Gibson, chopos y ¨¢lamos
Tuve ocasi¨®n de hablar personalmente con Ian Gibson hace ya unos a?os, cuando quiso conocer a mi suegra, la ¨²nica hija de una de las heroinas de Federico Garc¨ªa Lorca; ahora vuelve el hispano-irland¨¦s a atraer mi atenci¨®n sobre su no distinci¨®n/diferencia entre cho-pos y ¨¢lamos, asegurando que nadie se la ha mostrado y que tanto don Antonio como Federico no los distingu¨ªan. Sin enbargo, son distintos, y para ello no hay m¨¢s que darse una vuelta por las choperas -que no alamedas- de Santa Fe o Fuente Vaqueros. La dificultad que encuentra Ian Gibson en encontrar uno de los espec¨ªmenes -el ¨¢lamo- es que el vive en tierras precoste?as, de naranjos en donde ninguna de esas especies prolifera; el chopo, en la vega de Granada, siempre ha sido un cultivo, alcanc¨ªa para el labrador mediano y un cultivo rentable para el rico que pod¨ªa soportar carecer de rentas de sus tierras durante ocho ¨® 10 a?os consecutivos; digo que el chopo siempre ha sido un cultivo mientras el ¨¢lamo nadie lo ha plantado ni lo ha cultivado, sino que ha surgido por "generaci¨®n espont¨¢nea", de ah¨ª su escasez con respecto al chopo; rara vez, por no decir nunca, se ha podido ver una alameda -que no chopera- en las vegas granadinas; correteando por los r¨ªos que limitan Fuente Vaqueros tanto al norte como al sur, los ni?os aprendimos pronto a distinguir el chopo del ¨¢lamo y tambi¨¦n del fresno, otra especie amiga del agua; all¨ª, los m¨¢s mayores nos ense?aron que, al menos hab¨ªa ¨¢lamos blancos y ¨¢lamos negros, seg¨²n el color de sus troncos y tambi¨¦n, aunque menos, de sus hojas; hojas y troncos que son distintos a los de los chopos, como sus propias ramas, aqu¨¦llas m¨¢s abierta y su madera m¨¢s dura.
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