El reto de Pascal Lamy en el comercio mundial
CONSTITUYE UNA CURIOSA paradoja que ahora que Europa se ha parado en cuanto a sus posibilidades de realizarse como potencia pol¨ªtica, los europeos dirijan dos de las instituciones multilaterales centrales para la gobernanza global del planeta: Rodrigo Rato preside el FMI, y a partir del 1 de septiembre, el franc¨¦s Pascal Lamy gestionar¨¢ la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC). La tercera instituci¨®n de estas caracter¨ªsticas, el Banco Mundial, lo dirige el jefe de los neocons norteamericanos, Paul Wolwowitz, desde la pasada semana.
Por consenso de sus 148 miembros, hace unos d¨ªas la OMC eligi¨® a Lamy para sustituir al tailand¨¦s de nombre imposible, Supachai Panichpakdi. Lamy, de 58 a?os, fue el anterior comisario de Comercio Internacional de la Comisi¨®n Europea, jefe de gabinete del presidente Jacques Delors y autor de diversos libros, como Europa en primera l¨ªnea y La democracia-mundo. Por una gobernanza mundial, este ¨²ltimo muy reciente. Es interesante leerlo ahora (Ediciones Seuil), a la luz de los referendos negativos hacia la Constituci¨®n europea, en Francia y Holanda, y de la elecci¨®n de su autor para la OMC, puesto que Lamy desarrolla en el texto la necesidad de Europa como un todo, para formar parte central de un poder democr¨¢tico global, a la altura de los retos gigantescos de este principio de siglo.
El nuevo director general de la OMC, un europeo, se enfrenta a dos gigantescas guerras comerciales que enfrentan a EE UU con Europa, y a ambas potencias, con China. Y adem¨¢s, abrir las reglas a Rusia e Ir¨¢n
Lamy no tomar¨¢ posesi¨®n de la OMC oficialmente hasta septiembre. Pero la organizaci¨®n no dispone de un periodo de transici¨®n ni siquiera de tres meses. El nuevo director afronta un reto estructural y muchos coyunturales de urgencia: el primero consiste en transformar la opacidad de la OMC en transparencia. Recu¨¦rdese que la primera victoria del movimiento altermundialista se produjo en Seattle, en 1999, cuando los manifestantes abortaron una asamblea de la OMC en la que se iba a aprobar el Acuerdo Multilateral de Inversiones (que daba m¨¢s poder a las multinacionales que a los Estados), que no hab¨ªa sido discutido en parte alguna.
En segundo lugar, Lamy deber¨¢ llevar a buen puerto las negociaciones sobre la liberalizaci¨®n del comercio, que dar¨¢n fin a la llamada Ronda del Desarrollo de Doha, y que se concretar¨¢n en la Conferencia de Hong Kong del pr¨®ximo diciembre. Entre los asuntos que comprende esta negociaci¨®n est¨¢n las subvenciones que los pa¨ªses ricos conceden a sus productos agr¨ªcolas para evitar que las exportaciones del Tercer Mundo inunden sus mercados. Se calcula que los pa¨ªses desarrollados aportan 240.000 millones de euros para esas ayudas (de los cuales 44.000 millones pertenecen a la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n de la UE).
Pero, aparte de los problemas cotidianos, dos batallas comerciales muy agudas se han apropiado de la coyuntura. La pasada semana, la UE y EE UU han presentado a la OMC sendas demandas de arbitraje que afectan a la aeron¨¢utica civil. Estados Unidos acusa la UE de permitir ayudas a Airbus (pr¨¦stamos a un tipo bonificado para lanzar nuevos modelos) por valor de 12.000 millones de euros, y la UE responde que el Gobierno estadounidense aporta subvenciones indirectas a Boeing, a trav¨¦s de contratos de desarrollo firmados por la NASA (agencia espacial) y por el Ministerio de Defensa, por valor de 30.000 millones de euros.
Paralelamente se recrudece la batalla sobre las masivas exportaciones textiles chinas, amparadas en la suspensi¨®n de las cuotas del pasado mes de enero. Europa y EE UU, en este caso aliados, imponen limitaciones a esas exportaciones, y China anuncia que elimina los aranceles de salida del pa¨ªs a 81 categor¨ªas de art¨ªculos desde el pasado 1 de junio. Detr¨¢s de la UE y EE UU est¨¢n empujando otros muchos pa¨ªses (Bangladesh, Vietnam o la zona del Magreb) que tampoco pueden competir con los productos baratos chinos.
Por ¨²ltimo, en el mandato de Lamy deber¨¢n abordarse dos incorporaciones pol¨¦micas a la OMC: la de Rusia y la de Ir¨¢n. Ambas tienen contrapartidas geopol¨ªticas.
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