Tiroteo en Logro?o
Un hombre roba la pistola a uno de los agentes que iban a apresarle y siembra el caos en la calle
Una discusi¨®n sobre la mensualidad de un piso acab¨® el viernes por la noche en el centro de Logro?o con seis polic¨ªas heridos, el agresor con seis balazos en el cuerpo y todo un barrio conmocionado tras asistir estupefacto a un tiroteo de pel¨ªcula, con bombonas de butano arrojadas desde la ventana incluidas.
Todo empez¨® a las nueve. A esa hora qued¨® registrada en la comisar¨ªa de la polic¨ªa local de Logro?o una llamada en la que se alertaba de una discusi¨®n encendida, que ten¨ªa visos de degenerar en reyerta, en el tercer piso del n¨²mero 20 de la calle de San Ant¨®n, una de las m¨¢s c¨¦ntricas y comerciales de Logro?o.
Un coche patrulla con dos agentes se desplaz¨® al lugar. R¨¢pidamente se hicieron cargo de la situaci¨®n: en el tercer piso, un hombre de unos 30 a?os, de origen magreb¨ª, seg¨²n fuentes oficiales, discut¨ªa con su casera y estaba destrozando los muebles. "De vez en cuando se asomaba a la ventana blandiendo un cuchillo enorme de cocina y gritando", comentaba ayer Magdalena Merino, propietaria del bar Ritz, situado enfrente del piso donde ocurri¨® todo.
Los dos polic¨ªas llegados en el coche patrulla, que tem¨ªan por la suerte de la casera, empezaron a subir por la escalera para convencer -y en su caso reducir- al magreb¨ª. Pero ¨¦ste se defendi¨® lanz¨¢ndoles, escaleras abajo, una bombona de butano. Los dos agentes retrocedieron, uno de ellos herido en el pie, y reclamaron refuerzos.
La calle de San Ant¨®n se fue llenando de agentes locales. El hombre, a¨²n con la casera en el piso, segu¨ªa asom¨¢ndose a la ventana. "A trav¨¦s de la cristalera del bar vi c¨®mo arrojaba otra bombona de butano por la ventana, con la intenci¨®n de darle a alg¨²n polic¨ªa. Yo me tir¨¦ debajo de la barra, porque pens¨¦ que iba a explotar", recuerda Magdalena.
Minutos despu¨¦s, mientras un grupo de agentes distra¨ªa al hombre, que segu¨ªa asomado a la ventana, dos polic¨ªas subieron de nuevo al piso. La casera les abri¨® la puerta. R¨¢pidamente la sacaron de all¨ª. En ese momento, el agresor, con un cuchillo de cocina en cada mano, se lanz¨® contra los polic¨ªas. Uno de ellos, de un disparo en la pierna, le redujo. El inmigrante qued¨® tendido en el suelo, aparentemente sin sentido. Los dos polic¨ªas se acercaron al cuerpo. A partir de aqu¨ª, todo es confuso: el inmigrante se incorpor¨®, y comenz¨® a forcejear con los dos agentes. Los tres rodaron escaleras abajo y, en medio de la pelea, el magreb¨ª consigui¨® hacerse con la pistola. Los dos polic¨ªas, al ver que el magreb¨ª acababa de armarse, huyeron gritando, a sus compa?eros que les esperaban en la calle y a los curiosos que se arremolinaban fuera, que se apartaran y se pusieran a cubierto porque corr¨ªan peligro.
"Y yo me volv¨ª a tirar debajo de la barra", comenta Magdalena "porque entonces se arm¨® un tiroteo enorme". Los agentes, tras hacer disparos de intimidaci¨®n al aire, hirieron hasta en seis ocasiones -siempre en ¨®rganos no vitales- al inmigrante, que a pesar de todo logr¨® cruzar la calle. Qued¨® tumbado entre dos coches aparcados en bater¨ªa, seg¨²n recuerda la due?a del bar Ritz. Pero, de nuevo, al ir a reducirle, el inmigrante, con el cuchillo que a¨²n conservaba, hiri¨® a tres agentes. Finalmente, fue apresado, y trasladado al hospital, donde se recupera de sus seis heridas de bala.
Magdalena, con el aliento ya recuperado, recordaba ayer que poco antes de que empezara todo, tuvo al protagonista a dos palmos: "Se tom¨® aqu¨ª un caf¨¦ con leche".
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