"La conciencia hist¨®rica de un pa¨ªs se descubre en los peque?os detalles"
Manuel de Lope (Burgos, 1949) ha tardado cinco a?os en escribir Iberia. La imagen m¨²ltiple, cuyo segundo volumen aparece estos d¨ªas en Debate. Autor de novelas como Bella en las tinieblas, Madrid continental, Octubre en el men¨² o Las perlas peregrinas, entre otras, esta vez ha prescindido de la imaginaci¨®n para someterse, con todas las consecuencias, a la realidad. El resultado es un libro de viajes, "que se puede abrir y leer por cualquier parte", y que invita a conocer la Espa?a de hoy, m¨¢s all¨¢ de t¨®picos, de grandes explicaciones metaf¨ªsicas, de discursos pol¨ªticos.
A trav¨¦s de una escritura transparente y sobria, escrupulosa y minuciosa a la hora de describir la riqu¨ªsima variedad de paisajes de este pa¨ªs, Manuel de Lope ha querido evitar la exaltaci¨®n del viajero rom¨¢ntico y ha prescindido tambi¨¦n de hablar de s¨ª mismo en tercera persona ("el viajero..."). Recorri¨® solo este pa¨ªs de un lado a otro, tom¨® notas de cuanto vio y escuch¨® y se someti¨® a una rigurosa disciplina de transcripci¨®n y selecci¨®n de sus apuntes. El resultado es el apasionante retrato de un mundo en verdad m¨²ltiple, cargado de viejas resonancias hist¨®ricas, y en el que los espa?oles, sean de donde sean, muestran una fuerte identificaci¨®n con su lugar de origen.
"Hay una fuerte crisis de identidad. Europa est¨¢ buscando saber qui¨¦n es para construir su futuro. Es algo que tambi¨¦n le pasa a Espa?a"
"La televisi¨®n ha hecho m¨¢s por la uniformidad de los espa?oles que los a?os de franquismo. Aun as¨ª, es un pa¨ªs lleno de diferencias"
Pregunta. ?Por qu¨¦ Iberia y no Espa?a?
Respuesta. Eleg¨ª Iberia porque es el t¨¦rmino geogr¨¢fico que se utiliza para nombrar a Espa?a. Lo que he querido, sobre todo, es hacer una descripci¨®n exacta y real de este pa¨ªs, no entrar en divagaciones.
P. ?Qu¨¦ lugar tiene entonces el novelista en este libro de viajes?
R. El novelista habla en sus libros del mundo que le rodea y, en mi caso, el contexto en el que se desarrolla mi obra es Espa?a, as¨ª que me interesaba mucho describirla. Ese inter¨¦s pudo haberse visto reforzado por haber vivido fuera entre los 20 y los 45 a?os. Tambi¨¦n hay otras cuestiones personales en las que no tiene sentido entrar.
P. Es mucho tiempo. La Espa?a que dej¨® no tendr¨ªa nada que ver con la que encontr¨®.
R. Aunque mantuve una relaci¨®n muy intensa, y de hecho nunca perd¨ª el idioma, Espa?a no formaba entonces parte de mi entorno cotidiano. Cuando se est¨¢ fuera se tiende a embellecer las cosas, as¨ª que ten¨ªa ganas de recorrer un pa¨ªs que, en el plazo de una generaci¨®n, hab¨ªa pasado del siglo XIX al siglo XXI.
P. Un cambio tan brusco, ?no le ha obligado a proponer una interpretaci¨®n, un balance, una valoraci¨®n pol¨ªtica?
R. Al contrario, es m¨¢s bien lo que me ha obligado a aferrarme a una descripci¨®n lo m¨¢s objetiva posible. Para un ni?o de provincias, como yo, que creci¨® en un clima de relaciones humanas propio del siglo XIX, un cambio tan brusco es algo que impresiona. Los planes que puso en marcha el ¨²ltimo franquismo, hacia 1964-1965, acabaron dr¨¢sticamente con todo eso. Pero no he querido hacer un libro sociol¨®gico, no he pretendido resolver ning¨²n enigma hist¨®rico, ni dar una visi¨®n de la actualidad, ni sentenciar pol¨ªticamente lo que ha ocurrido.
P. ?C¨®mo se ha acercado entonces a la Espa?a de hoy?
R. Mi ambici¨®n ha sido contar lo que hay. Y entonces he empezado, en primer lugar, por lo geogr¨¢fico: los r¨ªos, las cuencas, los montes... Luego he prestado atenci¨®n a lo que ha ocurrido en ese escenario geogr¨¢fico: la historia (y tambi¨¦n el arte). Por ¨²ltimo me he acercado al componente humano, pero no lo he hecho como escritor (salvo en un par de ocasiones en que necesitaba decir que escrib¨ªa un libro para que me abrieran determinadas puertas), sino como un viajero m¨¢s que pregunta por lo que desconoce. Si uno habla como escritor enseguida se crea un clima artificial.
P. As¨ª que no ha perseguido atrapar la esencia de Espa?a, revelar su verdad profunda y escondida...
R. Esa vieja preocupaci¨®n de la Generaci¨®n del 98 ya se ha quedado muy antigua, por mucho que durante el franquismo quisieran prolongarla con aquel arrebato de la "unidad de destino en lo universal". Hoy ya nadie propone un discurso de esas caracter¨ªsticas, los problemas son otros, mucho m¨¢s pr¨¢cticos.
P. ?De verdad que lo cree? ?No le parece que muchos discursos est¨¢n llenos de referencias a viejas esencias que definen, frente a las dem¨¢s, lo que cada naci¨®n concreta es?
R. Hay una fuerte crisis de identidad en estos momentos. F¨ªjese en Europa, que est¨¢ buscando saber qui¨¦n es para construir su futuro. Es algo que tambi¨¦n le pasa a Espa?a, pero no se trata ya de encontrar grandes esencias metaf¨ªsicas. Lo que est¨¢n buscando son discursos pol¨ªticos cre¨ªbles. Por lo que se refiere a los problemas del Pa¨ªs Vasco y Catalu?a, son problemas administrativos. Aunque es verdad que muchas veces los asuntos estrictamente financieros, las cuestiones del dinero, se maquillen detr¨¢s de aparatosas esencias metaf¨ªsicas.
P. Cuando aborda el Pa¨ªs Vasco lo hace contando un concierto del festival de jazz de San Sebasti¨¢n, un evento cosmopolita...
R. Es que no hay que dejarse atrapar por los estereotipos que cada cual propone de s¨ª mismo. Y el festival tambi¨¦n existe, y est¨¢ muy bien. El siguiente lugar que describo es el mercado de Ordizia, lleno de proclamas nacionalistas.
P. ?Qu¨¦ episodios del pasado son los que ha encontrado que sean m¨¢s recurrentes, que sigan pesando en el presente?
R. ?ste es un pa¨ªs muy antiguo, ah¨ª est¨¢n los yacimientos neol¨ªticos en La Mancha. Y all¨ª por donde vayas hay huellas de la Guerra de la Independencia, de las guerras carlistas, de la Guerra Civil. Lo que, por mi sensibilidad, m¨¢s me ha emocionado son las huellas del pasado que siguen ah¨ª, pero como fuera de lugar. As¨ª, por ejemplo, un dintel de m¨¢rmol romano que encontr¨¦ en un peque?o y humilde bar de M¨¦rida. O, ah¨ª, cerca de Ciudad Rodrigo, una fortaleza de la ¨¦poca napole¨®nica que se ha convertido hoy en una granja por la que pastan las ovejas. La conciencia hist¨®rica de un pa¨ªs se percibe en los peque?os detalles.
P. ?C¨®mo son los espa?oles de ahora?
R. Me ha llamado la atenci¨®n que la gente de los distintos lugares responda en buena medida a sus arquetipos: el andaluz, el vasco, el valenciano... Es algo mucho m¨¢s profundo que lo que se impone ya de manera evidente: que la televisi¨®n ha hecho por la uniformidad de los espa?oles mucho m¨¢s que todos los a?os de franquismo. Aun as¨ª, este pa¨ªs es un pa¨ªs lleno de diferencias. Las que hay son mayores que las que existen entre los distintos lugares de Francia o Alemania. Hay una profunda identificaci¨®n de la gente con su lugar de pertenencia (uno alaba las manzanas de su pueblo; otro, las alubias del suyo; el de m¨¢s all¨¢, el clima), lo que revela que existen lazos directos y s¨®lidos, y que por eso son duraderos.
P. ?Qu¨¦ me dice de los paisajes?, ?hay alg¨²n momento que recuerde con especial cari?o?
R. Espa?a es un pa¨ªs de horizontes muy grandes, de perspectivas muy amplias. En el sur de Galicia, en la desembocadura del Mi?o, un d¨ªa que bajaba muy crecido, me acuerdo ahora de una tarde, hab¨ªa niebla, la luz era rojiza... Me vi sumergido en una profunda melancol¨ªa.
P. ?Y las ciudades?
R. Casi todas las ciudades est¨¢n rodeadas, desde los a?os setenta, por un cintur¨®n de ladrillo. ?ste es un pa¨ªs de especuladores natos, y eso se nota en todas partes. Afortunadamente, la zona interior de muchas ciudades se ha conservado bien, y muchas de ellas son muy bellas.
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