Sequ¨ªa a domicilio
El consumo dom¨¦stico de agua puede multiplicarse por seis seg¨²n el tipo de vivienda
Hace justamente 10 a?os, coincidiendo con el periodo m¨¢s duro de uno de los ¨²ltimos ciclos de sequ¨ªa (1988-1996), la entonces Coordinadora de Asociaciones de Defensa Ambiental (ahora convertida en Ecologistas en Acci¨®n) realiz¨® un curioso estudio sobre el consumo dom¨¦stico de agua seg¨²n el tipo de vivienda, para lo que recab¨® informaci¨®n en m¨¢s de 600 inmuebles de distinto tipo. Despu¨¦s de analizar las facturas de cada una de estas viviendas los ecologistas advirtieron que exist¨ªan notables diferencias. En algunos llegaban a consumirse, como media, cantidades de agua que supon¨ªan multiplicar por seis el volumen que se registraba en aquellas viviendas que demandaban menos agua.
Las estimaciones de los ecologistas otorgaban a los pisos y viviendas bajas sin jard¨ªn un consumo anual medio de unos 82.000 litros de agua, cantidad que se elevaba hasta los 262.000 litros en el caso de unifamiliares con una parcela de 250 metros cuadrados. El volumen segu¨ªa creciendo en paralelo con el terreno disponible para un jard¨ªn privado y/o piscina, de manera que en la parte m¨¢s alta de la tabla se colocaban aquellos inmuebles que dispon¨ªan de una parcela de 1.000 metros cuadrados, en donde la demanda de agua sumaba al a?o cantidades que superaban los 530.000 litros.
De esta manera, y en coincidencia con las tablas de consumo dom¨¦stico que se vienen manejando en diversos pa¨ªses europeos, resulta evidente que la demanda de agua est¨¢ directamente relacionada con el nivel de renta, ya que en viviendas humildes un ciudadano suele cubrir todas sus necesidades diarias con una dotaci¨®n de entre 70 y 90 litros, mientras que en las ¨¢reas con mayor poder adquisitivo esta cantidad puede rebasar los 300 litros.
A juicio de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), que en 2003 public¨® un informe sobre las necesidades dom¨¦sticas de agua, un hogar que disponga de un buen sistema de suministro, sin interrupciones y a trav¨¦s de numerosos grifos, puede cubrir todas las necesidades b¨¢sicas (hidrataci¨®n, higiene, limpieza y preparaci¨®n de alimentos) con unos 100 litros de agua por persona y d¨ªa, sin someterse a ning¨²n riesgo sanitario. Incluso con 50 litros de agua por persona y d¨ªa, advierte la OMS, podr¨ªan cubrirse esas necesidades b¨¢sicas, aunque el nivel de seguridad sanitaria descender¨ªa.
Estos c¨¢lculos se han trasladado a la ciudad de Sevilla gracias a un trabajo de investigaci¨®n realizado por los economistas Roberto Mart¨ªnez-Espi?eira y C¨¦line Nauges, publicado el pasado a?o en Applied Economics. Seg¨²n ellos, el consumo m¨ªnimo en la capital hispalense, capaz de cubrir con garant¨ªa sanitaria las necesidades b¨¢sicas, se sit¨²a en 86 litros de agua por persona y d¨ªa, aunque las estad¨ªsticas de consumo real son mucho m¨¢s elevadas, lo que demuestra que existe un cierto margen para el ahorro.
En el informe El suministro de agua en Andaluc¨ªa: coste y calidad del servicio, publicado por la C¨¢mara de Cuentas de Andaluc¨ªa en 2001, se cifra en m¨¢s de 212 litros por persona y d¨ªa el consumo medio de un andaluz, estando muy por encima de esta cifra los habitantes de Huelva (336 litros/habitante/d¨ªa), M¨¢laga (235 litros) y Sevilla (224 litros). A¨²n m¨¢s elevadas son las cifras de demanda de agua para consumo urbano per c¨¢pita que, referidas a 2001, figuran en las tablas estad¨ªsticas que la Consejer¨ªa de Medio Ambiente publica en su p¨¢gina web. En este caso se anotan demandas que superan los 1.500 litros por habitante y d¨ªa en las provincias de Ja¨¦n y Almer¨ªa, y de casi 1.200 litros en el caso de Sevilla, lo que indica una clara distorsi¨®n originada por aquellos consumos que no pueden considerarse estrictamente dom¨¦sticos. En cualquier caso, el Instituto Nacional de Estad¨ªstica considera que el consumo medio de un andaluz se sit¨²a, en los ¨²ltimos a?os, en torno a los 180 y los 185 litros de agua por d¨ªa.
Analizar con detalle esta cuesti¨®n es relevante en los periodos de sequ¨ªa ya que, como pone de manifiesto la investigaci¨®n de Mart¨ªnez-Espi?eira y Nauges, las cifras de consumo ayudan a desarrollar, con cierta garant¨ªa de ¨¦xito, estrategias de encarecimiento o restricci¨®n para forzar el ahorro. Es decir, para un sevillano un aumento en el precio del agua no tendr¨ªa apenas efecto, en lo que a limitaci¨®n de la demanda se refiere, por debajo del umbral m¨ªnimo de consumo, que estos autores cifran en 86 litros por persona y d¨ªa. Adem¨¢s, y en t¨¦rminos generales, un aumento en el precio del agua provoca un descenso en el consumo que nunca es proporcional.
En cuanto a las restricciones, estos mismos autores estiman que una hora al d¨ªa de corte en el suministro viene a tener el mismo efecto, en lo que a consumo se refiere, que un incremento del 9% en el precio del agua. Por tanto, en situaciones de crisis, habr¨ªa que valorar la mejor estrategia o combinaci¨®n de estrategias. Aunque cualquier sacrificio que en esta materia trate de trasladarse a los ciudadanos debe corresponderse, siempre, con una actitud igualmente solidaria por parte de la Administraci¨®n.
Las cuentas del derroche
Cuando hace algunos d¨ªas Fuensanta Coves sugiri¨® el establecimiento de un canon transitorio que gravara el uso "m¨¢s recreativo" del agua (llenado de piscinas particulares, por ejemplo), se gener¨® un curioso debate en el foro virtual que mantiene la Red Andaluza de la Nueva Cultura del Agua.
Algunos especialistas se mostraron sorprendidos con este comentario ya que, a su juicio, es dif¨ªcil concienciar a los ciudadanos de un esfuerzo de este tipo cuando la misma Administraci¨®n sigue permitiendo que se multipliquen las urbanizaciones, con jardines y piscinas, y los campos de golf. Los propios ayuntamientos, que en muchos casos tendr¨ªan que aplicar este canon, riegan de forma poco eficiente sus zonas verdes, y, adem¨¢s, las redes de distribuci¨®n sufren p¨¦rdidas importantes, por no hablar del elevado consumo agr¨ªcola no siempre sometido a criterios de eficiencia.
Las campa?as de ahorro, y a¨²n m¨¢s las estrategias que se apoyan en la pol¨ªtica de precios o en las restricciones, necesitan mirarse en el espejo de las administraciones p¨²blicas. Muchos ciudadanos pensar¨¢n que su esfuerzo es in¨²til, por lo rid¨ªculo, en comparaci¨®n con el derroche de otras parcelas gestionadas por los mismos organismos p¨²blicos. Una de las principales dificultades es que el coste es personal, mientras que el beneficio es social, un dilema cl¨¢sico en el campo de la educaci¨®n ambiental.
A¨²n as¨ª, conviene saber que en el hogar se derrochan grandes cantidades de agua sin ser muy conscientes de este fen¨®meno y en aplicaciones poco trascendentes. Por ejemplo, mantener el grifo abierto mientras se est¨¢n cepillando los dientes origina un desperdicio de hasta 20 litros de agua.
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