El planeta cambia de cara
Estas im¨¢genes tomadas por sat¨¦lite dan v¨¦rtigo. Muestran algunos de los cambios m¨¢s radicales producidos en nuestro planeta en los ¨²ltimos 30 a?os. Desde la deforestaci¨®n de la Amazonia y las fracturas en la Ant¨¢rtida hasta el feroz avance de las grandes urbes y los cultivos de invernaderos.
Rara es la semana en que no se publica alg¨²n nuevo informe con se?ales de alarma sobre los r¨¢pidos cambios que se producen en el planeta por influencia de los casi 6.500 millones de seres humanos que somos. En los ¨²ltimos d¨ªas de junio nos enteramos de que, por el calentamiento global, los glaciares del Himalaya han retrocedido 50 metros en s¨®lo dos a?os, m¨¢s del doble de lo habitual, y un estudio de Naciones Unidas inform¨® de que la desertificaci¨®n amenaza al 41% de las tierras y que la aridez fulminante avanza de tal forma que en los pr¨®ximos a?os obligar¨¢ a 135 millones de personas a abandonar sus hogares. En Espa?a, el Observatorio de la Sostenibilidad hizo p¨²blico el 21 de junio su primer estudio. Conclusi¨®n: La econom¨ªa crece a costa de destruir el medio ambiente. Tan sencillo y radical; y el observatorio est¨¢ financiado por el Ministerio de Medio Ambiente y la Universidad de Alcal¨¢, y dirigido por Domingo Jim¨¦nez Beltr¨¢n, que estuvo al frente de la Agencia Europea de Medio Ambiente. Dos datos que aporta: el PIB per c¨¢pita ha crecido un 25% en Espa?a en 10 a?os; las emisiones de gases de efecto invernadero, un 45%. La poblaci¨®n aument¨® entre 1990 y 2000 menos del 5%; el suelo urbanizado se expandi¨® un 25%; en una d¨¦cada hemos echado cemento en una extensi¨®n similar a Guip¨²zcoa.
Podr¨ªamos llenar p¨¢ginas. Un informe m¨¢s. El ?ndice de Planeta Vivo, de la organizaci¨®n WWF (Adena, en Espa?a), hecho al estilo del ?ndice de Desarrollo Humano que por pa¨ªses publica Naciones Unidas, destaca que en los ¨²ltimos 30 a?os la huella ecol¨®gica de la Humanidad creci¨® hasta exceder en un 20% la capacidad de carga biol¨®gica de la Tierra. Eso quiere decir que vamos agotando los recursos naturales de nuestro planeta para reinventarse cada d¨ªa, para mantenerse tal y como lo conocemos. Pero en la sociedad de la infoxicaci¨®n, a menudo los informes, n¨²meros, tablas y estad¨ªsticas caen en mentes ya saturadas de datos y mensajes, y no impactan. De ah¨ª el valor de estas im¨¢genes por sat¨¦lite, que muestran de un vistazo esa degradaci¨®n.
?Cu¨¢ntas veces se ha repetido en los ¨²ltimos a?os eso de que asistimos a un cap¨ªtulo de extinci¨®n de especies s¨®lo comparable al periodo en que desaparecieron los dinosaurios? Hemos perdido el 45% de los bosques originales, y entre 2002 y 2004 el n¨²mero de especies amenazadas pas¨® de 10.000 a casi 16.000, seg¨²n los expertos de la Conferencia Internacional sobre Biodiversidad que se celebr¨® en la Unesco a comienzos de a?o. Pero quiz¨¢ no sepamos medir el problema hasta que no nos enfrentamos a la anterior doble p¨¢gina, con los elocuentes bocados agr¨ªcolas a la Amazonia, la gran reserva de biodiversidad.
En su libro Salvar el planeta (editorial Paid¨®s), el prestigioso analista estadounidense del medio ambiente Lester R. Brown, fundador y presidente del Earth Policy Institute, se?ala: "Las pr¨¢cticas habituales -plan A- ya no funcionan. Es mucho lo que est¨¢ en juego y el tiempo no corre a nuestro favor. Cada vez son m¨¢s las evidencias de que nuestra civilizaci¨®n moderna tiene problemas. (?) La buena noticia es que hay soluciones para los problemas a los que nos enfrentamos". Es lo que ¨¦l llama plan B, una reorganizaci¨®n urgente de las prioridades, y eso incluye desde fijar precios realistas del agua hasta ponerle freno a la dictadura del autom¨®vil y apostar ya claramente por las energ¨ªas renovables. En fin, no seamos pesimistas, pero s¨ª m¨¢s razonables.
Historia de unas im¨¢genes impactantes
"La humanidad es un coche lanzado a gran velocidad contra un muro, y lo que hacemos es acelerar. Esto es lo que muestran estas fotos". Pascal Peduzzi, cient¨ªfico suizo, jefe de la unidad de alerta sobre el medio ambiente de la ONU, tiene las ideas muy claras respecto al impacto del hombre sobre la Tierra y sus consecuencias. "Pero la opini¨®n p¨²blica, a pesar de que se hable mucho del tema, no las tiene tan claras. Y adem¨¢s percibe estos asuntos como algo muy lejano". Desde esa consideraci¨®n nace el Atlas de nuestro medio ambiente en cambio, un proyecto de la ONU que recoge una escalofriante galer¨ªa de im¨¢genes por sat¨¦lite de c¨®mo ha cambiado la Tierra en los ¨²ltimos 30 a?os. Una prueba visual irrefutable de nuestros delitos.
La idea la tuvo, a finales de 2000, Ashbindu Singh, un cient¨ªfico indio de 54 a?os, coordinador para Am¨¦rica de la unidad de alerta. "Si no lo ves, no llegas a cre¨¦rtelo. ?se era el asunto. Hac¨ªa falta algo muy visual para concienciar m¨¢s a la opini¨®n p¨²blica de lo que est¨¢ pasando. Pero la duda era c¨®mo hacer visible todo eso", cuenta Singh, l¨ªder del Proyecto Atlas. El problema lo resolvi¨® la NASA. La agencia espacial estadounidense puso gratuitamente a disposici¨®n de los cient¨ªficos de Naciones Unidas las im¨¢genes captadas por el sat¨¦lite Landsat, que desde 1972 retrata sin descanso la Tierra. "Era exactamente lo que necesit¨¢bamos: una base de datos excepcional que nos permit¨ªa hacer comparaciones".
Alrededor de Singh se puso en marcha un equipo de medio centenar de personas, entre ellas Pascal Peduzzi, con la tarea de seleccionar de la superficie de la Tierra las zonas en las que m¨¢s significativas fueran las transformaciones producidas por el hombre. "Considerada la complejidad del tema, necesit¨¢bamos especialistas en sectores muy variados: meteorolog¨ªa, biolog¨ªa, urbanismo, agricultura?", explica Peduzzi. Una tarea compleja, sobre todo considerando que no hab¨ªa presupuesto para desempe?arla. "Tuve que recurrir a mis amistades, a los conocidos, a gente que nos ayudara sin pedir dinero?", cuenta Peduzzi. Pero, a pesar del escaso presupuesto (unos 410.000 euros), el resultado es excepcional. "Mejor de lo que yo esperaba", admite Singh.
Las fotos, efectivamente, son estupendas y hablan por s¨ª mismas. En s¨®lo 30 a?os, las variaciones en el paisaje resultan a veces radicales. El verde intenso de las selvas se difumina, cercado y cercenado por los marrones, los amarillos y los verdes tenues de los cultivos. Las manchas grises -las ciudades- se expanden como c¨¢nceres malignos, devorando sus alrededores. El blanco compacto de los glaciares y de las zonas nevadas se fractura, se descompone. Y el blanco sucio que delata a los invernaderos se compacta, se teje como una alfombra de pl¨¢stico que no deja respirar la tierra.
"En los ochenta perd¨ªamos cada a?o unos 40.000 kil¨®metros cuadrados de bosques, una superficie equivalente a Suiza; hoy vamos a un ritmo de 160.000. Pero nosotros, los occidentales, los mayores responsables, no nos damos cuenta. Quiz¨¢ nuestro elevado nivel de vida nos impida verlo. Si todos los seres humanos vivieran como el europeo medio se necesitar¨ªan los recursos de tres o cuatro planetas. Y si todos vivi¨¦ramos como un hombre de negocios har¨ªan falta 11,4. Por si decirlo no es suficiente, lo ense?amos", concluye Peduzzi.
"La esperanza es que el atlas circule por colegios y universidades, que estimule una reacci¨®n", explica Singh. "Queremos dar continuidad a este trabajo", a?ade. La misma continuidad que tiene la transformaci¨®n de la Tierra. "La ¨²nica cosa permanente es la evoluci¨®n", dijo el buda Siddharta Gautama. "El problema es el ritmo y la direcci¨®n", a?ade Peduzzi. Algo que muchos ya sab¨ªan, pero que ahora ven.
Las fotograf¨ªas de este reportaje est¨¢n extra¨ªdas del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), publicadas en 'One planet, many people. Atlas of our changing environment' (2005). En Internet: www.na.unep.net.
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