La oscura vida oculta
?Hubo alguna vez alguien que fotografiara la verdad? Lo pregunto porque todav¨ªa hay quien cree que las fotograf¨ªas pueden ser objetivas. Es m¨¢s, en periodismo todav¨ªa hay quien piensa que lo real existe de un modo ¨²nico, es decir, que sin manipulaciones se conocer¨ªa la verdad. Yo creo m¨¢s bien que las cosas no son como suceden, sino como se recuerdan, aunque se recuerden tan s¨®lo unas d¨¦cimas de segundo despu¨¦s de que hayan ocurrido. Todo testigo es forzosamente subjetivo. Pero sigue habiendo gente empe?ada en que las fotograf¨ªas dicen la verdad, lo que a fin de cuentas no es m¨¢s que lo que se pens¨® cuando se invent¨® la fotograf¨ªa. Fue Kafka uno de los primeros en salir al paso del equ¨ªvoco y advertir que el nuevo arte no tra¨ªa precisamente la objetividad. En comentario por las calles de Praga a su amigo Janouch, que le hab¨ªa dicho que las fotograf¨ªas no mienten, dijo Kafka: "?Qui¨¦n le ha dicho que no mienten? La fotograf¨ªa concentra nuestra mirada en la superficie. Por esa raz¨®n enturbia la vida oculta que trasluce a trav¨¦s de los contornos de las cosas como un juego de luces y sombras. Eso no se puede captar siquiera con las lentes m¨¢s penetrantes. Hay que buscarlo a tientas (...). Esa c¨¢mara autom¨¢tica no multiplica los ojos de los hombres, sino que se limita a brindar una versi¨®n fant¨¢sticamente simplificada de una mirada de mosca".
Una amiga acaba de ver en Madrid la exposici¨®n Las ciudades de William Klein que Photo Espa?a 2005 dedica al artista neoyorquino, un cl¨¢sico entre los cl¨¢sicos. "Sus im¨¢genes del Nueva York de los a?os cincuenta siguen siendo ruidosas, ca¨®ticas, desordenadas, violentas. La risas son risas; la circulaci¨®n, ensordecedora", me comenta mi amiga, que es una profunda admiradora de este artista que destac¨® en la ¨¦poca por enfrentarse a la tradici¨®n pl¨²mbea y acad¨¦mica de Cartier-Bresson y hacerlo con una fotograf¨ªa expresionista y callejera. Aparte de su exposici¨®n madrile?a, ¨²ltimamente Klein tambi¨¦n ha sido noticia porque aconsej¨® al Gobierno franc¨¦s que invadiera Estados Unidos. En entrevista con Elsa Fern¨¢ndez-Santos, se explicaba as¨ª el mi¨¦rcoles pasado en este mismo peri¨®dico: "Bueno, yo creo que Am¨¦rica es m¨¢s peligrosa que Corea del Norte. Am¨¦rica s¨ª que tiene armas de destrucci¨®n masiva. As¨ª que deber¨ªan lanzar un ataque preventivo contra ellos".
?Qu¨¦ vemos cuando creemos de verdad ver la verdad? Una fotograf¨ªa, al tiempo que registra lo que ha sido visto, siempre y en virtud de su naturaleza, remite a lo que no se ve. En definitiva, tenemos en ella la mirada de mosca junto a lo que no se ve, que es todo lo dem¨¢s, la gigantesca y oscura vida oculta. En el cat¨¢logo que ha tra¨ªdo mi amiga miro todas esas im¨¢genes -s¨®lo aparentemente objetivas- de Klein y me parecen muy superiores a las de Cartier-Bresson al tiempo que me viene a la memoria el gran Catal¨¢-Roca, cuyas fotograf¨ªas callejeras de los a?os cincuenta -tan subjetivas- nada tienen que envidiar a las del mejor Klein. Y aqu¨ª cabr¨ªa decir lo mismo de Xavier Miserachs, Colita y Leopoldo Pom¨¦s, por ejemplo.
La verdad -siempre subjetiva- es que hoy en d¨ªa, con tanta c¨¢mara digital circulando por nuestras bodas y comuniones, sucede que el arte de la fotograf¨ªa se nos ha vuelto familiar a todos y ya nos hemos olvidado de lo mucho que nos empa?a la vida oculta. Con nuestras familiares c¨¢maras digitales nos ocurre algo parecido a lo que sucede con el interruptor de la luz de nuestro cuarto. Nadie ve como un misterio que de pronto no funcione. Lo vemos tan cercano que ya no percibimos en ¨¦l los enigmas, que son m¨²ltiples y que, de conocerlos todos, nos llevar¨ªan al v¨¦rtigo y a los grandes abismos de la vida oculta.
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