Madrid ya ha ganado
Alberto Ruiz-Gallard¨®n insiste en que aunque ma?ana no se traiga de Singapur la victoria de Madrid como sede de los Juegos Ol¨ªmpicos del 2012, Madrid ya ha ganado. Puede entenderse que, por si no recibe buena noticia, el alcalde se est¨¢ administrando las dosis de ansiol¨ªtico que necesita para la resignaci¨®n y va adelantando ya tranquilizantes a la ilusi¨®n colectiva para que no se derrumbe con estr¨¦pito. En todo caso, es eficaz su eslogan: Madrid ya ha ganado. Del alcalde se dice con frecuencia que es un creador de mercadotecnia; lo dicen sus adversarios pol¨ªticos y sus parientes de partido. Y, si as¨ª es, habr¨¢ que preguntarse hasta qu¨¦ punto conviene a la pol¨ªtica el marketing, si el marketing le es imprescindible en la nueva sociedad de la comunicaci¨®n, y para qu¨¦, y finalmente cu¨¢ndo y hasta d¨®nde el marketing es usado en beneficio del pol¨ªtico que lo emplea o de acuerdo con los intereses de la comunidad a la que sirve.
Es verdad que a veces delimitar esto ¨²ltimo resulta dif¨ªcil por el uso perverso que se hace de la mixtura equ¨ªvoca de la comunicaci¨®n de servicio p¨²blico con la propaganda a trav¨¦s de la publicidad institucional en sus m¨²ltiples formas. Pero tambi¨¦n porque, a veces, en el empe?o de un l¨ªder en "vender" un proyecto com¨²n, la operaci¨®n de marketing beneficia al tiempo al l¨ªder y al proyecto, se quiera o no. Gallard¨®n dice que se ha propuesto esta vez poner a Madrid en el mapa, lo cual resulta a algunos m¨¢s que pretencioso, innecesario. Desde las naciones pr¨®ximas que, dentro de Espa?a, se miran al ombligo y se consideran a s¨ª mismas el centro del mundo, es imposible entender que Madrid necesite colocarse en el mapa. Pero la idea del mapa en la era de la globalizaci¨®n supera al laberinto de aldeas pr¨®ximas y peque?as naciones para referirse al ancho mundo y sus culturas diversas. Y ese mapa est¨¢ lleno de nombres que son inc¨®gnitas para los ciudadanos hasta que los reconocen por unas im¨¢genes en la televisi¨®n y se interesan despu¨¦s por otras esencias y atractivos de esos nombres y de los espacios que describen.
Durante la celebraci¨®n, aqu¨ª, de la Conferencia de Paz, pude comprobar en Londres lo desconocida que era la ciudad para muchos ingleses y el modo en que quedaban fascinados ante ella al ver en la tele la joya de Palacio Real que tenemos y sus aleda?os. La Conferencia no persegu¨ªa eso, naturalmente, pero lo consigui¨®, como no lo logr¨® la frustrada capitalidad cultural, y ni siquiera la boda de los pr¨ªncipes de Asturias que, como es l¨®gico, no se casaron para poner a Madrid en el mapa, que es lo que pretend¨ªa Gallard¨®n con sus excesos de entonces, aunque s¨ª coloc¨® a Madrid en las revistas de la sociedad satinada. Pasqual Maragall, cuando s¨®lo era el buen alcalde de una hermosa ciudad de Espa?a y no pretendiente a reformador de una naci¨®n de naciones, no s¨®lo consigui¨® situar a Barcelona en el mapa, sino que Barcelona fuera un emblema universal como espacio para unos Juegos Ol¨ªmpicos. No se trata ahora de valorar si Barcelona est¨¢ m¨¢s o menos que Madrid en los mapas. Desgraciadamente, desde el 11 de marzo de 2004, Madrid est¨¢ en los mapas de la muerte y del horror, como no hubi¨¦ramos querido, y de esa vileza se aprovechaban ayer algunos medios de informaci¨®n extranjeros para dar ganancia a los terroristas.
Gallard¨®n quiere a Madrid, como todos, en los mapas de la paz y de la fiesta de la vida. Igual que Barcelona. Y por eso, el acercamiento de Barcelona a Madrid desde su experiencia de ciudad ol¨ªmpica, y c¨®mo Gallard¨®n, con el di¨¢logo, ha fomentado la buena relaci¨®n entre las dos ciudades, es uno de los ¨¦xitos que, a modo de ejemplo, nos permiten dar la raz¨®n al alcalde cuando dice que Madrid ya ha ganado. En tiempos convulsos -llenos de guirigay y zapatiestas, de bullas, enfrentamientos y disparates- que Madrid, ciudad de la convivencia -cabeza de naci¨®n nada nacionalista, acogedora de todas las banderas y superviviente heroica de su propia capitalidad- sea capaz de unir muchas voluntades y buenos deseos en torno a un proyecto ya es un triunfo. La prensa internacional de ayer no descartaba que las malas miradas que se cruzan Chirac y Blair acabar¨¢n beneficiando a Madrid. As¨ª que, si es por miradas, la de la Reina Sof¨ªa, la del presidente Zapatero y la del alcalde Gallard¨®n en Singapur, como una ¨²nica mirada, que representa a su vez muchas otras miradas espa?olas unidas, no s¨®lo nos traen la esperanza de que Madrid gane ma?ana, sino la certeza de que, efectivamente, aunque no gane, Madrid ya ha ganado.
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