Negociaci¨®n
Se da por sentado que el terrorismo etarra est¨¢ en las ¨²ltimas y que esa situaci¨®n terminal se debe a la pol¨ªtica antiterrorista de la etapa de Aznar, a quien generalmente se atribuye haber planteado una batalla pol¨ªtica eficaz en este terreno. Yo no lo creo. No por considerar si ese planteamiento es bueno o malo, sino por pensar que la influencia de las iniciativas de los partidos tendentes a derrotar a ETA por la v¨ªa de la unidad entre ellos no afecta para nada a la organizaci¨®n terrorista. En realidad, a partir de la transici¨®n, siempre ha habido unidad frente al terrorismo, pero durante muchos a?os ni esa unidad ni pactos, ni acuerdos, han significado debilitamiento ni cese de la violencia. Mi impresi¨®n es que la pol¨ªtica de unidad ha estado dirigida a los ciudadanos electores y a las v¨ªctimas y no a acabar con la violencia. Adem¨¢s, las discrepancias m¨¢s o menos soterradas entre unos partidos y otros y unas v¨ªctimas y otras convert¨ªan la unidad en una ficci¨®n interesada e in¨²til. Como se ve, desconf¨ªo de los discursos pol¨ªticos sobre la unidad de los dem¨®cratas, los pactos contra el terrorismo, que se rompen y se incumplen una y otra vez y, particularmente, de su eficacia en la actual precariedad de ETA.
Es cierto que, contrariamente a las noticias que nos han suministrado de manera intermitente durante un mont¨®n de a?os sobre el desmantelamiento de ETA, parece que ahora su fase terminal tiene visos de ser real. Pero no creo que se deba a la acci¨®n pol¨ªtica sino a la acci¨®n represiva y a la cooperaci¨®n internacional entre polic¨ªas. A juzgar por la cantidad de comandos detenidos, la rapidez en atrapar activistas que acaban de actuar o inmediatamente antes de que act¨²en, o las detenciones efectuadas en la misma c¨²pula de la organizaci¨®n, caben pocas dudas respecto al control de la polic¨ªa sobre sus mecanismo y sus planes, a la tarea de infiltrados y confidentes, a lo acorralados que se encuentran. No veo que en esa situaci¨®n haya jugado alg¨²n papel el ¨²ltimo pacto a dos, ni la ley de partidos, ni la ilegalizaci¨®n de Batasuna, que ni siquiera ha afectado a su electorado, ni el aumento de presos del llamado entorno de ETA. Creo, m¨¢s bien, que ha servido para enconar m¨¢s el ambiente civil y pol¨ªtico en Euskadi y a quien eso convenga, sin efectos claros sobre el problema de la violencia. Ha sido la acci¨®n policial la que ha conseguido resultados visibles. Es posible que, como en otras ocasiones, haya sorpresas, pero es dif¨ªcil no considerar la situaci¨®n como la m¨¢s propicia para iniciar otra pol¨ªtica, evitando frases vac¨ªas y aprovechamiento partidista del terror y sus v¨ªctimas como viene sucediendo hasta ahora. El suave cambio de discurso antiterrorista del gobierno podr¨ªa efectivamente abrir alguna rendija al fin de la violencia en Euskadi. Aun cuando no se pueda contar con la colaboraci¨®n del PP, empe?ado en los insultos, y sin otra pol¨ªtica que la limitada a lanzar sapos y culebras contra el PSOE. Da la impresi¨®n, como se?alan algunos comentaristas, que al PP le horroriza la posibilidad de un ¨¦xito del gobierno socialista en este terreno. Tampoco parece gustarle esa posibilidad al se?or Alcaraz, presidente de una asociaci¨®n de v¨ªctimas que parece tener m¨¢s de plataforma pol¨ªtica del PP que de gente interesada en el final de las bombas, los secuestros y los muertos en otras familias. Los improperios y las afirmaciones sobre "sentar a ETA en el Parlamento vasco", "dar balones de ox¨ªgeno a los terroristas" o "vitalizar a una ETA moribunda" dirigidas al Gobierno, muestran hasta qu¨¦ punto la leal oposici¨®n ha perdido el norte y no sabe qu¨¦ hacer ni qu¨¦ decir. S¨®lo se ocupa en manipular y movilizar, cada vez con m¨¢s descaro y m¨¢s medios, a un sector de v¨ªctimas y parientes, cuya situaci¨®n no deber¨ªa influir en las opciones pol¨ªticas.
En todo caso, no ser¨¢ nada f¨¢cil conseguir resultados. Siguen las frases de unos partidos y otros, cuyo objetivo continua siendo la controversia pol¨ªtica entre ellos, la demagogia de cara a los ciudadanos y no la necesidad de la paz y la normalidad en Euskadi. La derecha, careciendo del m¨¢s m¨ªnimo proyecto, aprovecha sin disimulos el terrorismo para una pol¨ªtica sin otro futuro que llegar a gobernar. La izquierda convencional, pese a seguir echando mano del fondo ret¨®rico de la cuesti¨®n (el estado de derecho, la unidad de Espa?a, el imperio de la ley, la fuerza democr¨¢tica...), parece haber entendido la necesidad de un cambio de estrategia ante unas condiciones favorables a un intento de pacificaci¨®n. La cosa puede salir mal si no se abandonan prejuicios y t¨®picos sobre el precio pol¨ªtico, las condiciones previas, las contrapartidas y cesiones o negociar despu¨¦s de dejar las armas, cuando lo primero que habr¨ªa que negociar es precisamente todo eso. Hasta ahora los varios intentos de negociaci¨®n llevados a cabo por unos y por otros sin ning¨²n ¨¢nimo de llegar a acuerdos, parec¨ªan una broma pol¨ªtica. Como dir¨ªa mi abuela: "Bufar en caldo gelat". La ¨²nica negociaci¨®n efectiva se produjo, con resultados positivos, cuando ETA pol¨ªtico-militar dej¨® las armas y pas¨® a la pol¨ªtica. Con contrapartidas y cesiones, como es natural.
Doro Balaguer es escritor.
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