La investidura de la anchoa
Estamos sin anchoas y sin lehendakari, y, claro, empieza a ser preocupante. Quiero decir que a lo mejor nos hemos quedado sin anchoas para siempre. Pero Ibarretxe dice que no va a pedir ayuda a EHAK. Porque para eso est¨¢n los franceses, para seguir pescando y vendiendo la anchoa a los conserveros de aqu¨ª, conserveros sin fronteras. El ¨²nico que no se vende es Madrazo, porque ya no puede venderse m¨¢s, no porque no tenga precio. Aunque, para precio el de la humilde anchoa, el otro d¨ªa se pag¨® m¨¢s que la merluza. Me lo sol¨ªa decir mi padre hace muchos a?os, cuando la angula no val¨ªa nada: si alguna vez falta anchoa, se pagar¨¢ m¨¢s cara que las angulas. No contaba con los japoneses y sus esfuerzos por poner los bonsais de anguila por las nubes. Pero todav¨ªa la anchoa no ha dicho la ¨²ltima palabra. Como Aralar.
Patxi lehendaki, en cambio, s¨ª ha dicho que Ibarretxe anda sondeando el caladero de EHAK incluso con redes pel¨¢gicas, ya saben, esas que barren hasta el fondo. Entonces es cuando Ibarretxe ha pedido el cierre de la pesquer¨ªa, vamos, que afirma que no quiere pescar en EHAK ni chicharros. En cambio anda ech¨¢ndole los tejos al bonito, me refiero a Patxi lehendakari porque est¨¢ comenzando la campa?a del bonito aunque no se pueda utilizar cebo vivo de anchoa. ?Qu¨¦ le ofrecer¨¢ pues Juan Jos¨¦? Como experto que es en aguas revueltas, a lo mejor nada, que es lo ¨²nico que nos queda tras haber perdido esa se?a de identidad que es la anchoa.
Porque no vamos a ser los mismos sin nuestra dosis de anchoa o de bocarte. La anchoa nos est¨¢ trabajando por lo menos desde hace tanto tiempo como el PNV. Recientes excavaciones han demostrado que ya el vasco del neol¨ªtico mostraba preferencias por las anchoas a la papillote, de la misma manera que ya votaba a un Ibarretxe con taparrabos de vis¨®n. Hoy los polit¨®logos discuten si nuestra principal se?a de identidad es la lengua o la anchoa. Hombre, la lengua se presta a m¨¢s -se puede elaborar rebozada, a lo profesor sin perfil, sin consenso (Kontseilua), etc.-; en cambio la anchoa como mejor est¨¢ es frita, que es el estado natural del vasco, estar frito. Y salado, otra de las caracter¨ªsticas del vasco es la sal, s¨ª, somos muy salerosos, como lo demuestra el irrintzi. Cuando el vasco est¨¢ contento grita. Las anchoas en cambio, no. Aunque seg¨²n cierto sabio de la Antig¨¹edad llamado Opiano, pose¨ªan otras habilidades: "Muchas veces, incluso, los barcos encallan en ellas, como sobre un arrecife, y en muchas ocasiones los remeros enredan sus palos en ellas, y el remo presuroso queda fijo, como si hubiese chocado con una dura roca. Y quiz¨¢ alguno levanta enseguida un hacha de pesada hoja y golpea a las anchoas, pero no parte con el hierro el bloque entero, sino que s¨®lo separa una peque?a porci¨®n de la multitud. El hacha corta la cabeza de una y mutila la cola de otra, raja a otra por la mitad del cuerpo, y a otra la mata entera; es lamentable contemplar sus cuerpos como m¨ªseros cad¨¢veres. Pero ni a¨²n as¨ª se olvidan y no aflojan la cadena que las enlaza.
Confiesen que se han emocionado con tanto barco y remo y tanta demostraci¨®n de que en los tiempos de Opiano hab¨ªa traineras. Aunque, como nos conocemos tan bien, me consta, querido lector, que sobre todo te ha emocionado esa visi¨®n de las anchoas llenando el mar. Tambi¨¦n s¨¦ que has sentido un pellizco en la conciencia recordando c¨®mo nos las com¨ªamos cuando eran tan peque?as que ni se les pod¨ªa llamar as¨ª. Hemos esquilmado el Parlamento, digo el mar, y ahora lo lamentamos. ?Hasta hemos solicitado que se declare a Atutxa especie protegida!
Estamos tan desesperados que igual nos conformamos con una investidura. Pero, ?se podr¨¢ clavar la investidura a una guindilla y una aceituna? S¨ª se?or, se avecinan malos tiempos para la gilda, y sin gilda, ?qu¨¦ va a ser de nosotros? No me extra?ar¨ªa que nos dieran a Otegi de boquer¨®n; claro que, una vez que nos hemos tragado a tanto besugo, s¨®lo falta que nos aceiten.
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