Resistentes
"Queremos quitar piso al discurso de la guerra". Imposible resumir mejor las razones que inspiran a la Organizaci¨®n Femenina Popular de Colombia su acci¨®n de apoyo mutuo y construcci¨®n colectiva en medio de una extrema violencia. Yolanda Becerra, su fundadora y coordinadora recientemente en gira por Europa, reconoce que hace 33 a?os lo primero fue superar el propio miedo, para impulsar este movimiento solidario que naci¨® en Barrancabermeja y que se ha expandido hasta alcanzar influencia sobre 123.000 mujeres. Oficina por los derechos humanos, 23 comedores, ollas populares, huertas comunitarias, mercados, viviendas, investigaci¨®n, escuela de liderazgo, salud... y sobre todo trabajo con la gente joven y con los medios, pregonando que no hay que dejar que el pa¨ªs lo desgobiernen militares y paramilitares. Por ello apoyan con todas sus fuerzas al movimiento de objeci¨®n de conciencia.
Las colombianas, en su denuncia, se valen de todo un sistema de s¨ªmbolos como ropas negras, ollas y cestas vac¨ªas, llaves y colchas... El terror ha hecho estragos: Esperanza Amaris y el instructor de danza Diofanol Sierra pagaron con sus vidas; los matones declararon el 8 de marzo objetivo paramilitar; coaccionan a las mujeres para que no asistan a reuniones ni marchas (pero van). Una de sus sedes pr¨¢cticamente se esfum¨®: cierto amanecer no quedaban ni los cascotes (buscaron otra). Algunos maridos se han separado. La Iglesia las respeta y apoya, y con los sindicatos, pese a que son universos extremadamente machistas, mantienen buenas relaciones. En cuanto a los partidos, hay una evidente convergencia con la izquierda por lo que el movimiento tiene de reivindicaci¨®n de clase, pero la Organizaci¨®n rechaza los coqueteos que buscan pescar votos y trasladar la militancia al espacio de las mujeres. Las instituciones del estado mantienen una doble moral de reconocimiento p¨²blico y de estigmatizaci¨®n.
Son valerosas y tozudas, estas resistentes: en la disputa por la riqueza que esconde aquella guerra, ni colaborar¨¢n ni se ir¨¢n de sus pueblos, sino que tratar¨¢n de mejorar la vida en ellos. Yolanda Becerra explica: "No se puede tapar el sol con las manos".
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