Las izquierdas americanas
Que Iberoam¨¦rica se ti?a con tonalidades del rojo se debe en parte a las relaciones establecidas entre las izquierdas latinoamericanas y estadounidenses. Una vida que ejemplifica esa historia en construcci¨®n es la del nuevo secretario general de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA), el chileno Jos¨¦ Miguel Insulza.
Durante muchas d¨¦cadas, la geometr¨ªa pol¨ªtica en Am¨¦rica Latina era de un acartonado elemental. Los derechistas amaban interesadamente al Estados Unidos anticomunista. Los izquierdistas repudiaban al imperialismo yanqui, lo que justificaban por la historia de tropel¨ªas perpetradas por la potencia. El rechazo exclu¨ªa al esfuerzo por comprender el tejido social de ese pa¨ªs que tiene fuerzas pol¨ªticas y sociales que en otras latitudes se calificar¨ªan expl¨ªcitamente de izquierda. El pudor impuesto por la historia los lleva a identificarse como "liberales", "muy liberales" o "progresistas". En su mayor parte se concentran en asuntos internos, pero algunos sectores tienen un marcado internacionalismo.
La relaci¨®n que se ha ido estableciendo entre las dos izquierdas del hemisferio occidental es poco conocida. La ilustrar¨¦ con la vida p¨²blica de Jos¨¦ Miguel Insulza, que fue parte del Gobierno de la Unidad Popular que presidiera Salvador Allende entre 1970 y 1973. La v¨ªa chilena al socialismo entusiasm¨® al mundo entero, pero en los a?os setenta, ni Augusto Pinochet ni Henry Kissinger, entre muchos otros, se distingu¨ªan por su tolerancia. Cobij¨¢ndose en la doctrina de la seguridad nacional, justificaron los golpes de Estado y desataron una represi¨®n que todav¨ªa enluta al hemisferio.
Esa historia es bastante conocida. Se habla much¨ªsimo menos del papel jugado por la izquierda estadounidense que reaccion¨® al golpe de Estado en Chile (1973) protegiendo a las v¨ªctimas de diferente manera. De la tragedia chilena naci¨® la Washington Office on Latin America (WOLA), que 30 a?os despu¨¦s sigue cabildeando a favor de los derechos humanos de los pueblos latinoamericanos. El activismo progresista tambi¨¦n se expres¨® en los programas establecidos por la Fundaci¨®n Ford para salvar y dar trabajo a los acad¨¦micos perseguidos y desempleados de toda Am¨¦rica Latina.
Jos¨¦ Miguel Insulza fue uno de los intelectuales p¨²blicos que encontraron refugio en M¨¦xico, desde donde impuls¨® un programa para estudiar a Estados Unidos. El proyecto en el que se involucr¨® trascend¨ªa lo acad¨¦mico porque part¨ªa de un supuesto que ten¨ªa la densidad de lo obvio: el deber de todo latinoamericano comprometido con el cambio era entender a Estados Unidos. La izquierda ten¨ªa que resquebrajar el monopolio que hab¨ªan establecido los oligarcas y los dictadores de derecha en la relaci¨®n con Washington. Y ello exig¨ªa establecer alianzas con la izquierda estadounidense.
El acercamiento irrit¨® y preocup¨® a la derecha latinoamericana, y la prueba est¨¢ en que los esbirros de Pinochet ejecutaron en Washington, en septiembre de 1976, al ex canciller chileno Orlando Letelier, que realizaba un efectivo cabildeo en la capital estadounidense asociado al Instituto de Estudios Pol¨ªticos (IPS). Para simbolizar el acercamiento hemisf¨¦rico que se estaba gestando, la bomba que mat¨® a Letelier tambi¨¦n seg¨® la vida de la joven norteamericana de 25 a?os Roni K. Moffitt. Y desde entonces el IPS entrega cada a?o el Premio Letelier-Moffitt a latinoamericanos y estadounidenses que se distinguen en la promoci¨®n de las causas que las izquierdas tienen.
El avance cualitativo y cuantitativo en esa relaci¨®n pudo medirse durante las guerras centroamericanas de los a?os ochenta. Si los rebeldes sandinistas, salvadore?os y guatemaltecos lograron contener la agresividad de la nueva derecha encabezada por Ronald Reagan fue por la solidaridad internacional, entre la que destac¨® la desplegada en todo Estados Unidos. En esa d¨¦cada, Jos¨¦ Miguel Insulza fue uno de los acad¨¦micos que iban y ven¨ªan por el mundo combatiendo las tesis del conservadurismo estadounidense. Am¨¦rica Central mostr¨® que la izquierda ya no s¨®lo denunciaba al imperialismo yanqui; tambi¨¦n quer¨ªa incidir en sus decisiones. A finales de esa d¨¦cada, el caso de Chile tambi¨¦n empezar¨ªa a cerrarse porque algunos de los chilenos salvados por los liberales estadounidenses se convirtieron en el n¨²cleo intelectual del "Comando del No" que, en parte con financiamiento estadounidense, derrotaron en el refer¨¦ndum de 1988 a Augusto Pinochet.
Insulza se estrena como secretario general de la OEA, a donde lleg¨® derrotando a los candidatos de Washington. En su discurso de toma de posesi¨®n, el ex canciller chileno habl¨® de pluralidad, diversidad, derechos humanos y seguridad. Conden¨® la pobreza y propuso que se ampliaran los "beneficios de la ciudadan¨ªa pol¨ªtica a la ciudadan¨ªa social y cultural". Un texto m¨¢s conceptual que program¨¢tico al que debe tomarse en serio porque las biograf¨ªas personales cuentan en la valoraci¨®n de la consistencia ret¨®rica.
La OEA enfrenta retos enormes. Es un organismo lastrado por una s¨®lida tradici¨®n de irrelevancia. Para que eso cambie, Insulza tiene que lograr que sea tomada en serio por los gobiernos y canciller¨ªas del hemisferio y eso incluye a la Casa Blanca y al Departamento de Estado. Para romper con el estereotipo de que la OEA es un "club de gobiernos", debe lograr que las sociedades de Estados Unidos e Iberoam¨¦rica le concedan al menos el beneficio de la duda.
En el fondo, el reto principal de la OEA est¨¢ en convertirse en uno de los puentes que faciliten el entendimiento entre la Am¨¦rica Latina que se cubre con tonos rojizos y un Estados Unidos ahog¨¢ndose de conservadurismo. De entrada estar¨ªa la espinosa cuesti¨®n cubana. Est¨¢ bien que condenemos las violaciones a los derechos humanos, pero tambi¨¦n debemos combatir el absurdo y criminal bloqueo estadounidense sobre la isla. Una nueva tendencia es que por el fracaso de las "pol¨ªticas de ajuste estructural" impuestas por Washington la izquierda est¨¢ llegando al Gobierno. Como nunca antes en la historia. Adem¨¢s de Chile, Brasil, Argentina y Venezuela, el geopol¨ªticamente vital M¨¦xico puede incorporarse a esta oleada en el 2006. Todos experimentan con nuevas formas de organizaci¨®n econ¨®mica y social y de relaci¨®n con el exterior. Hace 32 a?os, Washington reaccion¨® alentando a los estados de seguridad nacional. ?C¨®mo reaccionar¨¢ en esta ocasi¨®n?
Es, por supuesto, posible que la OEA siga en la irrelevancia, aunque hay indicios de que Insulza quiere imprimirle un nuevo activismo. Es l¨®gico que as¨ª sea, porque uno de sus proyectos de vida ha sido el de puentear entre las izquierdas de Am¨¦rica Latina y Estados Unidos. Es cierto que las grandes transformaciones se dan en las calles y las mentes de Am¨¦rica Latina, pero resulta indispensable tomar en cuenta lo que sucede en Washington. ?sa es la lecci¨®n que deja la historia y que supo aprender e implementar un personaje que ahora preside ese organismo internacional que durante demasiado tiempo ha sido instrumento de la potencia.
Sergio Aguayo Quezada es profesor del Colegio de M¨¦xico.
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