"Me gustar¨ªa saber cu¨¢ntos payeses quedamos a fin de a?o"

Los payeses dedicados al cultivo de cerezas en el Baix Llobregat viven uno de los peores a?os de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Miquel S¨¢bat, de 42 a?os y con tierras en Santa Coloma de Cervell¨®, afirma que es pay¨¦s "por vocaci¨®n" y tradici¨®n familiar. Esto es lo ¨²nico, explica, que justifica dedicar unas 16 horas diarias al trabajo en el campo. "Nos conformamos con no hacer vacaciones, trabajar los fines de semana y con la posibilidad de tener una mala cosecha. Pero no aceptamos en absoluto una bajada de precios como la actual", afirma.

La sequ¨ªa ha sido la responsable de que las cerezas que recoge este a?o sean mucho m¨¢s peque?as de lo normal. El fr¨ªo del invierno que necesitan los cerezos ha facilitado que, llegada la primavera, los ¨¢rboles hayan florecido al m¨¢ximo de sus posibilidades. Sin embargo, la falta de agua ha negado al fruto su crecimiento. El resultado final ha sido una superproducci¨®n de cereza peque?a, muy mal apreciada en el mercado.

S¨¢bat es presidente de la Cooperativa de Santa Coloma de Cervell¨® y dice que siempre ha sentido gran ilusi¨®n por su profesi¨®n. "Hasta ahora me ganaba bien la vida" , afirma. Pero las cosas han cambiado. "Recoger cerezas ya nos cuesta entre 70 y 80 c¨¦ntimos el kilo", a lo que hay que a?adir la inversi¨®n en abono y el cuidado de los ¨¢rboles, mientras que "actualmente se est¨¢ pagando el producto final s¨®lo a entre 20 y 30 c¨¦ntimos en Mercabarna", dice el pay¨¦s. S¨¢bat valora sus p¨¦rdidas de este a?o en la cereza, a la cual destina seis hect¨¢reas de terreno, en casi 24.000 euros, pese a todo el trabajo realizado y la gran cantidad de fruto recogido. Los agricultores constatan que la fruta "se come por los ojos y no por la boca". El sabor poco tiene que hacer frente a la imagen de peque?o tama?o. S¨¢bat vende las m¨¢s bien pagadas, del tipo Starking, "a 80 c¨¦ntimos, cuando en un a?o normal y corriente se pagan a entre 1,50 y 3 euros el kilo". Dedicado por completo a la agricultura, no le queda otra opci¨®n que recoger la producci¨®n y percibir alguna remuneraci¨®n, por m¨ªnima que sea, "para poder comer".

Dice S¨¢bat que lo que m¨¢s le indigna no es la sequ¨ªa. El agricultor critica el funcionamiento del mercado: "Lo peor es esforzarse para obtener un buen producto y que te paguen un precio m¨ªnimo por ¨¦l". Luego, en el supermercado, a¨²n se enfada m¨¢s al ver que lo que ha vendido por 30 c¨¦ntimos "se vende a 2,50 euros". Sublevado, opta por dejar de recoger parte de la cosecha. "Me han quedado unos 8.000 kilos en los ¨¢rboles", y a?ade: "Se trata de mantener la dignidad personal". El pay¨¦s se encuentra entre la disyuntiva de continuar haciendo su trabajo o tirar la toalla por la falta de reconocimiento a su tarea. "Se nos est¨¢ acabando la paciencia. Ser pay¨¦s implica entregar mucho. Extraemos un fruto que no se aprecia, cuando hay gente que pasa hambre en este mundo".

S¨¢bat tiene dos hijos de 9 y 4 a?os. Explica que el m¨¢s peque?o le dice que quiere ser pay¨¦s, como lo es su padre y lo han sido su abuelo y su bisabuelo. "Yo le respondo que la profesi¨®n no tiene futuro". De la decena de payeses profesionales que hab¨ªa en Santa Coloma de Cervell¨® hace unos a?os tan s¨®lo quedan cuatro. "Me gustar¨¢ ver cu¨¢ntos somos a final de este a?o", se lamenta.