Ciudadano
El juicio a Farruquito ha quedado visto para sentencia. Un juicio que provoc¨® desembarco y aglomeraci¨®n de reporteros de los programas televisivos, luchando por un trozo de carnaza al paso del bailaor hecho estrella. La estrella no es ni Farruquito, ni Juan Manuel Fern¨¢ndez Montoya, sino un invento de los que se han acercado al juicio sin querer saber m¨¢s que lo que les interesaba, que no era otra cosa que la historia de un famoso en circunstancia f¨¢cilmente utilizable como argumento de captaci¨®n de audiencia. Farruquito ha pedido ser juzgado como persona y no como famoso, pero esa de famoso parece la ¨²nica circunstancia que interesaba a los que se arremolinaban a su paso, en busca de una imagen o una palabra que sirviera al objetivo principal de la audiencia. Lo peor de lo que ha pasado desde el d¨ªa en que Farruquito se puso al volante de un coche que nunca debi¨® coger es que ha sido juzgado y condenado mucho antes de que la justicia haya hablado. Y, sin embargo, tambi¨¦n es cierto que Farruquito est¨¢ en deuda con la sociedad por los hechos que sucedieron aquel d¨ªa y de los que est¨¢ seriamente arrepentido, y ha sido el fiscal quien as¨ª lo ha dejado dicho, como una de las dos ¨²nicas verdades que considera probadas, la otra es que, efectivamente, de Farruquito depende toda su familia. Ser¨¢ la juez quien finalmente considere, o no, eso y cualquier cosa de las que han ocurrido a lo largo de los d¨ªas en los que se ha celebrado el juicio y Farruquito se tendr¨¢ que someter a lo que diga la sentencia. Tan simple, y sin embargo, tan despreciado por todos los que, acostumbrados a la locura de invadir intimidades y famas, han condenado y cerrado el caso, a¨²n antes de que la vista comenzara. Pero tan lamentable es condenarlo, como glorificar su arte de manera que pareciera que por ese arte, sin duda alguna prodigioso, hubiera que inventar otra vara de medir distinta a aquella con la que se miden las deudas con la sociedad de cualquier otro ciudadano. Ni bueno, ni malo, ni inocente ni culpable, Farruquito es un artista. Juan Manuel Fernandez Montoya, el juzgado, es un ciudadano sometido a la acci¨®n de la justicia, con todos los derechos y todas las obligaciones de cualquier ciudadano. A partir de esa realidad democr¨¢tica la juez dictar¨¢ sentencia y ser¨¢ la historia. Todo lo dem¨¢s, pura an¨¦cdota y lucha por la audiencia.
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