Villaverde desde una mirada cercana
Llegu¨¦ a Villaverde con 12 a?os. En Villaverde viv¨ª mi adolescencia, mi juventud, mis primeros pasos como maestro, en el colegio p¨²blico San Roque, cuyos alumnos proced¨ªan de la UVA (Unidad Vecinal de Absorci¨®n). Aquellas UVA eran poblados prefabricados en los que se realojaba "provisionalmente" a los chabolistas. En el centro de la UVA se alzaban la parroquia y la c¨¢tedra Jos¨¦ Antonio. En la iglesia se reun¨ªan las asambleas de obreros de las f¨¢bricas cercanas en conflicto y en la c¨¢tedra se daban clases de adultos, macram¨¦, costura y se reun¨ªan algunos grupos de j¨®venes organizados en la parroquia. Asociaciones de cabezas de familia, alguna asociaci¨®n cultural, deportiva y poco m¨¢s. Las Comisiones Obreras y "el Partido" estaban presentes en todos estos espacios sociales.
Es f¨¢cil anunciar e inaugurar en la interminable campa?a electoral de Madrid
De aquellas gentes de Villaverde aprend¨ª casi todo cuanto s¨¦ sobre derechos ciudadanos, defensa de los trabajadores, ansias de libertad y de vida en democracia, necesidad de una escuela y sanidad p¨²blica, deseos de una sociedad que centre sus esfuerzos en mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos y especialmente de los m¨¢s desfavorecidos.
Paseaba este fin de semana por un parque de Villaverde con mi madre. Ochenta y dos a?os, de los cuales ha pasado m¨¢s de 35 en este barrio del sur. Mientras mi madre saludaba a las vecinas, madres de algunos de mis mejores amigos de la juventud, no pod¨ªa dejar de pensar en Manu, ese chaval recientemente asesinado en un parque de Villaverde. No pod¨ªa dejar de pensar en sus padres, hechos de la misma pasta que esos miles de mujeres y hombres que construyeron Villaverde.
Unos padres que contra viento y marea, en estos d¨ªas extra?os, duros, inexplicables, dolorosos, llaman a la calma de sus vecinos y les piden tras la manifestaci¨®n: "Llevaos a vuestros hijos a casa, que no pase nada".
Todos somos culpables de lo que est¨¢ pasando. Es un problema educativo y social. Se est¨¢n perdiendo los valores de todas las religiones. Una madre que expresa una sensaci¨®n generalizada en muchos barrios: "Viene gente desarraigada, con un baj¨ªsimo nivel cultural, para quienes la vida no tiene valor". Y que afirma: "Hay delincuencia y se sacan muchas navajas por menos de nada".
Hay quienes alertan sobre el surgimiento de comportamientos racistas en Villaverde. No percibo el menor atisbo de racismo en estas declaraciones. Son afirmaciones que proceden de una realidad cotidiana que mi madre, o cualquiera de sus vecinas, podr¨ªa suscribir punto por punto. Cada uno de nosotros dir¨ªa cosas muy parecidas en las mismas circunstancias. Afirmaciones que contrastan con las acusaciones vertidas por algunos responsables pol¨ªticos de la Comunidad, que culpan a la Delegaci¨®n del Gobierno y al Ministerio del Interior de los problemas de Villaverde. Es cuando menos simplista intentar reducir los problemas de este distrito a un asunto de orden p¨²blico y claramente tendencioso intentar descargar el problema en una parte de la Administraci¨®n, cuando son muchas las administraciones competentes que por omisi¨®n o indolencia han dejado que las cosas lleguen a este punto.
Villaverde tiene las m¨¢s altas tasas de paro de Madrid, cercanas al 7,5%, frente a una media del 5,8% en la capital, cuando distritos como Chamart¨ªn o Moncloa no alcanzan el 5%. Un porcentaje de paro que, en el caso de las mujeres del distrito de Villaverde, se eleva hasta el 10,61%. Un distrito que ha vivido un profundo fen¨®meno de deslocalizaci¨®n de sus industrias, las ¨²ltimas de ellas Alcatel y Renault Veh¨ªculos Industriales. Una zona que ha visto, a lo largo de los ¨²ltimos a?os, c¨®mo los desequilibrios econ¨®micos y sociales existentes entre los distritos del sureste y el noroeste de la capital no han hecho sino aumentar.
Aqu¨ª entra en liza la inmigraci¨®n. Villaverde es el tercer distrito de Madrid en implantaci¨®n de poblaci¨®n inmigrante, con un 18,2%. En Villaverde se encuentra el barrio con mayor porcentaje de inmigrantes de todo Madrid. El barrio de San Crist¨®bal tiene un 37,3% de extranjeros. La media de poblaci¨®n inmigrante en la capital es del 15%, la media en la regi¨®n se encuentra en el 12,9% y la media nacional en el 8,4%.
Lo peculiar de la inmigraci¨®n en Espa?a y especialmente en Madrid, con respecto a otros pa¨ªses como Francia y su capital, Par¨ªs, es que el crecimiento de la poblaci¨®n inmigrante se ha producido en muy poco tiempo. En enero de 2000 se encontraban censados en Madrid capital poco m¨¢s de 100.000 inmigrantes, mientras que en enero de 2005 esta cifra superaba los 480.000. Tan s¨®lo a lo largo del ¨²ltimo a?o la poblaci¨®n extranjera en Villaverde ha crecido un 19,9%. Es muy dif¨ªcil para una sociedad, por madura y sensata que sea, integrar y asumir esta realidad y sus consecuencias en tan poco tiempo.
No conviene olvidar que este crecimiento se ha producido bajo Gobiernos del PP en el Estado, la Comunidad y el Ayuntamiento. Gobierno del Estado que aprob¨®, de manera unilateral y huyendo del consenso, una Ley de Extranjer¨ªa que condujo a la irregularidad a la mayor¨ªa de esa nueva poblaci¨®n. El argumento del efecto llamada para endurecer la ley, o el mismo argumento esgrimido por el PP contra el proceso extraordinario de normalizaci¨®n de inmigrantes pactado por el Gobierno central, empresarios y sindicatos, recientemente concluido, olvida que el verdadero efecto llamada lo producen esos empresarios desaprensivos que utilizan masivamente inmigrantes irregulares para alimentar una econom¨ªa sumergida que les produce altos beneficios econ¨®micos, aun a costa de generar problemas econ¨®micos y sociales de dif¨ªcil soluci¨®n.
No afrontaremos la realidad y alimentaremos el huevo de la serpiente del racismo y la xenofobia, si no somos capaces de que la Comunidad y el Ayuntamiento cooperen para que distritos como Villaverde, especialmente afectados por el desempleo, por el deterioro econ¨®mico y productivo, por el incremento de poblaci¨®n inmigrante, por las carencias en materia educativa, sanitaria o de servicios sociales, cuenten con las inversiones necesarias para garantizar un mayor equilibrio y compensaci¨®n de las desigualdades que les separan cada vez m¨¢s de los distritos m¨¢s ricos de la capital.
Es f¨¢cil cruzar acusaciones entre administraciones. Es f¨¢cil anunciar, inaugurar y hacer propaganda pol¨ªtica en esta interminable campa?a electoral que vive Madrid. Es f¨¢cil tildar de racismo o xenofobia a la explosi¨®n descontrolada de un malestar latente, que es expresi¨®n de una sensaci¨®n de inseguridad creciente.
Es f¨¢cil mirar las im¨¢genes, conmovernos con ellas y no sentirnos concernidos, sentir nuestras manos lavadas por las l¨¢grimas. Como dice Susan Sontag, "siempre que sentimos simpat¨ªa, sentimos que no somos c¨®mplices de las causas del sufrimiento. Nuestra simpat¨ªa proclama nuestra inocencia, as¨ª como nuestra ineficacia. Puede ser una respuesta impertinente, si no inadecuada (a pesar de nuestras buenas intenciones)". Son palabras muy duras, pero m¨¢s necesarias que nunca, porque la compasi¨®n debe ser s¨®lo el primer paso para la reflexi¨®n y la acci¨®n.
Lo necesario, lo imprescindible en estos momentos, aunque sea dif¨ªcil, es que los compa?eros de Manu, sus padres, los habitantes de Villaverde, extranjeros o no, sientan que todos en esta ciudad estamos con ellos, que no toleraremos violencia alguna, que la Polic¨ªa Nacional y la Municipal, que la Administraci¨®n de justicia, sean implacables con los violentos y que estemos convencidos de que la convivencia consiste en algo m¨¢s que declaraciones de buenas intenciones. Tiene m¨¢s que ver con la cooperaci¨®n de todas las administraciones, de las asociaciones vecinales, de los empresarios y los sindicatos, de otros actores sociales, para intervenir de manera decidida en el desarrollo econ¨®mico y social del distrito y en el bienestar de sus ciudadanos. Gobernar exige voluntad, sensatez y unidad de todos para invertir en convivencia y luchar contra la violencia. El tiempo no juega en este caso a nuestro favor.
El autor repasa sus recuerdos del distrito
donde pas¨® su infancia y que sigue sufriendo,
pasados los a?os, problemas de marginalidad.
Francisco Javier L¨®pez Mart¨ªn es secretario general de CC OO-Madrid.
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