Ruidos en el sistema
Se dir¨ªa que estamos viviendo unos momentos de notable confusi¨®n pol¨ªtica. Por ejemplo, Estados Unidos sigue empantanado en Irak, as¨ª que despu¨¦s de una victoria fulgurante sigue alej¨¢ndose la paz. En aquel pa¨ªs nunca se encontraron las armas de destrucci¨®n masiva invocadas para el ultim¨¢tum de las Azores pero en cambio se ha convertido en base del terrorismo internacional y en bander¨ªn de enganche para Al Qaeda. De Nueva York ven¨ªan antes barcos cargados de buenos ejemplos democr¨¢ticos mientras ahora traen en sus bodegas las torturas de Guant¨¢namo y Abu Graib. En la Uni¨®n Europea asoma la incapacidad de ir adelante con el Tratado Constitucional despu¨¦s del no resultante de los referendos en Francia y en los Pa¨ªses Bajos y ni siquiera se logra un acuerdo sobre los presupuestos.
M¨¢s cerca, en Galicia, para sacar a un Fraga con 83 a?os de la presidencia de la Xunta se hace necesaria una coalici¨®n, que ya veremos, del Partido Socialista y del Bloque Nacionalista Galego tras recontar de modo exhaustivo los votos de los residentes ausentes, que as¨ª se llaman. La reforma de los Estatutos de Autonom¨ªa parece el juego de la cuca?a, el rompan filas o el s¨¢lvese quien pueda. Adem¨¢s, se nos pide confianza en unos datos sobre ETA, que obrar¨ªan s¨®lo en poder del presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, y un buen pu?ado de obispos con gorra de visera, jaleados por el Partido Popular, se lanzan a la calle contra la ley que homologar¨¢ los matrimonios entre homosexuales con derecho de adopci¨®n incluido. Entre tanto, Mambr¨² Jota Pedro anuncia que se va a la guerra digital en busca de la cadena solicitada.
Todo ello contribuye al "ruido", del que habla Norman F. Dixon en su libro excepcional Sobre la psicolog¨ªa de la incompetencia militar. El "ruido" que el general al mando debe filtrar del total de informaciones que le llegan en los momentos de tensi¨®n y confusi¨®n de la batalla. Algo que denominaba Carlos Clausewitz como la fricci¨®n o la bruma de la guerra. En resumen, lo que llevaba a atribuir a Masena, el mariscal de Napole¨®n, unas facultades mentales capaces de redoblarse en medio del estruendo de los ca?ones. Dixon se?ala enseguida que en su opini¨®n la segunda causa m¨¢s importante de los fracasos del mando reside en lo que los ingenieros de comunicaciones llaman la presencia de "ruidos en el sistema", entendiendo por "ruido" todo aquello que obstaculiza el fluir inteligible de la informaci¨®n.
Nosotros tenemos tambi¨¦n aprendido en la ac¨²stica elemental que la proximidad excesiva entre una fuente y un receptor produce una interferencia distorsionadora y muy bien comprobado que ese mismo desastre sucede cuando a un acontecimiento se le superpone su difusi¨®n simult¨¢nea. Porque el cortocircuito, la interacci¨®n entre la causa y el efecto, produce alteraciones rec¨ªprocas como las que est¨¢n descritas en microf¨ªsica entre el fen¨®meno que est¨¢ siendo observado y el sujeto experimentador. Sucede, adem¨¢s, que un hecho improbable o inesperado contiene siempre m¨¢s informaci¨®n, es decir, reduce m¨¢s incertidumbres, que otro del todo previsible, pero el primero presenta muchas m¨¢s dificultades de ser aceptado.
Convengamos de todas formas en que la previa acumulaci¨®n de informaciones que favorecen la decisi¨®n en un determinado sentido hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil que quien ha de pronunciarse acepte pruebas en contrario. As¨ª que deber¨ªamos volver a Jos¨¦ Antonio Marina en su Elogio y refutaci¨®n del ingenio para analizar los efectos que las necesidades causan en el conocimiento y establecer la forma en que lo condicionan, sobre todo cuando las necesidades son muy fuertes y la realidad exterior resulta ambigua o confusa. Porque bajo esas circunstancias las emociones logran su mayor libertad de movimientos y propenden a imponerse a las incertidumbres.
La noche del 14 de marzo de 2004, al saludar la victoria electoral, Zapatero asegur¨® a los congregados en la sede socialista de Ferraz que el Poder no iba a cambiarle. Es como si hubiera derogado la Ley de la Gravitaci¨®n Universal en el ¨¢mbito de La Moncloa para el tiempo que la ocupara. Mientras tanto, valdr¨ªa la pena una ambici¨®n m¨¢s discreta de modo que ni Zerolo ni Alcaraz se convirtieran en la medida de todas las cosas. Veremos.
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