Los intelectuales
Igual que las oscuras golondrinas, pero luciendo frescas americanas de hilo contra el sol traicionero de junio, vuelven los escritores y los intelectuales estas semanas ¨²ltimas. No hablo de los plum¨ªferos que anidan en las casetas de mecanotubo de la Feria del Libro, sino de los intelectuales catalanes que acaban de presentar en Barcelona y para todo el mundo (todo lo que se publicita o se publica en Barcelona o desde Barcelona es para todo el mundo) un manifiesto en el que se pretende llamar la atenci¨®n sobre la situaci¨®n de "uniformidad nacionalista" que se vive en Catalu?a. Lo que no consigui¨® Jordi Pujol a lo largo y lo ancho de su mandarinato lo ha logrado esa pareja ¨²nica (esa pareja c¨®mica y hasta un poquito tr¨¢gica) formada por Maragall y Carod-Rovira. Ellos han conseguido que los intelectuales abandonen sus torres de marfil (famosas) y se presten a bajar a la arena de la plaza p¨²blica como raras golondrinas urbanas, con sus americanas de hilo bajo el brazo.
Las cr¨ªticas no han tardado en aflorar como flores carn¨ªvoras. Para algunos, lo peor de todo (lo peor del manifiesto de los intelectuales contra el nacionalismo catal¨¢n) son las americanas de hilo que se gastan sus conspicuos firmantes. Seg¨²n el portavoz de CiU, Felip Puig, nos encontramos ante una iniciativa "pijo-progresista". Otros, en cambio, advierten que Boadella, Arcadi Espada, F¨¦lix de Az¨²a, Ivan Tubau o el fil¨®sofo Eugenio Tr¨ªas son, antes que nada (antes que pijos y que progresistas) profesionales del resentimiento. Unos y otros intentan torpedear al nonato partido pol¨ªtico que los intelectuales barceloneses han propuesto "al estilo radical italiano, en defensa del constitucionalismo claro y neto". Los malintencionados ya se han apresurado a sacar del armario a Alejandro Lerroux y a colocarle una bonita americana de hilo, a ver a qui¨¦n de todos los abajofirmantes se parece el tramposo radical.
Lo que nadie desmiente, ni siquiera el simp¨¢tico Felip Puig, experto en pijer¨ªo barcelon¨¦s (con o sin Lamborghini), es que "sostener una opini¨®n contraria al catalanismo no es posible en Catalu?a". Tampoco se dice nada del "elevado n¨²mero de multas que se imponen desde la Direcci¨®n General de Pol¨ªtica Ling¨¹¨ªstica y la obligatoriedad de ostentar el t¨ªtulo C de catal¨¢n para impartir clases en la universidad de Catalu?a". Hablan los redactores del manifiesto contra la uniformidad nacionalista de la ficci¨®n que gobierna la vida en Catalu?a, porque saben que tarde o temprano la ficci¨®n se convierte en realidad a base de decretos, reglamentos, concursos ama?ados y apa?ados pesebres de dise?o. Las cosas, a menudo, acaban siendo como las recordamos, so?amos o pensamos en lugar de como son o han sido realmente. Y la palmaria demostraci¨®n del triunfo pleno de la irrealidad y de la enso?aci¨®n la tenemos en el pa¨ªs de los vascos, donde ya ni siquiera es posible una propuesta como la que terminan de presentar en Barcelona los escritores catalanes.
En Euskadi, pa¨ªs de la irrealidad y de la niebla, prima en cambio el m¨¢s fiero realismo. El primer s¨ªntoma de nuestro realismo es que, ni en sue?os, podr¨ªamos juntar a un grupo de intelectuales como los abajofirmantes del manifiesto contra la uniformidad nacionalista. ?Qui¨¦n podr¨ªa citar en Espa?a el nombre de tan s¨®lo media docena de escritores vascos en castellano que no estuvieran muertos como P¨ªo Baroja o Unamuno? ?Qui¨¦n se va a dedicar en Euskadi a escribir novelas, poemarios, ensayos filos¨®ficos o piezas de teatro pudiendo dedicar sus energ¨ªas y su inteligencia a escribir amenos, originales y valiosos vol¨²menes sobre el problema vasco, el drama vasco, el contencioso vasco o lo que sea, siempre que sea vasco? Libros que ir¨¢n a dar, inevitablemente, a las mesas de saldos o a la guillotina.
Hay autores conscientes, quiz¨¢s, de que su ¨²nica posibilidad de ser y de estar en Espa?a es el cultivo desesperado e intensivo del pulguero pol¨ªtico vasco. Para los suplementos culturales espa?oles, las letras vascas no son los poemarios, las novelas o libros de relatos escritos por vascos, sino los textos sobre el monotema, su hermen¨¦utica y su metaf¨ªsica. Parad¨®jicamente, s¨®lo los creadores de ficci¨®n son capaces de acercarnos fielmente a lo real. Con sus chaquetas de hilo y con sus manifiestos "pijo-progresistas".
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