Patrice Ch¨¦reau vuelve a la ¨®pera con 'Cos¨¬ fan tutte'
El director franc¨¦s se convierte en la estrella medi¨¢tica del Festival de Aix-en-Provence
St¨¦phane Lissner, director del Festival de Aix-en-Provence, tiene debilidad por la recuperaci¨®n para la ¨®pera de ilustres figuras de la escena circunstancialmente alejadas del g¨¦nero l¨ªrico. En sus primeros pasos de Aix li¨® a Peter Brook para dirigir Don Giovanni, ahora hace lo mismo con Patrice Ch¨¦reau y le tienta con el ¨²ltimo t¨ªtulo de la trilog¨ªa mozartiana con Lorenzo da Ponte, esa piedra de toque para cualquier director teatral que es Cos¨¬ fan tutte. El espect¨¢culo se estren¨® anteayer bajo la direcci¨®n musical de Daniel Harding.
Es una direcci¨®n en cierto modo susurrante, de matices
No era la inauguraci¨®n, pero lo parec¨ªa. Ch¨¦reau es mucho Ch¨¦reau y se ha convertido en la estrella medi¨¢tica del Festival de Aix. Su trayectoria le avala. Estuvo, con Pierre Boulez, en el hist¨®rico y revolucionario Anillo del Nibelungo del centenario en Bayreuth (1976-1980); particip¨® en el estreno de la primera versi¨®n en tres actos de Lulu en la ?pera de Par¨ªs en 1979, tambi¨¦n con Boulez; en el teatro Ch?telet de Par¨ªs, esta vez con Barenboim, puso el lado teatral a un memorable Wozzeck en 1992 y, en fin, en 1994 debut¨® en el Festival de Salzburgo con una lectura controvertida, pero llena de inter¨¦s, de Don Giovanni, repitiendo batuta con Barenboim. Desde entonces, se instal¨® en el silencio para la l¨ªrica. Demasiado tiempo para un hombre de su talento.
Una de las diez funciones de Aix, la del 23 de julio, se televisar¨¢ en directo por el canal Arte. En septiembre y octubre este Cos¨¬ ir¨¢ a la ?pera de Par¨ªs, coproductora del espect¨¢culo, con el mismo reparto de estos d¨ªas en Aix. A la capital francesa, as¨ª como a Viena en un par de periodos, retornar¨¢ en 2006, y tambi¨¦n est¨¢ anunciada su visita a Baden-Baden en 2008. En fin, que tiene cuerda para rato.
Ch¨¦reau ha manifestado sentirse muy libre con esta ¨®pera mozartiana, en la que ve resonancias de Ariosto, Shakespeare y Marivaux. El acercamiento a Cos¨¬ de Ch¨¦reau es fundamentalmente desde los personajes. La escenograf¨ªa de Richard Peduzzi es amplia y clara, a varias alturas, una mezcla de trastienda de un teatro y de patio napolitano. Se reivindica el escenario como lugar central del rito de la representaci¨®n, y as¨ª los figurantes suministran o retiran puntualmente en funci¨®n del momento los objetos que necesitan los actores-cantantes y, accidentalmente, comparten lo que se est¨¢ haciendo a su lado en condici¨®n de espectadores. A veces los cantantes intervienen desde la propia sala, con lo que envuelven e integran al p¨²blico impulsando con eficacia la continuidad del teatro y de la vida.
Es la de Ch¨¦reau una direcci¨®n en cierto modo susurrante, de matices. Tiene que retratar la duda, la fragilidad de los sentimientos, la inseguridad ante el descubrimiento de uno mismo. No se pueden dar trazos o perfiles de una pieza. El movimiento es continuo y r¨¢pido; la composici¨®n de figuras, ondulante, y no s¨®lo por est¨¦tica. Se podr¨ªa pensar casi en un ballet, pero no. Los detalles que desvelan las psicolog¨ªas son innumerables. Quiz¨¢s en televisi¨®n este aspecto puede quedar m¨¢s enfatizado en los primeros planos o los medios. Se nota el lado cinematogr¨¢fico de Ch¨¦reau.
El reparto es globalmente satisfactorio, con un Raimondi que dice m¨¢s que canta, pero con una presencia como actor verdaderamente determinante, o con una Bonney que da al personaje de Despina m¨¢s sabidur¨ªa o malicia que frescura. La que canta lo que quiere y act¨²a primorosamente es Elina Garanca, una Dorabella excepcional: en los medios vocales, en el ajustado fraseo, en la intencionalidad po¨¦tica. Magn¨ªfica labor asimismo la de Erin Wall, como Fiordiligi, con gusto, buena l¨ªnea y seguridad, empastando muy bien en los d¨²os o concertantes con sus compa?eros. El bar¨ªtono St¨¦phane Degout y el tenor Shawn Mathey disponen de considerables cualidades vocales, aunque quiz¨¢s a falta de un hervor, especialmente el tenor. Se ajustan con soltura, en cualquier caso, al retrato teatral, con lo que la complejidad de la trama se va desvelando con peque?os y continuos chispazos de teatro desde el canto. Un gesto, un peque?o giro mel¨®dico, una vacilaci¨®n, van fijando las coordenadas de esta comedia pesimista y desesperanzada, de esta particular ¨®pera bufa sobre el peligro y la irresponsabilidad de jugar con fuego.
Todo va progresando adecuadamente y, sin embargo, en un momento el desarrollo sentimental o dram¨¢tico se estanca. Ligeramente, pero se estanca. Es dif¨ªcil precisar por qu¨¦, pues no se debe a una p¨¢jara de ning¨²n cantante o a una crisis de ideas del director. La comedia elegante se adorna con una sensaci¨®n de distancia que no parece proceder de la melancol¨ªa. ?A qu¨¦ se debe, pues? A mi modo de ver, a ciertas ca¨ªdas de tensi¨®n en la direcci¨®n musical de Daniel Harding. Su planteamiento es correcto, pero en algunos momentos brusco, sin ese refinamiento de recreaci¨®n en el detalle que ¨¦sta ¨®pera de las fragilidades demanda. Estupenda, por otra parte, la prestaci¨®n de la Mahler Chamber Orchestra.
Los aficionados no esperar¨¢n otros 11 a?os sin ver nada nuevo en ¨®pera de Ch¨¦reau. Ayer mismo se anunci¨® que este maestro de la desnudez frente al artificio volver¨¢ a Aix con Desde la casa de los muertos, de Jan¨¢cek, en una coproducci¨®n con el Metropolitan de Nueva York. En Aix dirigir¨¢ Pierre Boulez, y en Nueva York, Esa-Pekka Salonen. As¨ª se las gastan por esta peque?a ciudad provenzal.
Babelia
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