Boston librepensadora
Una ciudad filantr¨®pica y culta que deslumbra por su tradici¨®n
Boston es dos ciudades en una: Cambridge, al oeste de la desembocadura del r¨ªo Charles, donde en 1636 se abri¨® la Universidad de Harvard, todav¨ªa hoy la m¨¢s importante del pa¨ªs, y el propio Boston, en la otra orilla, centro del ¨¢rea metropolitana hom¨®nima, capital del Estado de Massachusetts y principal ciudad de Nueva Inglaterra, esa regi¨®n de la costa este que el m¨¢s cerril conservadurismo norteamericano suele imaginar rebosante de peligrosos intelectuales y de familias aristocr¨¢ticas con ideas radicales al estilo de John F. Kerry, el recientemente malogrado aspirante dem¨®crata a la presidencia. Tambi¨¦n es una ciudad provinciana; una ciudad r¨¢pida de conocer y en la que la vida puede ser, dependiendo de los gustos, o un infierno o un para¨ªso, ya que pasa por ser a un tiempo una de las capitales m¨¢s c¨®modas y tambi¨¦n una de las m¨¢s aburridas de Estados Unidos; una ciudad pr¨®spera y altiva, pero a la vez una ciudad que ha atravesado largos periodos en los que se ha sentido m¨¢s segura de su pasado que de su presente y de su futuro; crecida a la sombra de la cercana y siempre descomunal Nueva York, con la que hist¨®ricamente ha mantenido una relaci¨®n a medio camino entre la envidia y el desprecio de clase.
Boston fue fundada alrededor de 1630 por puritanos integrados en la Massachusetts Bay Company a los que Carlos I de Inglaterra otorg¨® tierras 65 kil¨®metros al norte de otra colonia puritana, la de Plymouth, en donde se hab¨ªan instalado los llamados padres peregrinos, los llegados en el m¨ªtico barco Myflower, y esa doble filiaci¨®n, la comercial y la religiosa, ha sido determinante en su historia. El pragmatismo del comerciante, unido al rigor y a la confianza en el progreso natural del hombre propia de los protestantes puritanos, conform¨® un pensamiento peculiar (conservador en lo religioso, filantr¨®pico en lo social, liberal en lo econ¨®mico y en lo pol¨ªtico) que la acaudalada burgues¨ªa local hizo suyo desde los tiempos de la colonia y que, enriquecido por la herencia de migraciones posteriores como la irlandesa, y sobre todo por el semillero intelectual de Harvard, le han dado hasta hoy justa fama de ciudad patricia y librepensadora. En Boston prendieron la revoluci¨®n americana, el abolicionismo, el sufragismo... y nacieron numerosos pr¨®ceres de la pol¨ªtica y de la cultura estadounidenses. El segundo presidente de EE UU, John Adams; el sexto, John Quincy Adams, y uno de los m¨¢s famosos, John F. Kennedy, eran de Boston.
Seguir el rastro del pasado es lo mejor que puede hacer el turista que llegue por primera vez a Boston, pues son numerosos los vestigios que se conservan y el tama?o de la ciudad se lo permite. S¨®lo de escenarios y monumentos relacionados con la guerra de la independencia tiene la mayor concentraci¨®n del pa¨ªs. Los principales son el Jard¨ªn del Boston Comon; la Massachusetts State House, modelo de todos los capitolios, como el de la Casa Blanca, que se construyeron luego; las iglesias Park Street Church y King's Chapel; la Old State House, sede del antiguo Gobierno colonial ingl¨¦s; los cementerios Burying Ground y Granary Burying Ground, en el que est¨¢n enterrados tres signatarios de la Declaraci¨®n de Independencia; el Old South Meeting House y el Faneuill Hall, que fueron los auditorios m¨¢s frecuentes de los discursos pronunciados en el Boston revolucionario, y Charlestown. El Boston aristocr¨¢tico de las impresionantes fortunas hechas con el comercio mar¨ªtimo puede verse, casi intacto, en los barrios de Beacon Hill, donde viv¨ªa la clase alta entre 1790 y 1870, y de Back Bay, adonde se traslad¨® cuando el deterioro del Westend. Una representaci¨®n de los gustos refinados y el coleccionismo de los ricos de finales del XIX se encuentra en el Isabella Stewart Gardner Museum, aunque son el Museum of Fine Arts y los Harvard University Museums los que albergan los mayores tesoros. El primero, absolutamente necesario. No deber¨ªan dejarse a un lado en este recorrido la Boston Public Library, un edificio en estilo neorrenacentista que fue la primera biblioteca p¨²blica de EE UU; la Trinity Church, construida en 1877 por el creador del estilo arquitect¨®nico m¨¢s genuinamente bostoniano: Henry Hobson Richardson; el Bell Atlantic Building, con una de las fachadas art d¨¦co m¨¢s elegantes del pa¨ªs; ni, por supuesto, emblemas del movimiento moderno que, procedente de Europa, desembarc¨® a mediados del siglo XX, como el Holyoke Center, de Josep Llu¨ªs Sert, o el Carpenter Center for the Visual Arts, de Le Corbusier, que est¨¢ en el Harvard Yard y s¨®lo por eso merecer¨ªa ya la visita. O el barrio de Bay Village, donde naci¨® por casualidad Edgar Allan Poe, en plena gira de sus padres actores. Y el metro, el m¨¢s antiguo del pa¨ªs, y que tiene la particularidad de que carece de andenes; los trenes (rojos, azules) discurren por los t¨²neles al mismo nivel de cota que los viajeros y ¨¦stos acceden al interior subiendo una escalerilla.
La industria educativa
Hoy Boston tiene 600.000 habitantes (3.500.000 en toda el ¨¢rea metropolitana), cuenta con infinidad de instituciones culturales, su econom¨ªa se sustenta en las finanzas, la alta tecnolog¨ªa y la industria educativa, y no est¨¢n presentes en ella, con la crudeza de otras ciudades como Nuerva York o Chicago, los contrastes sociales caracter¨ªsticos de EE UU. Esta anomal¨ªa es una de las primeras cosas que saltan a la vista. Hay vagabundos y pobres y locos, pero parece, antes que nada, una ciudad atildada, si acaso demasiado: una ciudad, m¨¢s que de homeless y de apresurados oficinistas, de ni?os pijos; sensaci¨®n esta a la que contribuye, sin duda, que la colonia estudiantil, entre los campus de Harvard y de la Universidad de Boston, sea proporcionalmente muy numerosa.
El viajero que llegue hoy por primera vez a Boston tendr¨¢ una doble sensaci¨®n: por un lado, se sentir¨¢ deslumbrado por descubrir una Am¨¦rica distinta, m¨¢s limpia, m¨¢s civilizada, menos ruda, as¨ª como por los numerosos restos coloniales, que, al contrario de lo que su ausencia sugiere en otras ciudades de EE UU, inducir¨¢n en ¨¦l la sensaci¨®n de pisar un territorio con pedigr¨ª; pero, por otro, es probable, asimismo, que no deje de sentirse decepcionado a medida que descubra que ese algo m¨¢s que, presum¨ªa, se escond¨ªa tras los espectaculares museos, los lugares santos de la naci¨®n o las aristocr¨¢ticas calles de bajas casas victorianas de cuyas puertas a¨²n hoy es posible imaginar a Henry James saliendo con sombrero de copa, no era m¨¢s que una autosugesti¨®n permanentemente renovada. Si as¨ª ocurre, lo m¨¢s recomendable es que vuelva a iniciar el recorrido, que baje al metro para sentirse en la vi?eta de un c¨®mic de superh¨¦roes de los a?os treinta o que ingiera la cantidad de ostras que su bolsillo y su buche le permitan en una de las tabernas, de ambiente tenuemente irland¨¦s, que hay en los alrededores del renovado Quincy Market. El bacalao, el verdadero plato estrella de la gastronom¨ªa local, s¨®lo es apto para quienes soporten el pescado cocinado con mantequillla.
GU?A PR?CTICA
Prefijo: 001 617. Moneda: d¨®lar estadounidense (unos 0.83 euros).C¨®mo ir- Iberia (www.iberia.com; 902 400 500) vuela a Boston con una escala, desde 442 euros m¨¢s tasas y gastos.- Lufthansa (www.lufthansa.es; 902 22 01 01), en julio, a Boston desde Madrid (una escala), ida y vuelta, desde 669,04 euros m¨¢s tasas.- En buscadores de Internet (como www.opodo.es, www.terminala.com, www.viajar.com...) se encuentran billetes de ida y vuelta desde Madrid, siempre con una escala, para julio desde unos 530 m¨¢s tasas y gastos.Informaci¨®n- Turismo de Boston (635 39 11; www.cityofboston.gov).- www.bostonusa.com.- Museos: Isabella Stewart Gardner (www.gardnermuseum.org), Fine Arts (www.mfa.org),
Harvard University Art Museums (www.artmuseums.harvard.edu).- The Boston Public Library (www.bpl.org).
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