Centros de menores, problemas mayores

Cualquier an¨¢lisis sobre los centros de menores en Catalu?a pasa por la Ley de Responsabilidad Penal de los Menores, de 2000. La ampliaci¨®n de la edad penal de los 16 a los 18 a?os abri¨® la puerta a la masificaci¨®n (en jerga sindical) o sobreocupaci¨®n (t¨¦rmino preferido por el Departamento de Justicia) y endureci¨® el perfil del interno.

Un menor puede permanecer hasta los 23 a?os en el centro antes de dar el salto a la c¨¢rcel. La poblaci¨®n reclusa ha aumentado el 64% desde que entr¨® en vigor la ley. El a?o pasado se acord¨® un plan de choque que preve¨ªa el m¨¢ximo aprovechamiento del espacio de los seis centros que hay en Catalu?a y estiraba su capacidad hasta los 242 internos.

Aunque la cifra fluct¨²a a diario, en los ¨²ltimos meses se han rondado los 270, seg¨²n fuentes sindicales. L'Alzina (Palau Solit¨¤) y los Til.lers (Mollet del Vall¨¨s), los m¨¢s grandes, se dise?aron para 50 internos, el plan de choque los elev¨® a 60 y acogen a 85.

Reinserci¨®n casi nula

Pero esa treintena escasa de excedentes, casi rid¨ªcula en contraste con el hacinamiento que aqueja a algunas c¨¢rceles, es la que impide rehabilitar a los internos, seg¨²n los sindicatos. La ley obliga a separarlos por edades y tipolog¨ªas para tratarlos y educarlos de forma individualizada. "Eso es muy dif¨ªcil ahora. Y eso conduce a que la reinserci¨®n sea casi nula actualmente", afirma Santi Mart¨ªn, presidente del comit¨¦ intercentros de justicia de CC OO.

Sindicatos y educadores coinciden en que a muchos de ellos los tienen ya muy vistos. El departamento lo niega. Josep Font, director general de Justicia Juvenil, asegura incluso que el grado de reinserci¨®n es alto, y los reincidentes, pocos. "Hay suficiente personal para mantener los niveles de calidad", defiende.

En los centros grandes hay entre 10 y 12 educadores trabajando simult¨¢neamente en cada turno: una proporci¨®n de un educador por cada ocho internos. Seg¨²n los sindicatos, es inviable un trato personalizado. A?aden que la congesti¨®n de los centros y la falta de personal explican que se haya disparado el n¨²mero de fugas en las ¨²ltimas semanas (al margen de otras causas m¨¢s evidentes, como la escasez de medidas de seguridad).

"Con mejores condiciones para trabajar es m¨¢s f¨¢cil establecer una buena relaci¨®n con el chaval. Entonces no piensa en escapar porque se siente a gusto, atendido", afirma Mart¨ª.

Que la poblaci¨®n reclusa aumente depende de factores como la inmigraci¨®n (el 41% es extranjera) o de que los jueces dicten medidas alternas al internamiento (¨¦sta es la extrema, s¨®lo para los que cometen delitos graves o son reincidentes).

Seg¨²n los n¨²meros actuales, la prevista apertura en 2006 del centro de Can Llupi¨¤, en el barcelon¨¦s barrio de Horta, acabar¨ªa con la masificaci¨®n. Pero todos los indicios apuntan a una ocupaci¨®n creciente.

?Es tan mala ley? "La ley es buena, pero naci¨® sin recursos materiales ni personales", juzga Mart¨ª. Cita las previstas medidas alternativas al internamiento, que para ser desarrolladas requerir¨ªan inversiones, acuerdos con ayuntamientos... "Es un derecho que tiene el menor y que no se aplica".