Un musical 'petardo'
Autor de una ¨®pera prima, Piedras, que dio mucho que hablar (a pesar de su m¨¢s que discutible regocijo por la capacidad de sufrimiento de las mujeres), el malague?o Ram¨®n Salazar se empe?a en compatibilizar un universo personal recorrido por una vena indisimuladamente petarda y festiva con los modos de hacer de los g¨¦neros cl¨¢sicos, que el antiguo alumno de la Escuela de Cine de Madrid que es demuestra conocer mejor que la media de su generaci¨®n. Aqu¨ª, regresa a una tem¨¢tica que bien pudiera (es el caso de este cronista) dejar perfectamente fr¨ªa a una parte de la audiencia, el vehemente deseo de un travestido (M¨®nica Cervera, en un ejercicio de franca potencia interpretativa) de someterse a una operaci¨®n de cambio de sexo, por encima de cualquier otra consideraci¨®n, incluido, qui¨¦n lo dir¨ªa, del amor.
20 CENT?METROS
Direcci¨®n: Ram¨®n Salazar. Int¨¦rpretes: M¨®nica Cervera, Pablo Puyol, Miguel O?Dogherty, Concha Gal¨¢n, Lola Due?as. G¨¦nero: musical, Espa?a, 2005. Duraci¨®n: 113 minutos.
La forma mediante la que se cuenta ese deseo no es otra que el musical cl¨¢sico, el gran musical de la Metro de los cincuenta: coreograf¨ªas con docenas de bailarines, la Gran V¨ªa madrile?a convertida en una avenida a lo Un d¨ªa en Nueva York y, en general, bastantes gui?os al clasicismo del m¨¢s americano de los g¨¦neros constan en el haber del filme. Y ah¨ª es donde surge el mejor Salazar, el alumno aplicado: esa c¨¢mara que se mueve con levedad, el impresionante colorido de decorados y vestuario, la agilidad de los danzarines...
Todo lo dem¨¢s desmerece este peculiar fragmento, que parece salido de otro tiempo. Ni el gui¨®n, estirado y carente de contenci¨®n (llega casi a las dos horas de duraci¨®n), el gusto por un universo cotidiano canalla, sucio y desvencijado (?esa comunidad de vecinos en la que se concentra lo peor de cada casa!) y por una provocaci¨®n apta s¨®lo para el gusto de alg¨²n que otro gay despistado son otros tantos puntos negros de una pel¨ªcula que gustar¨¢ tal vez a espectadores poco exigentes y a amantes del cine como provocaci¨®n sexual, pero dif¨ªcilmente a nadie m¨¢s. Y es una l¨¢stima: el d¨ªa que Salazar tenga un gui¨®n m¨¢s mesurado y unos personajes m¨¢s cre¨ªbles har¨¢ la pel¨ªcula que, aunque no lo parezca, esperamos quienes apreciamos de ¨¦l las cualidades de su oficio.
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