El Madrid B vuelve a sonre¨ªr
57.326 espectadores asisten en el estadio Bernab¨¦u al ascenso del filial blanco
Ra¨²l, Zidane y Ronaldo est¨¢n de vacaciones. Beckham se ha marchado a las playas francesas de Saint-Tropez a tomar el sol. Y el gal¨¢ctico de la pr¨®xima temporada todav¨ªa no ha llegado. Nadie se acord¨® de ellos ayer: 57.326 espectadores acudieron al Bernab¨¦u para apoyar al Real Madrid B en el partido m¨¢s importante del a?o, el encuentro que deb¨ªa decidir la vuelta del equipo a Segunda Divisi¨®n tras ocho temporadas penando por los campos de Segunda B.
Todo llamaba a la fiesta y el jolgorio. El calor no apretaba. Las entradas, gratis para socios y titulares del carn¨¦ madridista, costaban tres euros. Y el encuentro ol¨ªa a celebraci¨®n: tras ganar al Conquense por 0-2 en la ida, los jugadores del filial hab¨ªan llamado a rebato, pidiendo durante toda la semana el apoyo de los aficionados para rematar la faena del ascenso entre v¨ªtores y ol¨¦s. El p¨²blico no fall¨®: cargados de banderas y trompetas, bufanda en mano, casi todos uniformados de blanco, los espectadores ocuparon tres de los cuatro anillos que componen el grader¨ªo del Bernab¨¦u.
Florentino P¨¦rez, sentado en el palco, debi¨® observar el campo y recordar los tiempos del Castilla de la d¨¦cada de los 80, aquel filial madridista que llenaba el estadio liderado por Sanch¨ªs, Michel, Mart¨ªn V¨¢zquez y Butrague?o, que tambi¨¦n acudi¨® al partido. Como entonces, una riada blanca invadi¨® el paseo de la Castellana, cruzando a la carrera entre los coches, conquistando el metro y haciendo suyos los aleda?os del estadio. El sol, invitado ineludible a la fiesta, marc¨® el vestuario de los asistentes: gorras del Madrid, de equipos de b¨¦isbol, sombreros, revistas... cualquier cosa serv¨ªa para protegerse de sus rayos. La grada, poblada de padres y ni?os, se movi¨® al ritmo del astro. Seg¨²n alumbraba el sol, el p¨²blico cambiaba de asiento para buscar la sombra.
Por momentos, sin embargo, pareci¨® que el Madrid era el equipo visitante. Las 1.500 gargantas que acudieron a animar al Conquense recibieron a su equipo entre v¨ªtores y palmadas, d¨¢ndole alas con sus gritos de guerra: "A por ellos, oeee", retumbaba el fondo visitante, t¨ªmidamente acallado por los silbidos del resto del estadio, que vivi¨® con angustia el desarrollo del partido. El Madrid, desbordado por las emociones, impresionado por el color y el calor de la grada, no acert¨® a apuntillar la eliminatoria. Y el Conquense, sobrepasado primero por el escenario, crecido despu¨¦s, decidi¨® tomar el mando del partido hasta que acall¨® al los aficionados locales. Mediada la segunda parte todo eran malas noticias para el Madrid: dos jugadores del filial yac¨ªan, doloridos, sobre el c¨¦sped. El Conquense ganaba por 0-1. L¨®pez Caro, el entrenador madridista, se desga?itaba gritando en la banda, sustituido en ocasiones por los suplentes de su equipo. Y el Bernab¨¦u, gigantesco, con las bandas del campo tomadas por las c¨¢maras de televisi¨®n, permanec¨ªa en silencio. Al Madrid s¨®lo le qued¨® sufrir, apretar los dientes y cerrar los ojos hasta que todo termin¨® como estaba (0-1). Florentino P¨¦rez se uni¨® a las celebraciones: "Nuestra cantera goza de buena salud", dijo esperanzado porque "al estar en Segunda el salto [de los jugadores] a Primera es mucho m¨¢s cercano". Como ¨¦l, Butrague?o celebr¨® el ascenso y dej¨® un mensaje para el futuro: "No podemos esperar que salga un M¨ªchel cada a?o".
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