Prohombres
Dice la Real Academia que un prohombre es "un hombre que goza de especial consideraci¨®n entre su clase". Pla les bautiz¨® como Homenots. A ellos hab¨ªa que ahorrarles la injusticia del olvido.
Eran hombres, eran sabios y contribuyeron a mejorar su tiempo y su pa¨ªs. ?Qui¨¦nes son los prohombres de hoy en d¨ªa? Por la cantidad de premios, cruces, medallas, manifiestos, llaves y condecoraciones diversas se dir¨ªa que estamos rodeados, que ¨¦ste es un tiempo, de grandes hombres. Y lo pensar¨ªamos si no fuera por los Javier de la Rosa, los Estivill... Lo pensar¨ªamos, pero es que los nuevos prohombres ya ni siquiera son hombres. Ahora algunos son chicas y no sabemos ni c¨®mo llamarlas.
Las se?oras eran este a?o la mitad exacta de los que recibieron la Creu de Sant Jordi. Pero no tenemos definici¨®n para las galardonadas. No vale promujer, que queda raro, y menos a¨²n donota, que suena fe¨ªsimo.
No tenemos palabras para definir a la mujer que, como el prohombre, "goza de especial consideraci¨®n entre su clase". Quiz¨¢ porque su clase, la de las mujeres galardonadas, que suben podios, que escriben libros y reciben premios, no exist¨ªa hasta hace bien poco. La lengua es un reflejo de usos y costumbres, y este tiempo nuestro, al parecer, a¨²n no necesita de nuevas palabras con g¨¦nero femenino.
Tendr¨¢n que inventarlas la calle, que siempre inventa antes, porque es dif¨ªcil que lo haga una Real Academia que s¨®lo tiene tres mujeres con butaca de propiedad.
Mientras, algunos y algunas, los y las m¨¢s radicales, andan desdoblando g¨¦neros y redactando textos que son un primor. Como ¨¦ste: "... los estudiantes / las estudiantes de la Facultad de Ciencias pueden hablar con sus profesores / profesoras, ya que los adjuntos / las adjuntas del departamento...". No hay palabras para semejante l¨ªo.
Hace unas d¨¦cadas, el peri¨®dico Abc, en su p¨¢gina de hueco grabado, publicaba las fotograf¨ªas de los prohombres del a?o, con un pie de foto explicando los logros que les hac¨ªan merecedores de tan alta consideraci¨®n. En uno de esos retratos, seg¨²n dice la leyenda familiar, sali¨® a principios del siglo XX uno de mis bisabuelos, Joan Cullell i Puig, al que el texto calific¨® de prohombre de Castilla. Al parecer, anduvo vendiendo y comprando telas, plantando azafr¨¢n y negociando con navajas y cuchillos de aqu¨ª para all¨¢, desde Catalu?a hasta La Mancha.
Con ese orgullo, el de saberse descendientes de un gran hombre, y con la tristeza de haber perdido, en alg¨²n momento de la Guerra Civil, el recorte amarillento del peri¨®dico, murieron mi abuelo y mi padre. "Busca la noticia, b¨²scala", me pidieron, aunque sigo sin encontrarla. As¨ª de importantes son las palabras. En Catalu?a, quien tuvo un homenot en la familia va por la calle con la cabeza bien alta, sin envidiar toisones de oro ni medallas de Isabel la Cat¨®lica. Ahora, en cambio, si te nombran empresario del a?o tocas madera.
A algunos industriales o personajes que han ascendido a la categor¨ªa de patum ya les da hasta miedo aceptar llaves o condecoraciones sin preguntar, no vaya a costarles una pasta. En este sentido, los premios de las chicas son mejores porque, al ser de segunda divisi¨®n, suelen ser gratis, y como m¨ªnimo pasas una tarde o noche agradable rodeada de mujeres a las que tambi¨¦n han dado alg¨²n premio: a la mejor cient¨ªfica de Catalu?a, a la empresaria del a?o que se acaba, a la mujer m¨¢s creativa de todas, a la emprendedora m¨¢s espabilada... Y adem¨¢s, dado que somos menos en la puja, tocamos a m¨¢s; o sea que para qu¨¦ vamos a entrar en la gran liga, en la de los se?ores, con la que est¨¢ cayendo.
Bueno, s¨ª hay una raz¨®n para querer jugar en la Primera Divisi¨®n: ellos ganan el 30% m¨¢s.
Pero ¨¦sa es una raz¨®n espuria, que hasta verg¨¹enza deber¨ªa darme mencionarla. A nosotras no nos mueve el dinero. Nosotras somos m¨¢s sensibles. Aunque ¨²ltimamente, tal ha sido el exceso de halagos inmerecidos y premios de estar por casa que hasta a Pla le hubiera costado encontrar nuevos homenots que justificaran tan alto tratamiento.
Y mientras pienso nombres que merezcan el t¨ªtulo, y me pierdo en la larga lista de los intelectuales o las intelectuales que quieren o no quieren ir a Frankfurt, suena
un mensaje de texto, de ¨¦sos que da tanta pereza contestar. Son como los telegramas de antes, siempre traen malas noticias. Ha muerto Jes¨²s Moncada, un se?or tranquilo, de Mequinensa, que hac¨ªa suaves malabarismos con las palabras y siempre encontraba las m¨¢s adecuadas. No hay otro caf¨¦ como el de "la Granota", ni mejor camino que el de sirga. Todos sus textos han hecho mejorar nuestro tiempo y nuestro pa¨ªs. Dedicaba sus libros con peque?as escenas de paisajes imaginados, que dibujaba con infinita paciencia. Y sub¨ªa La Rambla charlando, haciendo bromas y dando ¨¢nimos a los amigos, como si los enfermos fu¨¦ramos nosotros. Se echaba unas risas a costa de su voz rota por los tratamientos, hac¨ªa peque?os planes imposibles, como seguir escribiendo, y ped¨ªa disculpas cuando, "por la quimio", tardaba en contestar las llamadas.
Un prohombre.
Rosa Cullell es directora general del Liceo.
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