Llegar¨¢
Todo lo malo de aqu¨ª llegar¨¢ a Espa?a. El espect¨¢culo consiste en que la tele entra en la vida de una familia de clase media baja con ni?os peque?os. Muestra c¨®mo los ni?os son ingobernables, pegan a su madre, siguen durmiendo con chupetes a los seis a?os, gritan, ponen pl¨¢tanos en los desag¨¹es del lavabo y abren el grifo, insultan y hacen que sus padres, un ama de casa y un soldado, se enfrenten, den ¨®rdenes contradictorias y asistamos al caos. La familia, desesperada, llama al programa de la tele, un programa de nannies inglesas, que estudian el caso y seleccionan a una de las nannies para que act¨²e. La nanny seleccionada, con un traje entre de azafata y estricta gobernanta, con esa cara que tienen ciertas inglesas de no andarse con tonter¨ªas, se persona en el domicilio, y despu¨¦s de un d¨ªa de atenta observaci¨®n, humilla a los padres haci¨¦ndoles saber que tienen lo que se merecen, por imb¨¦ciles (completamente de acuerdo) y comienza a repartir ¨®rdenes tanto a padres como a ni?os. El reality-show es tan de verdad que desde el sof¨¢ uno siente lo que tantas veces ha visto en casa de amigos: c¨®mo la madre, sobreprotectora, deja que los ni?os se le suban a la chepa; c¨®mo el padre es autoritario en el momento menos oportuno y en otros se lava las manos; c¨®mo los ni?os se han convertido en monstruos agresivos, y c¨®mo sus padres ¨ªntimamente los detestan. Lo incre¨ªble del programa es querernos hacer creer que en una semana de estancia de la nanny la cosa se arregla; lo cre¨ªble es que hay familias en este mundo que llaman a la televisi¨®n para solucionar sus problemas y de paso convertirse en protagonistas fugaces de la cutre-realidad. La televisi¨®n muestra lo que somos, dicen los cr¨ªticos. No estar¨ªa tan de acuerdo, muestra cruelmente a esa clase media-baja, desesperanzada, cuya ¨²nica ilusi¨®n en la vida es hacer el rid¨ªculo p¨²blicamente. La televisi¨®n les arrebata su dignidad, los exhibe desnudos, y consigue que un espectador que por azar pas¨® por ese canal zapeando, se quede enganchado durante una hora, por morbo. Por lo dem¨¢s, siempre tiendo a pensar: esto a Espa?a no llegar¨¢, esto en Espa?a es imposible. Pero tantas veces desde que empec¨¦ a ver la tele americana hace quince a?os he tenido que tragarme esas palabras, que ahora estoy segura de que todo lo malo llega. Al tiempo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.