible y un tir¨®n popular en todo el planeta. Sin duda, son dos estrellas emergentes en el reducido ¨¢mbito de las grandes figuras del deporte, donde no s¨®lo basta con ganar, sino que hay que producir un seguimiento masivo que inmediatamente se asocia con los grandes contratos de publicidad, la constante atenci¨®n medi¨¢tica y la fervorosa respuesta de los aficionados. Son carism¨¢ticos y eso ni se compra ni se vende. Se tiene y punto.
Es un momento de felicidad para el deporte espa?ol. Nadal juega hoy la final de Roland Garros dos d¨ªas despu¨¦s de cumplir 19 a?os. Tratar¨¢ de conquistar un torneo en el que son numerosos los espa?oles que han hecho historia. En los ¨²ltimos 15 a?os lo han conquistado Arantxa S¨¢nchez Vicario, Sergi Bruguera, Carlos Moy¨¤, Albert Costa y Juan Carlos Ferrero. Mucho antes lo hicieron dos legendarios: Manuel Santana y Andr¨¦s Gimeno. No es novedosa, por tanto, la presencia de un espa?ol en la final de Par¨ªs. Pero s¨ª es destacable la agitaci¨®n que ha levantado Nadal, convertido instant¨¢neamente en una de las grandes referencias del deporte mundial.
Nadal, como Alonso, a?ade un gigantesco salto al deporte espa?ol, caracterizado en los ¨²ltimos a?os por la amplitud de sus ¨¦xitos. Pocos pa¨ªses europeos pueden presumir de un abanico tan amplio de campeones, un arco capaz de contener en este breve periodo a un ganador de cinco ediciones del Tour (Miguel Indur¨¢in), un vencedor del Masters de Augusta (Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal), varios campeones de motociclismo, triunfadores en Roland Garros y un m¨¢s que posible campe¨®n del mundo de Formula 1.
Ning¨²n pa¨ªs europeo puede presentar una relaci¨®n comparable de campeones en especialidades y competiciones de tanto prestigio en el deporte. No, desde luego, Francia, ni tampoco Italia o el Reino Unido. Esto es as¨ª a pesar del v¨¦rtigo que produce. Durante d¨¦cadas, Espa?a fue un pa¨ªs acomplejado por el erial de la dictadura franquista. Tambi¨¦n en el deporte. El giro ha sido tan radical que cuesta asumir la privilegiada situaci¨®n actual y las consecuencias que eso supone. El deporte espa?ol ha sido una fuente de satisfacci¨®n constante en los ¨²ltimos tiempos, un periodo de felicidad que, entre otras cosas, ha servido para eliminar complejos y ofrecer una imagen de naci¨®n din¨¢mica, moderna y competente, capaz de medirse o de superar a pa¨ªses que parec¨ªan inalcanzables hasta hace bien poco. Campeones como Nadal y Alonso resultan impagables como difusores de prestigio en un momento en el que el deporte es algo m¨¢s que ocio o divertimento. Es un signo de calidad de una naci¨®n, un potent¨ªsimo proyector de imagen del que Espa?a debe sacar el m¨¢ximo rendimiento ahora que se enfrenta a desaf¨ªos como la designaci¨®n de los Juegos de 2012. En este contexto, no hay campa?a de prensa ni publicitaria que valga lo que ofrece gente como Nadal o Alonso.
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