El futuro
La sociedad espa?ola lleva mucho tiempo deseando una convivencia en paz y libertad. Arrastramos demasiados a?os de violencia terrorista, de sufrimiento y enfrentamiento pol¨ªtico, existe demasiado dolor en nuestras vidas, demasiado rencor en nuestros corazones como para, sin hacer un esfuerzo, mantener la frialdad que requiere la toma de decisiones que posibiliten un futuro mejor. Pero a pesar de que el terrorismo siga pretendiendo marcar la agenda de la actividad pol¨ªtica, estamos asistiendo a un momento muy importante en el debate pol¨ªtico, donde la convivencia pac¨ªfica debiera ser el objetivo como eje de la acci¨®n pol¨ªtica.
En democracia, los sucesivos Gobiernos del Estado han gozado de la confianza y el respaldo de la oposici¨®n para realizar su pol¨ªtica antiterrorista, sin ning¨²n tipo de beneficio partidista que haga de la lucha contra el terrorismo un arma pol¨ªtica para desbancar o desprestigiar al Gobierno. Su¨¢rez, Gonz¨¢lez y Aznar intentaron en sus a?os de mandato acabar con la banda terrorista estableciendo contactos, apostando firmemente por un final sin contrapartidas pol¨ªticas. El presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, ha recibido el apoyo de todos los grupos del Congreso de los Diputados, excepto del PP, con la aprobaci¨®n de la propuesta del PSOE en la que se respalda un proceso de di¨¢logo una vez que la banda terrorista anuncie el fin de la violencia. Sin embargo, en esta ocasi¨®n el partido mayoritario de la oposici¨®n le ha negado su confianza. El precedente es grave por las consecuencias que esto puede tener en la pol¨ªtica vasca.
Parece que incluso las v¨ªctimas han perdido la unidad de acci¨®n contra el terrorismo
Este debate pol¨ªtico es leg¨ªtimo, pero cuando se quiere que el ciudadano participe en un tema tan sensible como ¨¦ste, no debi¨¦ramos contribuir a la divisi¨®n de las v¨ªctimas donde el respeto, el cari?o y la consideraci¨®n por parte de la sociedad espa?ola en su conjunto debieran ser el objetivo. Las v¨ªctimas han jugado en estos a?os un papel central y b¨¢sico, porque son las directas perjudicadas de los dram¨¢ticos efectos de la violencia. Las v¨ªctimas forman parte de la realidad de esta tragedia y nunca podemos ni debemos olvidarlas, sino que hay que tenerlas en cuenta en todo momento. A lo largo de estos a?os se han formado muchas asociaciones de v¨ªctimas y plataformas c¨ªvicas en apoyo a ¨¦stas. Todas nacieron con el objetivo com¨²n de velar por su memoria y sus intereses para que su sufrimiento y coraje c¨ªvico sirvieran de ejemplo para el futuro. Pero este anhelo de buscar la convivencia y el entendimiento para el futuro parece atravesar un momento delicado.
No debemos olvidar, que las v¨ªctimas son v¨ªctimas por el hecho de sufrir directamente el zarpazo del terrorismo. Da igual su posici¨®n pol¨ªtica o pertenencia a uno u otro partido pol¨ªtico. Adem¨¢s, v¨ªctimas en el sentido amplio lo somos todos los ciudadanos que vivimos en este pa¨ªs y sentimos amenazada y resquebrajada nuestra democracia por la acci¨®n de los violentos.
Despu¨¦s de la manifestaci¨®n convocada por la AVT el pasado s¨¢bado 4 de junio, ya no s¨®lo parece que los partidos han perdido la unidad de acci¨®n contra el terrorismo, sino que incluso parece que las v¨ªctimas est¨¦n en la misma situaci¨®n. Esto no hace m¨¢s que perjudicar su causa, que debiera ser la de todos. Reconozco el sentimiento que genera en las v¨ªctimas del terrorismo tanta crispaci¨®n. Comparto su tristeza y su rabia, soy sensible a sus dudas e incluso puedo entender su desconfianza. Pero no cabe duda de que son m¨¢s y m¨¢s fuertes los lazos que las unen que las diferencias que las separan.
Con toda una vida viviendo en Euskadi y consciente de las dificultades inmediatas, soy optimista de cara al futuro. Conseguimos superar etapas m¨¢s dif¨ªciles en el pasado de nuestra reciente democracia gracias al esp¨ªritu y la voluntad que igualmente debiera de primar en estos momentos. Si somos capaces de entender estas cuestiones, habremos dado un gran paso. Y es la hora de dar paso a la pol¨ªtica con may¨²sculas, es la hora de aplicar la inteligencia, es la hora de la generosidad, de la grandeza del pensamiento que haga primar el inter¨¦s general sobre el partidista.
Aqu¨ª s¨®lo hay un enemigo a batir, el terrorismo y todos aquellos que lo entienden leg¨ªtimo. Los dem¨¢s formamos un grupo, heterog¨¦neo, s¨ª, pero que no puede utilizar los sentimientos y el sufrimiento de las v¨ªctimas como arma arrojadiza por intereses pol¨ªticos. Es necesario que unamos nuestros esfuerzos para que la sociedad espa?ola demuestre que no se puede hacer nada en contra de la democracia. Porque si seguimos en este camino de confrontaci¨®n, los violentos no s¨®lo habr¨¢n conseguido provocar la tragedia humana, sino tambi¨¦n la divisi¨®n de los dem¨®cratas. Y esa victoria no la pueden conseguir nunca.
Nuestras vidas ser¨ªan muy distintas sin violencia, por eso quiero imaginar que un futuro en paz es posible. Una sociedad democr¨¢tica merece vivir con el reconocimiento a sus derechos y deberes de la misma manera; desde el respeto a las ideas del adversario; haciendo de nuestras vidas un diario para los afectos y las complicidades, donde los seres humanos primen sobre el ansia de poder de los colectivos.
Imaginemos una Espa?a en paz y libertad. En la conquista de ese futuro est¨¢ la Resoluci¨®n aprobada en el Congreso de los Diputados, donde se pone en valor el Estado de derecho y se le exige a ETA que deje las armas y abandone el terrorismo apostando por las v¨ªas democr¨¢ticas. Esto es lo fundamental del acuerdo del Parlamento, donde reside la soberan¨ªa popular.
El futuro, el que nuestros hijos nos exigen, es vivir en paz y libertad mediante la uni¨®n de todos los dem¨®cratas, porque ellos no se merecen arrastrar esta lacra de reproches, de lloros y de venganza. Despu¨¦s de 30 a?os de terrorismo, ¨¦ste es el objetivo que tenemos que perseguir. Seguro que la apuesta firme por esta unidad de acci¨®n har¨¢ que la sociedad espa?ola derrote a los violentos y recompense a las v¨ªctimas con la anhelada herencia de dejar a sus hijos un pa¨ªs donde quepamos todos. Es la hora de la esperanza.
Javier Rojo es presidente del Senado.
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