Se busca sustituto
El desarrollo de un nuevo veh¨ªculo espacial es clave para la NASA, ya que sus tres naves actuales dejar¨¢n de volar en 2010
"El presidente dijo que vamos a retirar los transbordadores en 2010 y en eso estamos trabajando", ha advertido el director de la NASA, Michael Griffin, haciendo referencia al plan presentado por George Bush en 2004, que abarca tanto la idea de que los astronautas vuelvan a pisar la Luna y que viajen a Marte, como la jubilaci¨®n de la flota actual de naves tripuladas. Desde luego son naves antiguas, pese a las modernizaciones que se han hecho en ellas a lo largo de los a?os, y muy costosas de mantener y de hacer volar. El problema es que la NASA no tiene a¨²n un veh¨ªculo que sustituya al Discovery, al Atlantis y al Endeavour, los tres transbordadores que quedan de los cinco que se construyeron (el Challenger y el Columbia se perdieron en dos accidentes que causaron la muerte de 14 astronautas en total).
El mantenimiento y preparaci¨®n de las naves entre vuelos es complejo y muy caro
Los planes para desarrollar un nuevo veh¨ªculo de exploraci¨®n tripulado (CEV, en sus siglas en ingl¨¦s) se han acelerado, puesto que la NASA, antes del anuncio presidencial, contaba con un calendario m¨¢s dilatado: el CEV llegar¨ªa en 2014 y, mientras tanto, los transbordadores seguir¨ªan en activo.
"El CEV tiene que ser seguro, tiene que ser sencillo y tiene que estar listo pronto", ha dicho Griffin. Pero el proyecto sigue a¨²n en las primeras fases de dise?o. La idea es elegir en 2006 una empresa contratista principal para desarrollar y construir el nuevo veh¨ªculo, pero a¨²n no est¨¢ claro que se pueda acelerar tanto el proceso como para tenerlo listo dentro de cinco a?os y evitar que EE UU carezca de transporte espacial propio para sus astronautas durante unos a?os. De momento, en la propuesta presupuestaria de Griffin para 2006 se incluyen 753 millones de d¨®lares para trabajar en el plan del CEV.
El programa del transbordador arranc¨® en la pr¨¢ctica en los a?os setenta, para crear una nave eficaz y reutilizable que facilitase y abaratase el acceso al espacio de EE UU. El primero en volar al espacio fue el Columbia, en 1981. El problema con este sistema de transporte espacial es que no logr¨® ninguno de los dos objetivos: los transbordadores exigen un complejo mantenimiento y preparaci¨®n entre vuelo y vuelo y, adem¨¢s, los lanzamientos y misiones que realizan son car¨ªsimas.
Pese a que son muy espectaculares en su lanzamiento y en su aterrizaje - como si de aviones se tratase, en lugar de la ca¨ªda de las c¨¢psulas rusas y de las estadounidenses hasta el programa Apolo-, los transbordadores siempre han estado algo desamparados como programa espacial. Deber¨ªan ser naves de transporte para tripulaciones y cargas, pero durante casi 25 a?os no tuvieron destino, ya que EE UU carec¨ªa de una estaci¨®n espacial. Un c¨¦lebre informe de la NASA en 1990 critic¨® la decisi¨®n de poner tanto empe?o y presupuesto de la agencia espacial en los transbordadores cuando no ten¨ªan ad¨®nde ir.
As¨ª, durante a?os, estas naves se dedicaron a poner en ¨®rbita sat¨¦lites, operaci¨®n que era m¨¢s barata y menos arriesgada realizar con cohetes convencionales no tripulados, a cumplir misiones cient¨ªficas con poco rendimiento, dado su alto coste, y a realizar las misiones peri¨®dicas de reparaci¨®n y servicio del telescopio espacial Hubble. Pero tambi¨¦n se ha planteado que tal vez, por el precio de todas estas misiones del observatorio en ¨®rbita, se habr¨ªan podido hacer varios telescopios de usar y tirar.
Los transbordadores acabaron viajando a la Mir rusa y luego, a partir de 1998, a la Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS). Poco despu¨¦s de encontrar este cometido claro, se quedaron varadas en tierra tras el accidente del Columbia, con la construcci¨®n de la estaci¨®n interrumpida y a medias.
Ahora, con el regreso al espacio, la NASA -y sus socios- se replantea c¨®mo continuar el montaje de la ISS con tres transbordadores, que, para cumplir la nueva normativa de seguridad, podr¨¢n realizar a partir de ahora menos vuelos al a?o que antes.
Lo m¨¢s peligroso
Los siete astronautas que murieron en el Challenger, en enero de 1986, s¨®lo hab¨ªan volado 73 segundos cuando una explosi¨®n destruy¨® la nave. Los del Columbia murieron al regreso, 16 minutos antes del aterrizaje previsto en la base espacial Kennedy. El despegue y el aterrizaje son las maniobras m¨¢s peligrosas de estas naves.
Los da?os que provocaron la destrucci¨®n del Columbia se produjeron en el ascenso (dos semanas antes del accidente), cuando un trozo de gomaespuma aislante se desprendi¨® del dep¨®sito principal de combustible y golpe¨® una zona fr¨¢gil del recubrimiento t¨¦rmico. Por las fracturas penetr¨® aire ultracaliente en el ala izquierda de la nave al entrar ¨¦sta en la atm¨®sfera, debilitando su estructura interna y provocando su destrucci¨®n.
Rick Husband, Wi-llie Mccool, Calpana Chawla, Lawrel Clark, Mike Anderson, David Brown e Ilan Ram¨®n (el primer astronauta israel¨ª) ven¨ªan de hacer una misi¨®n poco espectacular y varias veces pospuesta.
Durante el vuelo, ni ellos ni los responsables de control conocieron el alcance de los da?os que la nave hab¨ªa sufrido en el lanzamiento. Pero si hubieran estado al tanto, el salvamento de la tripulaci¨®n habr¨ªa sido extremadamente dif¨ªcil, si no imposible. No hab¨ªa equipos a bordo para inspeccionar la superficie del Columbia, ni para salir a hacer reparaciones; no pod¨ªan ir a refugiarse en la estaci¨®n espacial y no hab¨ªa otra nave lista para ir a rescatarlos.
Antes de reanudar los vuelos de los transbordadores, la NASA decidi¨® subsanar estas deficiencias en los tres restantes.
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