El efectismo de Barcel¨®
Por muy renombrado artista que sea, y por m¨¢s que exponga de manera individual por vez primera en el Pa¨ªs Vasco, resulta decepcionante la mayor parte de cuanto presenta el pintor mallorqu¨ªn Miquel Barcel¨® (Felanitx, 1957) en la sala Kubo del Kursaal donostiarra. Digamos que la exposici¨®n pivota sobre tres especificidades art¨ªsticas: 22 ¨®leos sobre lienzo, 25 acuarelas sobre papel y cinco esculturas de bronce.
Las esculturas no pasan de ser unos discretos y balbucientes flirteos -de escasa monta art¨ªstica- con las tres dimensiones. En las acuarelas se recogen escenas cotidianas de gentes de aldeas africanas. La mano trata de atrapar el instante, gestando con manchas r¨¢pidas los rasgos caricaturales de cada tema, en una intenci¨®n clara por poner mayor ¨¦nfasis en sugerir que en definir. En este caso, m¨¢s que la valoraci¨®n art¨ªstica, merece resaltar la emoci¨®n que sinti¨® el artista mientras estuvo enfrascado en la realizaci¨®n de esos impromptus. A este respecto, cabe recordar que el pintor guipuzcoano Jos¨¦ Luis Zumeta edit¨® una libreta de dibujos realizados directamente sobre habitantes de poblados que encontr¨® en un viaje por el norte de ?frica. Como tantas cosas que suceden por estas costas nuestras, el trabajo de Zumeta pas¨® desapercibido.
Mas sigamos. Donde se origina la m¨¢xima decepci¨®n de la muestra de Barcel¨® es en las obras ole¨ªsticas (m¨¢s bien, t¨¦cnica mixta sobre lienzo). Ah¨ª encontramos a un artista usando un repertorio lleno de trampas. Empieza por utilizar peri¨®dicos arrugados encolados para conseguir as¨ª una materia rugosa que conforma, sugiere y destila una gran multiplicidad de relieves. A partir de ese momento la pintura trazada a rodillo da unas pasadas en negro y, encima de ella, unas cuantas m¨¢s, pero esta vez cargadas de blanco. Luego, a la vista de los pliegues que han surgido pinta encima, silueteando a su antojo formas de vegetales, ra¨ªces, caracolas, medusas, pulpos, moluscos; todo un mundo subacu¨¢tico.
A la ejecuci¨®n le sobra efectismo, justamente por lo preciosista. Ese preciosismo tiene mucho de seducci¨®n, en el sentido de dar a entender que de una materia informal y abstractizante, provinente de los fondos, el artista consigue hacer emerger por arte de birlibirloque un mundo de formas reales y concretas.
Pese a que al gran p¨²blico la propuesta seductora de los ¨®leos de Barcel¨® pueda atraparle f¨¢cilmente, se me ocurre como contrapunto plantear una insoslayable disyuntiva. Una de dos: o sobran las intenciones mat¨¦ricas o sobran los efectismos preciosistas. Lo que no cabe ninguna duda es que aqu¨¦llas y ¨¦stas no hacen buena boda. As¨ª lo diga Barcel¨®, Agamen¨®n o su porquero.
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