'Yihad' en 'Londonist¨¢n'
Despu¨¦s de m¨¢s de un a?o de calma relativa, Europa ha vuelto a verse golpeada en el coraz¨®n por atentados reivindicados -en espera de una confirmaci¨®n que tardar¨¢ un tiempo- por el movimiento islamista yihadista que encarna Al Qaeda. Los m¨²ltiples ataques simult¨¢neos, los blancos escogidos -el metro y el autob¨²s de Londres, despu¨¦s de los trenes de cercan¨ªas en Madrid y los aviones en Nueva York-, la b¨²squeda del efecto m¨¢s espectacular posible, en el momento en el que se iniciaba la cumbre del G-8 en Reino Unido, y al d¨ªa siguiente de la elecci¨®n de Londres por parte del COI, son elementos que evocan el modo de operar al que el mundo ha tenido que acostumbrarse desde el 11 de septiembre de 2001. Aymanal Zawahiri, en su libro Caballeros bajo el estandarte del Profeta, que es el manifiesto de los yihadistas de Al Qaeda, insta a escoger los blancos m¨¢s espectaculares posibles, con el fin de entusiasmar, detr¨¢s de "la bendita vanguardia" de los terroristas, a las masas musulmanas, e impresionarlas con los golpes asestados al Occidente "arrogante".
En este sentido, la elecci¨®n de Londres es especialmente llamativa, justo cuando Tony Blair parec¨ªa triunfador en todos los aspectos, desde los Juegos Ol¨ªmpicos hasta la presidencia de una Uni¨®n Europea en la que el liberalismo brit¨¢nico parec¨ªa prevalecer sobre el modelo tradicional franco-alem¨¢n, y al d¨ªa siguiente de la cena que reuni¨®, alrededor de la reina Isabel II, a los jefes de Estado de los pa¨ªses m¨¢s poderosos del mundo. En la l¨®gica de Al Qaeda, es vital demostrar que el enemigo no es m¨¢s que un coloso con los pies de barro, que es posible hacerle vacilar cuando parec¨ªa encontrarse en la cima de la gloria y el poder. A pesar de que, desde septiembre de 2001, la repetici¨®n de actos terroristas, de una violencia cada vez mayor, no se haya traducido en nada desde el punto de vista de la conquista del poder por parte de los islamistas radicales de la yihad. Es crucial, precisamente ahora que Bin Laden y sus ac¨®litos parecen acorralados y aislados, dar sensaci¨®n de una invencibilidad casi sobrenatural a las poblaciones a las que pretenden reclutar.
Asimismo, los atentados son una forma de intervenir en un combate que rebasa el enfrentamiento entre los islamistas radicales y Occidente, de buscar alianzas con todos los que rechazan el G-8 y el triunfo del capitalismo: si los alternativos celebran conciertos, los yihadistas pasan a la acci¨®n e intentan presentarse como la ¨²nica fuerza real capaz de enfrentarse al orden mundial mediante la violencia, a la manera de los anarquistas de hace un siglo. Aunque el horror de los atentados aleja a la inmensa mayor¨ªa de los alternativos -y a la inmensa mayor¨ªa de los musulmanes-, en el pasado se ha visto que serv¨ªa para atraer a un peque?o n¨²cleo de simpatizantes, personas de origen musulm¨¢n o j¨®venes occidentales convertidos por las circunstancias a lo que les parece la ¨²nica ideolog¨ªa de resistencia por la fuerza ante la hegemon¨ªa estadounidense. Y ah¨ª se encuentra, sin ninguna duda, un peligro contra el que nuestras sociedades est¨¢n desamparadas.
Sin embargo, el Reino Unido cre¨ªa estar preparado contra la violencia, hasta tal punto que el COI hab¨ªa tenido en cuenta, al elegir Londres para los Juegos Ol¨ªmpicos de 2012, el nivel de los preparativos de seguridad en la capital brit¨¢nica, adem¨¢s del ejemplo de "multiculturalismo" que Gran Breta?a ofrece al mundo, con las diversas poblaciones que se yuxtaponen en su territorio, que conservan en enorme medida sus respectivas culturas y parecen vivir en armon¨ªa, sin verdadero deseo de asimilarse a la sociedad de acogida. Holanda, otro basti¨®n del multiculturalismo en Europa, ten¨ªa el mismo estado de ¨¢nimo hasta el asesinato del realizador Th¨¦o van Gogh a manos de un militante yihadista de origen marroqu¨ª, que desencaden¨®, como reacci¨®n, una oleada de xenofobia a partir del oto?o de 2004.
En Inglaterra, desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, viven numerosos dirigentes del movimiento islamista radical que han obtenido asilo pol¨ªtico y disponen de sus mezquitas, sus peri¨®dicos, sus citas regulares con radios y televisiones en lengua inglesa o ¨¢rabe. Esta pol¨ªtica de asilo tan generosa hizo que el movimiento islamista denominara a la capital inglesa Londonist¨¢n, y que las autoridades brit¨¢nicas se creyeran a salvo de atentados en su suelo, pese a la alianza de Tony Blair con George W. Bush en Oriente Pr¨®ximo y la presencia de redes islamistas bien provistas desde Bradford hasta Birmingham. El car¨¢cter de "santuario" empez¨® a estar en tela de juicio con las detenciones, a partir de 2004, de algunos miembros de dichas redes, en posesi¨®n de explosivos y armas, y dirigentes como el famoso imam tuerto y manco Abu Hamza, el egipcio, cuyo proceso se desarrolla en la actualidad. Todo esto empez¨® a quebrar el fr¨¢gil equilibrio del santuario; y, si se confirma que los atentados son atribuibles a los yihadistas radicales, significar¨ªan el fracaso de la pol¨ªtica de "Londonist¨¢n" y la revisi¨®n de un multiculturalismo que ha dejado en manos de los responsables de cada comunidad los retos de la seguridad. La lucha contra el terrorismo es un desaf¨ªo de largo alcance, que exige a los Estados que cumplan con su responsabilidad y, al mismo tiempo, a las sociedades y a todos sus elementos que se unan en torno a un n¨²cleo de valores firmes en defensa de la democracia y las libertades.
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