'Cheque' para todos
Aunque no es el ¨²nico problema que socava la confianza popular en la integraci¨®n, las querellas presupuestarias en el seno de la Uni¨®n Europea est¨¢n en el origen de buena parte de los desencantos de estos d¨ªas. El gasto que la UE genera a sus socios es relativamente modesto (en torno al 1% del PIB europeo; cuatro veces menos de lo que aportan los Estados al presupuesto federal de Estados Unidos), pero es pol¨ªticamente muy sensible.
El debate sobre las finanzas comunitarias est¨¢ siempre condicionado a los intereses nacionales en lugar de ce?irse a la conveniencia de primar tal o cual pol¨ªtica desde la eficacia general y el bien com¨²n, influyendo en la percepci¨®n que se tiene de Europa en Alemania y Holanda (quieren reducir sus aportaciones para reducir su actual d¨¦ficit con Bruselas), Reino Unido (quiere mantener su cheque), Francia (no quiere renunciar a las ayudas agr¨ªcolas) o Espa?a (que recibe enormes ayudas agr¨ªcolas y de la pol¨ªtica de la cohesi¨®n), por s¨®lo citar los que quiz¨¢ sean los casos m¨¢s significativos.
El debate sobre las finanzas comunitarias est¨¢ condicionado a los intereses nacionales
La f¨®rmula es hoy discutible, pero Londres tiene todav¨ªa argumentos de peso
El problema del presupuesto comunitario no es lo que cada uno aporta (que se ajusta bastante al tama?o y riqueza de cada uno), sino lo que recibe. Al concentrarse el gasto en s¨®lo dos grandes pol¨ªticas, la estructural y la agr¨ªcola, pa¨ªses como Alemania, Holanda y Reino Unido tienen d¨¦ficit cr¨®nicos (corregido por el cheque en el caso brit¨¢nico), mientras que Francia ha tenido tradicionalmente un d¨¦ficit muy inferior al que le corresponder¨ªa a su tama?o y riqueza. Ese problema, agudizado por el estancamiento econ¨®mico europeo, ha generado un c¨ªrculo vicioso: el gasto comunitario no aumenta porque el presupuesto no est¨¢ diversificado, y el presupuesto no se diversifica porque no aumenta el gasto y no se puede pensar en nuevas pol¨ªticas comunitarias.
Una forma de romper ese c¨ªrculo vicioso es acabar con el actual v¨ªnculo entre el retorno del dinero comunitario y la participaci¨®n en las pol¨ªticas comunitarias. El d¨¦ficit o super¨¢vit de cada pa¨ªs con la UE no deber¨ªa estar relacionado con su participaci¨®n en sus pol¨ªticas, sino con su tama?o y riqueza: los m¨¢s ricos en t¨¦rminos brutos y relativos deber¨ªan tener un d¨¦ficit presupuestario predeterminado, matem¨¢ticamente relacionado con su tama?o y riqueza. Francia y Reino Unido, cuya econom¨ªa y poblaci¨®n son ahora relativamente similares, tendr¨ªan un nivel de d¨¦ficit semejante, pero eso no afectar¨ªa necesariamente a las subvenciones agr¨ªcolas que reciben los campesinos. Sin embargo, ese sistema legitimar¨ªa a los brit¨¢nicos para exigir el recorte de las ayudas agr¨ªcolas en t¨¦rminos pol¨ªticos (porque creen que distorsionan el mercado y afectan negativamente a las posibilidades de desarrollo de los pa¨ªses m¨¢s pobres). Y Alemania podr¨ªa debatir si quiere gastar mucho o poco dinero en la construcci¨®n europea sin estar condicionada por un d¨¦ficit desproporcionado.
En el otro lado del escalaf¨®n, los pa¨ªses m¨¢s pobres tendr¨ªan un super¨¢vit presupuestario preestablecido, acorde tambi¨¦n con su tama?o y nivel de vida, y el debate sobre las bondades o no de la pol¨ªtica de la cohesi¨®n estar¨ªa libre de la eterna sospecha de que los pa¨ªses m¨¢s pobres, como lo ha sido Espa?a hasta mayo pasado, son europe¨ªstas porque les sale a cuenta.
Con un sistema presupuestario neutro pero solidario, el debate financiero nacionalista dar¨ªa paso a uno de mucho m¨¢s calado: en qu¨¦ pol¨ªticas (y no s¨®lo la agr¨ªcola o la estructural) vale la pena gastar dinero comunitario. Y si la respuesta es que "en ninguna", al menos que sea porque no creen en Europa.
Reino Unido llega al Consejo Europeo de Bruselas bajo la presi¨®n de una inmensa mayor¨ªa de sus socios, que quieren recortar -si no eliminar- el llamado cheque brit¨¢nico. Ese cheque, por el que el Reino Unido tiene derecho a recuperar dos tercios de su saldo negativo con el presupuesto comunitario, fue logrado en 1984 por su entonces primera ministra, Margaret Thatcher, al grito de "I want my money back" ("quiero que me devuelvan mi dinero"). En aquel entonces, el Reino Unido ten¨ªa un saldo negativo equivalente al 0,5% de su producto nacional bruto, mientras que pa¨ªses como Holanda, que ahora se quejan de lo mismo, ten¨ªan un super¨¢vit de medio punto.
El d¨¦ficit brit¨¢nico se deb¨ªa en parte a que su contribuci¨®n por IVA era relativamente mayor a la que le correspond¨ªa por su econom¨ªa pero, sobre todo, a su baja participaci¨®n en las pol¨ªticas comunitarias, y en particular la agricultura. En aquellos tiempos la econom¨ªa brit¨¢nica no era tan boyante y su renta por habitante se mov¨ªa en torno al 90% de la media comunitaria, lo que contribu¨ªa a agravar las consecuencias pol¨ªticas de ese desembolso en un pa¨ªs, por lo dem¨¢s, poco europe¨ªsta.
El cheque brit¨¢nico es m¨¢s discutible en la actualidad, aunque Londres tiene todav¨ªa dos argumentos de peso en la cartera. El primero es que, si se eliminara el cheque brit¨¢nico y se dejaran las cosas como est¨¢n ahora, volver¨ªa a ser proporcionalmente el mayor contribuyente neto de la Uni¨®n Europea: una media del 0,62% de su PIB en el periodo 2008-2013, seg¨²n las proyecciones publicadas por la Comisi¨®n el a?o pasado (ver tabla adjunta).
El otro argumento, de car¨¢cter pol¨ªtico, es que la agricultura sigue siendo el gran factor distorsionador de las cuentas comunitarias, y Francia (que se lleva el 24% de esas ayudas, frente al 9% de los brit¨¢nicos), el gran beneficiado.
El argumento contra los brit¨¢nicos es que ahora es un pa¨ªs mucho m¨¢s pr¨®spero, hasta el punto de que en 2006 tendr¨¢ una renta del 120% de la media comunitaria en paridades de poder de compra, muy por delante de Francia (111%), Alemania (106%) e Italia (102%).
La Comisi¨®n Europea ha presentado una propuesta que acaba s¨®lo a medias con el problema: un cheque generalizado para los pa¨ªses contribuyentes netos, que recibir¨ªan sistem¨¢ticamente dos tercios del d¨¦ficit que exceda del 0,35% de su PIB, con un tope de devoluci¨®n de 7.500 millones de euros y a poner en marcha durante un periodo transitorio, para no recortar de manera brusca el cheque brit¨¢nico.
La f¨®rmula ha sido rechazada por Londres, aunque se vislumbra cierto terreno de maniobra si hay alg¨²n compromiso de reforma de las ayudas a la agricultura. Pero aunque aten¨²a los d¨¦ficit de los contribuyentes netos, lo hace a costa de los dem¨¢s, sin tener en cuenta la riqueza bruta y relativa de cada pa¨ªs y sin solucionar el problema de base, la vinculaci¨®n entre las pol¨ªticas comunitarias y los balances presupuestarios de los Estados miembros.
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