Al rape
Soy doctor en Metaf¨ªsica. Acuciado por el paro y la nula demanda social de ciencias especulativas, regento desde hace a?os una peluquer¨ªa de caballeros que me leg¨® mi difunto padre. No me siento frustrado, en absoluto. Cada d¨ªa imparto con fluidez lecciones particulares de filosof¨ªa a cada uno de mis parroquianos, quienes no tienen otro remedio que escucharme con respeto porque hablo navaja en ristre, tijera a mano; ellos est¨¢n indefensos en el sill¨®n con su cabeza a mi arbitrio. En tan comprometida situaci¨®n la gente no suele llevar la contraria. Pero quien calla otorga. De lo cual se colige que a los ciudadanos decentes les gusta m¨¢s la Cr¨ªtica de la raz¨®n pura que la televisi¨®n. Sentimos atracci¨®n tel¨²rica por lo incomprensible y lo abstracto. Somos un colectivo extra?o.
Apelo a ustedes, amables lectoras y lectores, para lamentar la burda persecuci¨®n a que estamos sometidos los peluqueros y para poner los puntos sobre las ¨ªes en cuestiones capitales, es decir, de la cabeza. Esa moda aberrante de raparse al cero est¨¢ provocando serias disfunciones vitales en nuestra juventud y en unos cuantos astros del balompi¨¦, que son los causantes de la epidemia. A los muchachos se les calientan los cascos. El cabello no s¨®lo est¨¢ para hacer filigranas capilares; el pelo es un protector del cerebro contra el fr¨ªo, el calor y otras inclemencias. La mocedad, con los sesos casi al aire, va cada vez m¨¢s zumbada. Adem¨¢s, y esto es lo m¨¢s grave, no acuden a la peluquer¨ªa porque se lo hacen en su casa con una m¨¢quina de las que venden en tiendas de todo a cien.
Se?oras y se?ores: los calvos siempre se lo montan para disimular su alopecia, sin llegar a los extremos de Anasagasti. Un monarca franc¨¦s calvo impuso casi por decreto la moda de las pelucas empolvadas. Un delantero centro con inicios de calvicie se rap¨® para disimular la languidez de su cabello y los futboleros pensaron que eso era el ¨²ltimo grito. La gente prescinde de las peluquer¨ªas porque piensa que eso es la moda. Sans¨®n perdi¨® sus poderes cuando Dalila le cort¨® el cabello. ?No ser¨¢ todo esto un montaje de los fabricantes de sombreros?
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